Andrés tiene sueños recurrentes con alguien de su pasado, pero que al despertar no logra acordarse de nada.
Sin embargo, tiene la sensación de que algo le está haciendo falta. Culpa de ello al accidente que tuvo hace un año atrás y que ha desencade...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Veo a Rocío alejarse en medio de la multitud de personas, desconozco si va a la misma guardería que yo; pero si mal no recuerdo es la única de esta zona cerca al colegio donde trabajamos. Prefiero no seguirla, ella necesita su espacio al igual que yo. Porque sus palabras de alguna manera han calado hondo en mí, jamás habían acertado tan bien lo que pasaba por mi mente y eso me desconcierta. Camino despacio, aunque sepa que acordé con mamá verla en...menos de cinco minutos; veo niños caminar con sus padres, buses colegiales buscándolos y más adelante cuando estoy llegando observo a una niña parecida a mi compañera de trabajo correr feliz hacia ella. Lleva su cabello negro trenzado, vestida con el uniforme de falda caqui y suéter amarillo, la pequeña abraza a su madre y esta le corresponde con verdadera alegría. Sus pieles contrastan muy bien, ella con esa piel morena clara y la niña con ese tono casi bronceado, por un momento quise ser parte de ese pequeño cuadro familiar, pero seguramente ya hay alguien que lo ocupa y debe estar agradecido por ello. Quizás me siento un poco celoso de eso.
Eso me hace recordar la infinidad de veces en las que Martín me ha preguntado por qué no he querido formar una familia aún y yo le respondo que eso no me interesa; pero no es que no lo desee, creo que es el temor a no saber serlo lo que me ha detenido todo este tiempo a sentar cabeza.
Cuento los pasos hasta llegar a la entrada de la guardería y me siento en unas bancas que están vacías. En eso un pequeño de no más de cuatro o cinco años se me acerca.
—Señor, ¿también está esperando a su mamá? —me pregunta inclinando su cabeza a un lado.
—Sí, ya no demora en venir a buscarme —respondo siguiéndole el juego.
—Pero..., usted está muy grande para esperarla aquí —dice señalando todo el lugar.
—Lo sé, pero es que mi mamá trabaja aquí.
En eso escucho a una mujer llamar al niño.
—¡Mario! ¡Ven, es hora de irnos!
Este voltea y asiente, aunque antes de irse agrega—: Nos vemos pronto, señor.
—Hasta luego, Mario. —Sonrío ante la nula timidez del niño.
Unos minutos después llega mi madre hasta donde estoy, lleva su cabello castaño al estilo pixie. Un día se cansó de su melena larga y cuando la vimos lo tenía cortado así, desde entonces se ha convertido en su peinado predilecto. Me mira sonriente haciendo que se le marquen un poco las arrugas en los ojos.
—Andy, cariño. Disculpa la demora —me dice sentándose a mi lado.
—No te preocupes mamá, uno de tus alumnos me hizo plática mientras llegabas. —Señalo al niño que está por abordar el auto de su madre.
—¿Hablaste con Mario? Ese niño no tiene pena alguna. —Deja salir una risa y niega con la cabeza—. Bien, entonces vamos a comer y me platicas lo que querías decirme más temprano.