LOS OYENTES DE POESÍA

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Al día siguiente, Leonidas estaba ansioso por conocer quiénes formarían parte del grupo para su proyecto experimental.

- Aquí está la lista y los historiales clínicos de cada uno.

- Gracias, doctor Aquiles - respondió Leo con amplia sonrisa

- ¿Necesitas algo más?

- ¿Podríamos sacar las sillas al jardín? Un poco de aire fresco estaría mejor que ésta sala cerrada.

- Si, claro. Dentro de veinte minutos traeremos a los pacientes ¿Estás listo?

- Si...eso creo - respondió Leo rascándose con un lápiz la cabeza.

Poco a poco fueron llegando, y los estudió visualmente a cada uno, parecían estar desconcertados. Pensó que lo mejor era comenzar por presentarse y ganarse gradualmente su confianza:

- ¡Hola! mi nombre es Leonidas pero pueden llamarme simplemente Leo. Se preguntarán qué hacemos aquí en el jardín ésta tarde, pues... leeremos, más bien les leeré algo de poesía...¿Alguien aquí ha leído Poesía?

Nadie respondió. Lo miraban fijamente y después se escucharon algunas risas burlonas. De pronto alguien se levantó de su silla y comenzó a gesticular, otro más lo siguió y hacía movimientos con sus manos en el aire; una anciana sollozaba nerviosamente mientras un hombre se abrazaba a sí mismo como susurrando algo.

Leo respiró profundo y tragó saliva, miró hacia atrás, el doctor Aquiles tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido, había que cambiar de estrategia ¡ Y rápido!

Leo cortó una rosa, subió a una silla y alzando la voz dijo:

- "¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía...eres tú."

Hubo un silencio sepulcral. Olió la rosa, suspiró y mirándolos a todos continuó diciendo:

- "Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos y mi voz no te toca, parece que los ojos se te hubieran volado y p..."

- "...Y parece que un beso te cerrara la boca." - dijo una mujer sentada en una de las sillas de atrás.

A Leo se le erizó la piel, no podía creerlo: ¡Ella había leído a Neruda!...entonces cogiendo más ánimo Leo añadió:

- "Mariposa de ensueño, te pareces a mi alma y te pareces a la palabra melancolía"

Bajó de la silla y caminó hacia la mujer entregándole la rosa.

- Hasta aquí llegaremos hoy, los espero mañana a las 3:00 p m por favor, no falten.

Y así, los recién estrenados oyentes de poesía, vestidos de blanco, se perdieron entre los pasillos del viejo Hospital. El director se acercó a Leo, puso una mano sobre su hombro y procurando ser lo menos hiriente le dijo:

- Muchacho, eso fue muy bonito, hiciste tu mejor esfuerzo, pero... no creo que debas seguir

- Pero...si apenas fue el primer día, además... esa mujer, usted la vio...

- ¿Laura? ella intentó suicidarse varias veces, su familia ya no puede con ella, es un caso perdido.

- Para eso estudié Psiquiatría, para ayudar a aquellos que han perdido la esperanza, a los que todos desechan y hacen a un lado porque no pueden integrarse a ésta hipócrita sociedad.

- Eres muy idealista, Leo, todos son así cuando comienzan, recuerdo que yo también lo era

- ¡Déjeme seguir con mi proyecto, doctor Aquiles, deme otra oportunidad!

- Creo que te equivocaste de lugar y de carrera, Leo, ésto no es un Café Literario, es un Hospital Psiquiátrico, ¡Ubícate!

- Nunca me sentí tan ubicado como ahora

- Lo que me faltaba: ¡Un psiquiatra poeta!

- Todavía no me merezco ese título, tan grande honor

- ¿Sabes algo, Leo? tienes algo que muchos hemos perdido: Sensibilidad. Regresa mañana con más poesía, ya veremos si funciona - dijo el doctor Aquiles dándole unas palmaditas en la espalda y retirándose del jardín.

LEONIDAS, EL ESTUDIANTE DE PSIQUIATRÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora