Cap. 12 Nada es lo que parece

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Es domingo por la tarde y he decidido ir a visitar a mi madre, primero con la intención de saber cómo andan las cosas en casa; segundo, porque necesito indagar si ella sabía algo de la relación que tenía Mónica con mi hermano

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Es domingo por la tarde y he decidido ir a visitar a mi madre, primero con la intención de saber cómo andan las cosas en casa; segundo, porque necesito indagar si ella sabía algo de la relación que tenía Mónica con mi hermano. Todavía me enferma el solo hecho de saberlo, quizás de mi ex novia no me molesta tanto, pues al final de cuentas apenas la recuerdo como tal, ahora mismo lo que me hiere es la traición de Alan. Y si me preguntan por él, simplemente no sé dónde está, lleva toda la semana desaparecido; así que algo me dice que de alguna forma se enteró que ya sé la verdad.

Cuando llego a casa de mis padres, quien me abre la puerta es mi madre, la noto tranquila y hasta un abrazo de bienvenida me da. Ella parece estar ajena al asunto, de ser cierto eso me alivia un poco.

—Hola mamá, ¿cómo estás? ¿Qué tal papá y Emma? —saludo mientras le extiendo un ramo de margaritas.

—Gracias, Andy. Ellos están bien cada quien, en su mundo, pero bien. —Sonríe ante lo último y pasa a la cocina para buscar un florero—. Y tú cariño, ¿cómo estás? ¿Todo bien?

Su pregunta tiene un doble sentido, como si intuyera que algo me aflige. He llegado al punto de no saber qué tan han fondo debo responder con sinceridad.

—Supongo que bien, mamá —contesto sentándome en la silla que está en la isla de la cocina.

—No te siento muy convencido. —Se gira para mirarme bien—, tu hermano y tú andan extraños estos últimos días. —Su voz suena a madre preocupada.

—Ya que lo mencionas, ¿sabes si vendrá hoy a casa? —pregunto para desviar un poco el tema principal.

—Sí, él estuvo en la mañana por aquí y salió con Emma a comprarle un juego nuevo del Play Station 5. No demoran en regresar —me comenta mientras sirve un poco de té de frutos rojos para ella y café negro para mí.

—Mamá. —Ella me mira con la taza rebozando sus labios—. ¿Sabes si Alan tuvo algo con Mónica? —pregunto serio y sin rodeo.

Su mano derecha baja lentamente la taza de té y me mira con sorpresa. «Ella también lo sabía» confirmo por la ausencia de su respuesta.

—Yo..., sí. Sí, lo sabía —afirma en un tartamudeo poco habitual en ella—. ¿Cómo te enteraste? —cuestiona sin salir de su asombro.

—Quien me lo dijo no tiene importancia, pero mamá... ¿Por qué no me dijiste la verdad? ¿Por qué preferiste ser la tapadera de Alan? ¿Es que pensabas dejarme casar con ella y no decirme nada nunca? —suelto un montón de preguntas, me siento más decepcionado que nunca de mi madre.

Ella no sabe cómo sentarse ni mucho menos qué o cómo responderme, se ha quedado otra vez muda. Así que llamo su atención:

—Respóndeme, mamá.

—Me enteré unas semanas antes de que salieras del hospital, estaba arreglando un poco de ropa para ti y Alan había dejado su móvil en tu habitación, cuando lo tomé para dárselo empezó a sonar y en la pantalla aparecía el nombre de ella, fui con todo a cuestionarla apenas descolgué por haberte dejado sin una explicación coherente; entonces fue ahí cuando ella empezó hablar sin darme chance a decirle algo:

A través de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora