t w e n t y - f i v e.

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Jaemin estaba de pie en la entrada a la sala de estar, con una taza de café entre sus manos; su cabello recientemente rubio peinado con detalle, y su rostro y atuendo preparados casualmente, sumamente atractivo. Observó a Dongyoung, sentado en el sillón del departamento que compartían, lo notó mirando por los últimos cinco minutos consecutivos aparentemente con demasiado interés hacia la pantalla apagada de su celular entre sus manos. 

Retuvo un gran suspiro que surgió de lo más profundo de sus pulmones, verlo así le hizo sentir mal también, y no podía encontrar una forma digna de explicarlo, debido a eso era que su dignidad había estado cayendo segundo a segundo a lado de Dongyoung. No podía hacer mucho, sólo resignarse y fingir un poco, después de todo, era muy bueno en eso, tanto tiempo de práctica no era en vano.

—Dongyoung —lo llamó, después de unos segundos, lo decidió entonces, tomar el papel que le correspondía sin tomar mucha consideración y sin complicarse tanto, aunque eso significara un profundo dolor. Sería su amigo en esa situación difícil, lo fue antes de cualquier cosa, así estaba destinado y nada mas que aceptarlo podía hacer—, tomate esto, te hará bien. 

Dongyoung levantó la mirada al darse cuenta de la presencia de Jaemin, lo miró acercarse con una taza humeante que dejó sobre la pequeña mesa de centro frente a él. Suspiró y se movió con incomodidad en su lugar, lo miró a los ojos sólo por un segundo, porque se sintió cansado al enfrentarlo, se sintió rendido ante su presencia y no le gustó la sensación.

—No quiero —murmuró con seriedad, dejando su teléfono en la mesa a lado de la taza, el aroma del café le inundó los sentidos, era como la perfecta representación de Jaemin, una taza de café sanadora. Jaemin notó su ceño fruncido, como si estuviese demasiado concentrado en algo que no entendía y quería aclarar; lo analizó con más detalle, su atuendo obscuro hacia un buen contraste con su saco color vino y su cabellera castaña, se había vestido mas formal de lo que acostumbraba para salir, aún cuando estaba acostumbrado a verlo de esa manera.

—No pregunté si querías. Tómatelo, por favor —estableció el rubio, cruzándose de brazos y sentándose frente a él en el sillón. Dongyoung miró la taza, frunció un poco sus labios ante la espesura del café que alcanzaba a percibir, Jaemin siempre utilizaba el café como medicina a todo, aún cuando para el mal de amores no había un tratamiento y debiera padecerse inevitablemente.

—No tengo ánimos para salir —Dongyoung decidió tomar la taza de café obscuro, no le gustaba mucho, pero tampoco tenía ánimos de discutir. Antes de ser obligado por Jaemin a que tomara un baño y se arreglara, había intentado decirle que preferiría no asistir la invitación y quedarse en casa, pero había olvidado que las cosas siempre son como Jaemin dice.

—Saldremos con ellos, ya lo decidí —Jaemin sonrió, aún cuando Dongyoung no lo miró. En realidad, era que desde hacía mucho tiempo no miraba las sonrisas de Jaemin. Acercó la taza a sus labios, y el sabor amargo pronto lo hizo arrepentirse, más lo tomó, sin ganas ni placer, obligado porque si Jaemin decía que le haría bien así sería.

—Es en serio, Jaemin —insistió, sintiendo sus palabras calientes entre sus labios. Levantó la vista y su estómago se revolvió al encontrarse con la mirada de Jaemin puesta en la suya. No era justo para ninguno de los dos, eso pensaba Dongyoung, ir hacia un lugar en donde ambos sufrirían, ¿pero no estaban haciéndolo ya, en la compañía del otro?

—Nunca has sido un cobarde, ¿empezarás a serlo ahora? —las palabras de Jaemin le atacaron abruptamente, porque él hace mucho había decidido no ser cobarde, y sin embargo ahí estaba, teniendo miedo de enfrentar a Chittaphon. 

—Es que no sé... No sé qué hacer —confesó, lo confesó con el recuerdo de las palabras de Chittaphon en su mente. Él parecía haber decidido ya por los dos, ¿tan pronto estaba pensando en rendirse ya?

—Pues, sólo harás lo que sea necesario para solucionar las cosas. Ya no quiero verte así —Dongyoung dejó la taza en medio de la mesa, sintió que en cualquier momento se le resbalaría de las manos. Esas palabras ya las había escuchado muchas veces antes, porque Jaemin nunca ha podido soportar verlo triste, aún en su propia tristeza. 

—Jaemin —Dongyoung cerró sus ojos un momento y tomó aire, tenía en su interior una maraña de nervios que se retorcían con el afán de insultarlo desde que Chittaphon lo había golpeado con sus palabras, se intensificaba al darse cuenta de todo lo malo que estaba haciendo, de cómo las cosas no pasaban como desearía—, perdóname. 

Jaemin levantó automáticamente una sonrisa mecánica al momento en el que Dongyoung abrió sus ojos para pedirle perdón, no necesitaba una disculpa y tampoco quería que Dongyoung siguiera sintiéndose culpable por algo de lo que nadie merecía culpabilidad. Los riesgos se aceptan cuando quieres ser feliz, sólo es la causa y el efecto, Jaemin lo tenía muy presente. Contaba además, con la ventaja de que sus sonrisas siempre convencían, él estaba siendo muy sincero, tanto como su corazón quebrado o su taza de café.

—¿Es por mi que estás así? Tonto —rió flojo, aligerando su postura y tensando la de Dongyoung. Dongyoung sólo podía seguir sorprendiéndose de lo que Jaemin hacía, se miraba tan bien, se miraba sano e irrompible, lo hacía creer que nada pasaba, que podía confiar en esa felicidad artificial—, yo sabía en lo que me estaba metiendo, déjame a mi con mis problemas.

—Tú siempre estas encargándote de mis problemas, no es justo que yo... —y no sabía qué más decirle, sus palabras y sus pensamientos no eran congruentes con sus acciones y sus sentimientos, porque todo en un lado parecía querer proteger y agradecer a Jaemin, y todo en el otro obedecía a sus emociones necias. Muchas mañanas despertó deseando enamorarse de Jaemin, muchas noches durmió sin lograrlo.

—No es justo que tu te sientas obligado a corresponderme. Las cosas no son así —Jaemin se levantó del sillón, ya era hora de dejar clara esa situación, por primera vez, más por su bien que por el de Dongyoung. Estar en esa prisión de amor no era sano por ningún lado que pudiese mirar, tenerlo a medio día, perderlo las tardes, olvidarlo en las noches, fingir sonrisas, jugar con besos, reírse de amargura; no deseaba eso, deseaba todo lo contrario y Dongyoung no podía dárselo, no era su culpa no amarlo, no era la suya amarlo tanto. El amor de uno no es suficiente para unir a dos, y era algo que estaba entendiendo con sufrimiento—, con Chittaphon aún tienes oportunidad, si hablas con él, ustedes tal vez puedan.

Dongyoung también se levantó, lleno de sentimientos de culpa, porque si pudiera sentirse de la misma manera que Jaemin, las cosas serían más sencillas para todos. Sentía la asfixiante necesidad de hacer algo, pero la agobiante respuesta de que no había nada por hacer. Siempre pensó que él podría proteger a Jaemin así como lo hacía con él, pero no contó con que él mismo sería el peligro más grande, de quien no podría salvarlo jamás.

Recibió un suspiro tenue de parte de Jaemin, un grisáceo óleo de resentimiento, de resignación, de dolor, cansado y humilde al mismo tiempo, con la amargura de su taza de café, con su calidez también, con la llegada de un final, con la anticipación de una despedida. Simplemente con algo que ambos ya sabían pero habían ignorado como los hombres siempre suelen hacerlo, solemos evitar el dolor a toda costa.

—Termina tu café, Chittaphon hyung vendrá por nosotros pronto.

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vine a hacer una pijamada con mi amiga y estámos viendo Soul, bno, ella porque yo estoy corrigiendo los caps.

ahora subiré cinco y mañana los otro cinco.

𝐂𝐑𝐄𝐂𝐄𝐑┊𝗱𝗼𝘁𝗲𝗻.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora