El hijo de la luna.

Capitulo 26.

Mientras se desató el climax de la pelea en los campos elíseos, Yato e Ivonne quedan sin palabras al saber que dicho espectro poderoso es Ziri, este les explica que dejó que Hades lo usará, para que activará sus poderes de oscuridad, mostrándose su rostro la locura que lo comenzaba a dominar, debido a la oscuridad en su ser

lanzando su fuego infernal al ojiazul y la ojos de tornasol, estos lo esquivan, el hijo de Zeus usa sus vibraciones de la muerte, haciendo que este grite a tal modo que provoca hondas sonoras tan fuertes que atacan al hijo de Artemisa, aturdiendolo y apagando su fuego infernal, mientras la peliazul piensa en una estrategia para volver a Ziri a como lo conocieron, Ivonne - Yato, tengo una idea de cómo detener a Ziri, pero necesitaré tu ayuda - Yato - cuenta con ello, tu guíame - Ivonne - de acuerdo, siguiremos atacando, necesito que se agote - el ojos rojos interrumpe el susurro de sus contrincantes, Ziri - es todo? Piensan huir? - Yato e Ivonne - eso jamás - la peliazul lanza su cetro al aire, este cambia a de forma a un arco, tomándolo como si nada, apareciendo unas flechas en una mezcla de tonalidades de azul, con la orilla blanca en el arco y las flechas, radicando un pequeño brillo

El pelinegro enemigo hace su mano en forma de puño, este se cubre con su aura negra, corre a golpearlos con su energía oscura

estos en un rápido movimiento se alejan, para no ser un blanco fácil, logrando golpear el suelo, levantando parte de este por la fuerza que uso, Ivonne - cambio! - está le lanza su arco y flechas al hijo de Zeus, este las recibe mientras le da a su compañera su espada, tomandola, la vuelve de hielo, el ojiazul toma una flecha, cubriéndose de un aura morada, Yato - flecha venenosa! - viendo que está se clava en la pierna de su amigo, está se derrite, penetrando su pierna, causándole lesión por el veneno que corroe su piel, provocando un grito de dolor, la chica salta sobre su enemigo para herirlo con su espada, pero es evitado porque este detiene con una mano, Ziri - Tonta, eso no funcionará conmigo - Ivonne - no cantes victoria - suelta la espada del hijo de Zeus, mientras su compañero lanza otra flecha, siendo de hielo, la clava en el brazo, está se derrite, cubriendo su brazo de agua, congelándose de inmediato, está toca el suelo para aprisionar el cuerpo del ser oscuro, Ivonne - Yato dame el arco! - terminando su prisión de hielo, Yato se detiene, yendo a dónde está su amiga, le da el arco, está lo toma, invoca una flecha especial, una blanca, da unos hacia atrás para tomar su distancia, toma el arco y la flecha, fijando el ángulo para dar a su objetivo, el corazón de Ziri.
En el reino del sol, los dioses del sol se sienten débiles, reduciendo su poder al 50% mientras la diosa Artemisa se encuentra débil, Teseo y Odiseo regresan al jardín del lugar, ven un hombre de cabellera naranja sostiene a la diosa en sus brazos, debido a la debilidad del eclipse, Teseo - Ícaro? - ambos angeles se acercan y efectivamente, es Ícaro, había vuelto a la vida, Odiseo - como está la diosa? - Ícaro - débil, no sé cuánto vaya a durar el eclipse, pero la está debilitando mucho - Odiseo - debemos llevarla de aquí, si está débil, el sello igual - Ícaro - a dónde piensan llevarla? - Teseo - con el dios Chronos - Ícaro - por qué no con Zeus y Casumi? - Odiseo - están luchando contra Hades, escuché a los guerreros de Athena decir que un espectro tuvo el suficiente poder para realizar este eclipse - Ícaro - qué?! Eso es imposible?! Solo pueden hacerlo los dioses del sol y la luna - Teseo - esta vez no - Ícaro - investigare después, lo primordial es la diosa - ven a la diosa desmayarse en brazos de Ícaro, los tres angeles se levantan, decididos ir volando para que Apolo no se de cuánta de que llevan a Artemisa, ambos angeles ven que Ícaro extiende sus alas, igual de angel como las de ellos, Odiseo - entonces ya no eres más humano - Ícaro - no, la diosa Artemisa me revivió, ahora siendo un ángel - los tres emprenden su vuelo al palacio del dios del tiempo con mucha rapidez, rogando internamente que Artemisa aguante el caminó.