Parte 5

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Si había algo que, con altanería, Kuramochi Youichi podría pasarle por la cara a Miyuki con superioridad, era el hecho de que él le cubría las espaldas a Sawamura en el campo.


Es decir, que él, como campocorto, estaba justo detrás del pitcher de primero, y podía captar perfectamente cada uno de los movimientos que su perfecto y pomposo trasero redondo hacía al lanzar. 

La mejor posición del campo, sin duda.


Hacía un par de semanas que se le habían confesado —en sus extrañas maneras— a Sawamura, y hacía también un par de semanas que habían sido rotundamente rechazados por él. 

El más joven se había puesto rojo como un pimiento, había sudado con fuerza, y luego les había echado en cara que no habría manera de que pudiera corresponderles con sus actitudes de mierda y sus inclinaciones naturales a burlarse de él. Ambos podrían recordar claramente el dedo acusador del chico que, después de haberse vuelto a cubrir sus partes bajas, les había dirigido con descaro. Les gritó que eran unos brutos, que Kuramochi seguramente estaba usando alguna clase de truco para acercarse a la pobre de Wakana, y que Miyuki era un cretino creído que ni si quiera le había tenido en cuenta antes de dar por hecho que él le aceptaría.

Volviendo al tema principal, podría decirse que Sawamura había dado su última palabra dejando en claro que NO quería tener nada que ver en el sentido romántico con ninguno de ellos.
Era gracioso que, incluso cuando ya nada era lo mismo entre el capitán y su vice capitán, para el ruidoso zurdo las cosas seguían igual: los trataba a ambos con normalidad, como siempre. Pero era interesante y gracioso saber que Sawamura era consciente del todo de cómo se sentían los otros, y cuando la situación se tornaba demasiado "sospechosa", daría un salto hacia detrás con ojos de gato, y se iría a refugiar donde Kanemaru.

Aquella situación alivió y enfureció a los otros chicos por igual. Les gustaba que las cosas no se hubieran vuelto incómodas entre ellos como solía pasar después de una confesión fallida, pero no aguantaban el hecho de no haber vuelto su pareja al pitcher idiota.

Y bueno, como se podría suponer, ambos de segundo ya le habían dejado más que claro al otro que NO se iban a rendir hasta que cediera y eligiera a uno. Que no se darían por vencidos con él, y que sin duda harían que se enamorara de ellos.

Sawamura casi había llorado del terror al verse sin escapatoria.


Ahora nos centraríamos de nuevo en el partido de entrenamiento que estaban teniendo los del primer equipo del Seidou entre sí. Miyuki, Kuramochi y Sawamura estaban en el mismo equipo, y parecían estar más encendidos que nunca en la batalla. Los bateadores contrarios tenían problemas para cogerle el ritmo sus lanzamientos, Miyuki hacía unas combinaciones espectaculares sacando su potencial, y si alguno consiguiera hacer un hit, Mochi sería rápido como el viento y lo detendría magistralmente consiguiendo un out en seguida. Parecían no tener rival en el campo, pero eso era solo fachada.

Una verdadera batalla se estaba llevando a cabo allí dentro.

Cada vez que Sawamura se flexionaba dispuesto a lanzar, Miyuki con sus ojos afilados e intransigentes vería de reojo cómo los ojos del campocorto por detrás se oscurecían, y se mordía el labio mirando a un lugar en concreto. En aquellas ocasiones solo podía recordar la única falla de ser un cátcher: nunca llegaría a vislumbrar la retaguardia de su pitcher en primer plano. Le pediría más tarde a Nabe que, por favor, le grabara un vídeo. Su excusa sería cualquiera escondiéndose detrás de lo de "controlar y mejorar" la forma y postura adecuada para el lanzador. Le mandó miradas cargadas de cuchillas a Mochi, y este le sacó el dedo como diciendo jódete, capullo. Sawamura, como siempre, no estaba al tanto de la situación.

Uno para todos, y té para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora