Parte 8

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El partido de práctica contra el Yakushi que el entrenador Kataoka y el entrenador Todoroki programaron para ese viernes llegó a ser un punto culminante y decisivo en el rumbo de la futura relación entre los tres.

Había sido un día soleado pero frío. El final del otoño estaba cerca y cada vez más el invierno acechaba con su llegada, pero tendrían que admitir que era el mejor temporal posible para un partido por la falta de humedad, el cielo despejado y el fresco del aire.

El Yakushi llegó por la mañana, a pie después de un largo trayecto en metro hasta allí. Una vez llegaron, Miyuki tuvo un mal presentimiento sobre algo. Un pequeño detalle que siempre había tenido en mente pero que, por alguna razón había, pasado desapercibido hasta ese momento.

Cuando pusieron un pie dentro del campo de entrenamiento, el sonido brusco de una mochila chocando contra el suelo con un golpe seco les avisó de su llegada; y, un momento después, su gran bateador se hizo reconocer.

— ¡¡SAWAMURAAAAA!! ¡¡VEEEEN!!


Eso, exactamente eso era lo que Miyuki había estado temiendo.


Todoroki Raichi.


Otro rival en el amor.


Claro, que en el caso de este tipo más que un rival lo consideraba un incordio. Era muy brusco y torpe con las palabras, y como solo atinaba a atacar directamente a Sawamura con lo primero que le pasaba por la cabeza, sus progresos no habían sido muchos desde el verano. Miyuki podría asegurar que los sentimientos de este tipo se vieron fincados después de su nuevo encuentro en las finales de otoño, donde Sawamura había conseguido vencerle en más una manera.

No sabía si Mochi era consciente de esa información, pero desde luego, tenía la certeza de que el idiota de Sawamura no lo era. Es decir, Todoroki anduvo gritándole a Sawamura desde la tercera base de su equipo lo mucho que le gustaba durante toooodo el maldito partido, entre risas, y Sawamura se había limitado a chupar limones con miel y tener la sensación de que alguien le estaba hablando. 

Ese día se palmeó la cara exasperado, pero fue la primera vez que agradeció la densidad e idiotez propia del cerebro de Sawamura.


Para el caso, el monstruo Todoroki parecía ir a por todas esta vez. Sawamura había salido del bullpen, asomando la cabeza para conocer la identidad del emisor, y sus cejas se alzaron emocionadas cuando vislumbró al otro chico. — Oh, ¡pero si es mi buen amigo Todoroki!

Raichi tardó menos de dos segundos en andar como alma que lleva el diablo y colocarse, entre risas maníacas, al lado del castaño. Sin reprimirse para nada, alzó sus brazos y rodeó a Sawamura en un gran y potente abrazo de oso, apretándole así al pobre chico los brazos contra el torso y levantándolo un poco. — ¡¡SAWAMURA, SAWAMURA!! —gritaba y gritaba, y le daba vueltas al otro sin intención de parar.


Miyuki ardía en molestia. Pero desde lejos, Kuramochi fue la personificación del infierno. Cuando pasaba por su lado atrapó a Sanada de la parte posterior de la camiseta de deporte, y poniendo su mejor cara de yakuza, le dictaminó. — Oe, tú, pretty boy, quita a tu mono sarnoso de encima de nuestro pitcher. —tirándole un poco más rudo de la camiseta para decir—. ¿Lo entiendes? Boyya. —como el filo de un cuchillo. Sanada rio, sudando frío y mostrando las manos libres.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2023 ⏰

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