1. Neisan

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Me levanté de la cama e introduje mis pies en las pantuflas. Mientras  hacía mis necesidades pensaba en que podría ponerme para ir al  instituto.

Tal vez una camiseta negra, vaqueros rotos y un gorrito de lana que taparía mi cabello pelirrojo. No me esmeré mucho la verdad, pero tampoco tenía ganas.

—buenos días Neisan— decía mi prima mayor.

Asentí aún dormido y me senté en la barra enfrente de mi sándwich de queso.

Su pelo rojizo se movía alocado por la rapidez con la que se movía.

— ¿pasa algo?

—no, ¿qué iba a pasar? — dijo parándose de golpe, analizándome.

—no lo sé, como vas tan rápido pensé que pasaba algo— le di un bocado al sándwich.

— no que va, es que llego un poco tarde al dentista y si me retraso no llegaré a mi cita.

Asentí y me sobé la cara con las manos. Esta noche no había dormido casi nada y no encontraba las pastillas.

—bueno  me voy, cuídate y cuando vengas del instituto, tienes que ir a comprar  un par de cosas. Luego te mando un mensaje con lo que es— se despidió y  se dirigió a la puerta— por cierto, hoy vas muy guapo.

Sonreí inconscientemente y me acabé mi desayuno.

Cogí las lleves del coche, mi mochila y salí en dirección al garaje.

Me subí y puse música, la verdad es que había cogido una costumbre en escuchar música en el coche. Puse "Gym Class" de Lil  Peep. Últimamente la escuchaba el bucle, suelo hacerlo con las canciones que me gustan.

Pare en el portal del piso de mi amigo Harper, llame al timbre para que bajara y cuando lo hizo nos fuimos a la cárcel de todos los días.

El instituto.

Si le ponías música terrorífica y un poco de niebla, se asemejaba bastante a la visión que teníamos de ese edificio.

Aparqué  el coche y esperamos a Sam en la puerta. Una amiga rubia que se cree  una malota por pintarse la raya y tener un piercing en la lengua. Pero  aun así la queremos, es adorable.

— hola cerdos— nos dio un beso en la mejilla a modo de saludo.

Asentimos y fuimos a nuestras respectivas clases. Me tocaba con Sam, historia.

Cuando llegamos a nuestros asientos había una chica morena sentada en ellos.

— estás en nuestro sitio— le dije

— tienes otro justo delante, siéntate ahí— prácticamente ni nos miró a la cara y se cruzó de brazos

Al  hacer ese gesto sus pechos se alzaron dejando ver un escote muy  pronunciado. Iba a responderle, pero el profesor vio nuestra escena y se  entrometió.

— ¿pueden explicarme el problema?

— esta niña está sentada en nuestro sitio— se quejó Sam

— tengo nombre eh— me interesa cuatro pepinos cuál era su nombre la verdad.

—  ¿y cuál es el problema? Tienen un sitio muy bonito y disponible delante  de ella— dijo con una sonrisa en la cara— de hecho, el señor Neisan, si  tiene su sitio libre. En cambio tú, Sam, te pondrás delante. A ver si  así cambia tu actitud como alumna.

— mire profesor, que le parece si nosotros nos sentamos aquí juntos y ella se queda ahí tranquilita— dije alzando los pulgares.

— no, mi decisión está tomada, espero que mejoren su actitud de ahora en adelante— se dirigió a la chica y le dijo:— suerte.

Nunca debiste pasarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora