Parte 3

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Para Miyuki Kazuya la intrusión de aquél pitcher zurdo en el equipo fue, quizás, el cambio más grande que había tenido en su vida desde que se topó con la figura de Takigawa Chris Yuu.

Desafiando a uno de sus más talentosos y respetados senpais, utilizando un levantamiento de pierna inhumano y un recorrido incapaz de predecir, con una bola que parecía cobrar vida cada vez que era lanzada... Fue fácil emocionarse y divertirse con un pitcher cuya forma era tan peculiar. Pero eso había sido al principio Sawamura Eijun para él: un pitcher más, uno de reserva, además. No le interesaba más allá de lo que le interesaría al cátcher principal de cualquier equipo, aunque tuvo que reconocer que era de cierta manera muuuy interesante.


Su personalidad fue algo con lo que Miyuki, desde el comienzo, supo lidiar a base de exprimir su propia personalidad retorcida. Si el de primer año era molesto por su forma de ser ruidosa y desmesuradamente entusiasta, él simplemente respondería con sus irritantes bromas, sus insultos ingeniosos, y su risa burlona. De esa manera el idiota de Sawamura desarrolló una clase de odio-molestia hacia él, que compartía la mitad de sus pensamientos junto con la admiración que él sabía que le tenía. Había sabido por fuentes externas que él fue la razón por la que Sawamura eligió ir a Seidou, al fin y al cabo.


Pero increíblemente, aunque con el tiempo se daría cuenta de que no podría haber esperado otra cosa de su pitcher, Sawamura nunca se alejó de su lado.


Era el principal blanco de sus bromas y con el que más se metía, seguro, pero Sawamura aun decidió aguantar todo aquello por el bien del equipo, por Miyuki, y por su batería. Se unieron con el tiempo en algo que no había sentido jamás, ni con Kawakami, ni con Tanba-san, ni con el propio pitcher monstruoso de Furuya.

Atrapar a Sawamura fue simplemente... Increíble.

La pasión, la vida, el dinamismo y todos los sentimientos más fuertes que uno podría tener por el béisbol allí estaban, dirigidos a su guante, haciendo cada vez un ruido diferente y precioso que antes de darse cuenta si quiera, esperó poder atesorar. ¿Cuándo se había vuelto tan sentimental en torno al deporte? Sawamura sacó una parte de sí que acabó por prender su pasión por ser cátcher mucho más allá de lo que había sido el verse impresionado por la habilidad de Chris. Que Sawamura lanzara para Chris, de hecho, despertó un sentimiento agridulce en su pecho.

La confianza en ambos ojos, la intensidad de la jugada, el poner sus vidas y el rumbo del partido en las manos del otro... Fue como ver la batería perfecta, una verdadera obra de arte frente sí. E inesperadamente, se dibujó a sí mismo como el cátcher de esa ilusión, borrando a su senpai, porque quiso ser él el que acaparara ese espacio en los ojos del apasionado zurdo.


Y cuando empezó a desvivirse por esa mirada, incluso fuera del campo, se dio cuenta de que algo no andaba bien consigo mismo.


Sawamura no era tan intenso con sus pedidos como Furuya, pero era sin duda más ruidoso y persistente. No se podría haber imaginado que después de que perdieran contra Inashiro, y Sawamura cayera en los yips, se hallaría deseando con todas sus fuerzas escuchar los berridos incesantes de "¡¡MIYUKI KAZUYA, ATRAPA PARA MÍ!!", en lugar de ver los ojos apagados que le destrozaron el corazón. Quería los ojos dorados de vuelta, la sonrisa radiante, quería que Sawamura lo siguiera a todas partes y que no fuera capaz de apartar la mirada de él, lo quería feliz, y quería colmarse con esa felicidad.

Uno para todos, y té para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora