PLANES DE FUGA

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Durante las semanas siguientes, Leo se movilizó para realizar actividades dentro y fuera de la universidad donde para poder participar era necesario donar un libro que sería destinado a la biblioteca que recién había inaugurado en el hospital.

El grupo de lectura creció de tal manera que personal del hospital pidió también ser incluido. Gracias a la ayuda de su amigo Piero, las clases de pintura resultaron ser una magnífica oportunidad para quienes mostraban inclinación hacia esa rama del arte. Lo próximo en su lista era pedir la colaboración de profesores de actuación para formar entre los pacientes que estuvieran interesados, un grupo de teatro.

No obstante, aunque su proyecto era cada vez más exitoso y era considerado ser tomado como modelo en otros hospitales psiquiátricos, sentía que había algo aún no resuelto en su vida : Laura.

Leo pasaba noches en vela dando vueltas en su cama pensando en la forma de sacar a Laura de ese hospital. Creía firmemente que ella debía estar en cualquier otro lugar menos en ese, no podía dejar de imaginar cuál sería su destino de aquí a diez años, y aunque había insistido innumerables veces, el doctor Aquiles se negaba a darle la oportunidad de dejar el hospital.

Una noche mientras estudiaba, escuchó los maullidos de un gato en el muro del vecino, salió al patio y le sirvió leche en un platito. El agradecido minino enroscó la cola en uno de sus pies y de súbito le surgió una idea maquiavélica, y de hecho así era, pues fue "Maquiavelo" quien dijo que "El fin justifica los medios", y los medios que utilizaría para sacar a Laura del hospital justificarían su acción.

Al día siguiente, Leo llegó a hospital cargando una bolsa misteriosa, caminó hasta el jardín y vio a Laura sentada bajo la sombra de un gran árbol.

- ¿Sigues escribiendo? - preguntó

- Sí, ya casi termino

- Tengo algo para ti

Ella miró la bolsa, luego a Leo, y otra vez la bolsa sin comprender nada.

- Es algo de ropa que compré para ti, creo que es de tu talla - dijo Leo sentándose junto a ella - No digas nada, sólo escucha: Al llegar la noche y sean las ocho quiero que estés junto a éste árbol, usa la ropa que te doy, debes tener cuidado que nadie te vea o estaremos en problemas.

- Pero ¿cómo vamos a salir?

- Por el muro, como dos gatos en la oscuridad, no tengo tiempo para entrar en detalles, sólo haz lo que te pido ¿vale?

Ella asintió con la cabeza.

- Anda, ve y guarda la bolsa en un lugar seguro y no se lo digas a nadie ¡a nadie! vendré por ti a las ocho, debes estar lista, nos iremos en mi motocicleta.

- Pero ¿y el doctor Aquiles? podría descubrirnos

- No lo hará, hoy es su día libre. No te preocupes, todo saldrá bien.

LEONIDAS, EL ESTUDIANTE DE PSIQUIATRÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora