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"Te extrañé"

Fue todo lo que ella dijo en aquel momento, y en cada ocasión que recordaba lo acontecido no podía evitar sentir como su pecho se hinchaba de amor, cuando levantó la vista y observó esos ojos azules que la miraban con tanto amor y aquella sonrisa cálida era dirigida hacia ella de manera muy especial... Se sintió tan amada... Tan protegida... Tan segura... Nada le hacia falta.
Al verle ella también sonrió, derramó una lagrima más, que él se encargó de limpiar.

"todo va a estar bien"

Le dijo él al abrazarla de nuevo, dejó un suave beso sobre su cabeza y no la soltó.

Ahora intentaba realizar la tarea de la escuela, no le entendía, no era raro puesto que era de matemáticas pero... Cada vez se distraía más y más, quería de nuevo ver a aquel hombre, abrazarlo de nuevo y llenarse de aquella fragancia tan... Fraternal. Quería verlo, se sentía tan sola en aquel lugar, que era desagradable, algo le hacía falta, tal vez alguien, tal vez ÉL.
No sabía ni como se llamaba, pero si estaba segura de algo, era que podía encontrarlo en aquella empresa, le costaría trabajo hallarlo, pues allí había mucha gente, pero estaba convencida de que ella podía hacerlo, volver a verle, estar cerca de él, era lo que quería, y lo tendría, definitivamente volvería a verlo, estaba decidida.
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Kirishima no sabía que hacer, aquel encuentro de Yokozawa y Hiyo lo inquietaba, no entendía nada, y no se tomaba la molestia de intentar comprender. Ir a la casa de aquel hombre no era buena idea, por lo que, ni siquiera mencionó aquello a su hija.
La había observado los últimos días y parecía distraída, parecía pensar en alguien, ¿podría ser un hombre? ¿Algún chico del colegio? ¡No! No quería ni pensar en aquello, pero... ¿Y si tal vez se trataba de él? Su encuentro con Yokozawa la había conmovido demasiado, había llorado, la escuchó mencionar que lo había echado de menos pero, ¿cómo se conocían? Había muchas lagunas en su mente, demasiadas páginas en blanco que no tenía manera de llenar, pero su hija... Ella era importante. Yokozawa no le agradaba, no llevaría a su hija con él, ¿y si era peligroso? ¡No! Debía cuidar de su hija, debía cuidarla....

Con el paso de los días  no encontraba un lugar donde vivir con su hija, no tenía opciones, y comenzó a creer que ir a casa de Yokozawa sería su única salida. La sola idea le dejaba un sabor extraño en la boca, se sentía inseguro y nervioso y no sabía la razón, su sentido de intuición parecía no cooperar, era un lío y no sabía que hacer
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El timbre sonaba y él, dentro de la ducha intentó quitarse de encima todo el jabón que tenía, y aunque quiso darse prisa no era una tarea sencilla si tomaba en cuenta su largo cabello, se vistió y se dirigió a la puerta, quien fuera que se encontrara del otro lado era una persona insistente.

No había alcanzado a ponerse la playera y abrió la puerta rápidamente sin molestarse en mirar por la mirilla de la puerta, en cuanto abrió su mente quedó  completamente en blanco, frente a él se encontraba un hombre maduro, de cabellos castaños y ojos color miel, acompañado de una joven adolescente, a la que concluyó, sería su hija, dándose cuenta de que no estaba completamente vestido se apresuró a ponerse la playera que sostenía en una de sus manos.

---oh, lo siento, buscamos a Yokozawa Takafumi pero, tal vez nos equivocamos de puerta... --- le pareció de mal gusto ser recibido de aquella manera pero pudo darse cuenta de que aquel joven de cabellos oscuros parecía salir recién de la ducha, su vista se dirigió hacia dentro de la casa echando un rápido vistazo por si alcanzaba a vislumbrar a Yokozawa pero no hubo ninguna señal de él.

---no... No se equivoca... Es decir... Él vive aquí pero...--- no podía quitar la vista de aquel hombre, sin duda alguna Yuudai parecía sorprendido, tanto que no podía hilar bien las ideas de su mente, lo que se reflejaba en sus constantes trabas al hablar--- salió un momento a comprar algunas cosas... No tardará en volver así que si gustan esperarlo... Pueden pasar y tomar asiento.

Yuudai se hizo a un lado mostrando el interior de la casa, dejándoles paso, pero ninguno de los castaños se movió de donde estaban, parecían no tener las intenciones de ingresar a la vivienda, Kirishima parecía desconfiar de aquel joven que le recibió, parecía ser mayor que Hiyori, además no le había pasado desparecibida la manera en la que el chico le miraba, así como él no pudo evitar darse cuenta de las varias cicatrices que adornaban su rostro y brazos, si lo veía en la calle... No dudaría un segundo en que aquel chico fuera tal vez... Un delincuente.
No, definitivamente no confiaba en el chico, y no entraría en aquella casa, mucho menos dejaría entrar a su pequeña hija, porque sí, seguía siendo su pequeña y amada hija.

El chico también notó la manera en que era observado, conocía bien la mirada que le dedicaba aquel castaño, la mayoría de la gente lo miraba así, pero no le conocía de nada, así que no lo culpaba, aunque sabía que no debías juzgar un libro por su portada, él estaba siendo juzgado, hizo como sí no lo notara y sonrió un poco.

---¿puedo al menos ofrecerles algo de tomar?

---no gracias, esperaremos a Yokozawa aquí, si no te molesta claro--- Kirishima respondió cortante sin dar tiempo a Hiyori de aceptar aquella bebida

--- en absoluto, os dejaré la puerta abierta por si cambian de opinión y gustan entrar.--- aún con una sonrisa el chico ingresó a la casa, cruzándose en el camino con Sorata, el cual salió al recibidor al reconocer al par de visitantes, se acercó a ellos y se restregó en las piernas de ambos esperanzado de ser cargado y mimado como en los viejos tiempos y aunque ambos castaños parecieron sorprendidos de aquel recibimiento por parte del animalito, ninguno pareció interesado en interactuar más tiempo con el minino, quién al darse cuenta de esto, se dirigió al sofá después de saludarlos y se acomodó lo mejor que pudo dispuesto a tomar una siesta, aunque de vez en cuando dirigía una  mirada hacia la puerta, con una expresión que denotaba reproche a los Kirishimas, pues habían herido su orgullo al tratarlo de manera tan indiferente.

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