Era una noche normal en los dormitorios de Seidou, todo estaba tranquilo, nada fuera de lo común; menos...
— Mmmm... No estoy muy seguro de lo que debería decir en una situación como esta, pero... —decía Sawamura, mirando hacia arriba con ojos de gato.
— ¿Sí?
Cogió aire, manteniendo la calma como podía.
— ¿¡¡POR QUÉ NARICES ESTÁS METIDO EN MI CAMA, MIYUKI KAZUYA!!?
Sí, todo normal.
El chico de las gafas sonrió contento y se retiró un poco hacia detrás en la cama, mostrando un hueco libre a la disposición del verdadero dueño. — Nada nuevo. Solo quería pasar un ratito relajándome con mi idiota favorito antes de irme a la cama. —y palmeó el colchón, mirando hacia el otro tranquilamente—. Ven, anda.
Sawamura en cambio retrocedió, impactado. — Esto es una trampa, ¡UNA TRAMPA! No estoy seguro de cuáles son tus planes pero son maléficos seguro. —dijo, y señaló con fuerza al otro—. ¡Tienes un pequeño diablo en el hombro, lo sé! ¡AHÍ! ¡Está manifestándose! —Miyuki Kazuya suspiró, y agarró un pequeño cojín para tirárselo a la cara.
El almohadón chocó contra la cara gritona, y los berridos cesaron por un momento. Por un corto momento. Luego, el chiquillo empezó a quejarse todavía más alto y con más fulgor, para, al de dos segundos, comenzar a tirarle cosas de vuelta al jodido cátcher de su equipo.
Y discutieron un rato, mayormente siendo una pelea de por parte de Sawamura arrancándose de los pelos mientras que el otro se limitaba a reír y burlarse de él como si fuera el mejor momento de su vida.
Eso, hasta que el astuto de Miyuki le atrapó la parte más baja de la camiseta del pijama y lo arrastró con él hacia la cama. Ahí murió el ruido de los gritos de la pelea, y pequeños quejidos y reclamos de ¡déjame ir, pervertido! y o ¡suéltame, suéltame! tomaron su lugar en sus labios. Sawamura quiso llorar, apresado.
Había acabado boca arriba, mirando hacia la parte inferior de la litera de arriba, y uno solo de los brazos de Miyuki pasaba como si nada sobre su estómago, como manteniéndolo allí, preso. Gimió exasperado y apartó la cabeza mirando hacia otro lado, rehuyendo la cara de soberbia del otro. — Te he dicho que me sueltes. Y, de paso, vete, por favor. —masculló—. Es triste de parte de un tipo más mayor el negarse a dormir solito en su cama, ¿sabes? —Miyuki rió.
— Oww, Sawamura, pero no puedo evitarlo~ No puedo dormir sin contar pequeños Sawamuras vestidos de ovejita y la imagen no llega del todo a mi cabeza de genio... —canturreó, y estaba seguro de que el muy idiota estaba sonriendo a su lado—. Nee, ¿no te pondrías uno de estos trajecitos para darme el gusto? ¡Podría morir de insomnio, sabes! —la ceja de Sawamura ya no lo aguantó y trató de zafarse.
— ¡Creo que le has entendido mal el truquillo! Y, ¡oe! ¿¡QUÉ CLASE DE FETICHE DE MIERDA ES ESE!? ¡Ni en tus sueños me pondría esa mierda!
— Ahí está mi problema. —se quejó, y tuvo la osadía de erguirse sobre Sawamura apresándolo entre sus manos con una sonrisilla de falsa pena. Se sacó de la manga un par de accesorios—. Venga, nene, solo las orejas y la colita...
— ¿¡INCLUSO HAS LLEGADO A COMPRARTE ESO!? ¡ESTÁS ENFERMO!
Miyuki de veras quería haber visto al amor de su vida vistiendo esas lindas partes de animalito de granja, pero el fuerte sonrojo y tenerlo ahí quejiqueandose también le pareció encantador.
Se deshizo de las orejitas blancas y de la cola de algodón, y aunque no se movió de encima del niño, se relajó un poco y le sonrió con tranquilidad. La miradita de "esa cara que estás poniendo no me está dando confianza, senpai" que estaba recibiendo de por parte del otro también era algo con lo que podía trabajar, de todas formas.
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Uno para todos, y té para dos
FanficGracias a una pregunta del descarado Okumura, cierto asunto que algunos ya sospechaban desde hace tiempo sale a la luz: Kuramochi y Miyuki están saliendo con Sawamura. Pero la pregunta todavía sigue implícita... ¿Cómo llegaron a esa situación? Una...