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Horas más tarde, Marcela logró calmarse. Pensaba en qué era lo que tenía que hacer.

Armar un escándalo a su prometido no era una buena opción. La perjudicaría directamente en cuanto a su imagen frente a los empleados de Ecomoda.

Al menos tenía que cuidar la poca "dignidad" que le quedaba.

Una idea pasaba por su mente, y aunque ella tratara de rechazarla, parecía no ser tan mala en realidad.

- Beatriz- susurró para sí misma. Pensó en la asistente de presidencia. La tierna imagen de la joven y su timidez se quedó sobre la mente de Marcela por un par de segundos más.

Chasqueó la lengua, recordando lo mucho que había vuelto a odiarla.

- Tal vez no sea tan malo- volvió a pensar.

Quizás si tuviera el valor suficiente, convencería a Beatriz de vengarse de Armando. De enfrentarlo juntas y dejarle claro que lo sabían todo.

Pero no se sentía de lo mejor. Lo que necesitaba era pensar y descansar.

Era la hora de salida, así que la accionista ordenó los últimos detalles de su trabajo y salió rumbo a casa sin esperar a su prometido.








Betty se encontraba en su habitación. Unas horas antes, se encontraba en otro día común, para cambiarse repentinamente por la escena de Marcela Valencia y la de Armando Mendoza por intentar descubrir la verdad del golpe de la accionista que en ese momento tenía marcado en su rostro.

Sabía que de una u otra forma, lo merecía. Pero no quería estar mal con Marcela.

Marcela Valencia. Pensar en ella le causaban nervios. Similares a los que sentía cuando hablaba de su jefe.

Recordó una corta conversación que tuvo, unas horas antes de acostarse sobre su cama.

- Mejor acéptelo Betty, usted se está queriendo salir del clóset- la sacó de sus pensamientos su viejo amigo.

Betty chasqueó la lengua.

- No diga bobadas Nicolás. Donde mi papá lo oiga, lo echa a patadas.

Él dejó salir su risa tan característica.

- Betty es que vea cómo habla de la novia de su jefe. Parece que usted está enamorada de ella.

Y sí, Nicolás estaba al tanto de todo. Y desde su comida en Le Noir con Marcela, Betty hablaba mucho de ella. Sintiéndose libre de hacer el rencor de lado, y dejando salir la admiración que muy en el fondo, sentía por Marcela.

Esa suave y tranquila voz, relajaba a cualquier persona. Todo lo contrario a Armando, quién con esa voz tan masculina e imponente, ya hacía que las bragas de muchas mujeres se humedecieran.

Betty salió del recuerdo de su reciente conversación con Nicolás.

Miró el techo de su habitación, con el seño fruncido.

—¿Será que me estoy haciendo bisexual?- pensó.

Divina (Betty×Marcela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora