—Estás muy seria, cariño —dijo Sesshomaru con voz ronca.
Y, evidentemente, aquella noche no era seriedad lo que se necesitaba, interpretó Kikyo sin mucha dificultad. No le gustaba que estuviera seria, pensó incómoda, pero ignoró rápidamente sus sospechas y se concentró en mostrarse seriamente feliz.
—Sonríe —la urgió Sesshomaru.
La recostó sobre las almohadas y se cernió sobre ella, de modo que ni un solo centímetro de su cuerpo quedara libre de su potente presencia.
Kikyo le dirigió una sonrisa radiante como el sol, porque estaba de nuevo con él, y como recompensa obtuvo una sonrisa de Sesshomaru. Intentó sonreír incluso bajo su boca y su corazón pareció volver a cantar; era como si sus sentidos florecieran con el sabor y la caricia de sus labios, con su embriagadora esencia. Cada fibra de su ser vibraba de deliciosa anticipación.
Sesshomaru encontró sus senos y emitió un gemido ronco que para Kikyo fue increíblemente sexy. La sensible piel de sus pechos se henchía contra las palmas de sus manos y ella temblaba. Sesshomaru la miró con evidente admiración.
—Estás más delgada que antes, pero tus senos... per amor di Dio. Me basta mirarte para desearte —musitó con fervor—. Eres el mejor de mis sueños eróticos.
Kikyo era consciente de que el embarazo le había cambiado la figura. Se tensó, pero Sesshomaru eligió ese preciso instante para ceder a la tentación y capturar con la boca uno de los palpitantes pezones. A partir de aquel momento, Kikyo perdió la capacidad de pensar. Cerró los ojos con fuerza y arqueó la espalda.
Mientras Sesshomaru continuaba acariciando esos tiernos pezones que reclamaban su atención, para Kikyo el tiempo pareció detenerse. Lo único que para ella existía era la urgencia de responder a sus caricias. Aquélla siempre había sido para ella una zona intensamente erógena. Las oleadas de intenso placer se sucedían en cascada a lo largo de su cuerpo tembloroso mientras se rendía por completo a la maestría de las eróticas caricias de su amante.
—Te he echado mucho de menos —gimió con la boca tan seca y la garganta tan tensa que respirar resultaba casi un desafío.
Sesshomaru reclamó entonces sus labios con una palpitante pasión; hundía las manos en su pelo y la besaba como si nunca fuera a tener suficiente. Deslizó su lengua de terciopelo en la boca de Kikyo y ella apretó los muslos, presa de un deseo que se había hecho insoportable. Sesshomaru continuó besándola hasta hacerla gemir, sólo entonces se detuvo para poder respirar.
La miró con los ojos cargados por el deseo y una intensa y viril satisfacción.
—Cuando te he visto saliendo esta mañana del coche, apenas podía dominar la rabia —le confesó mientras se tensaba con un erotismo casi innato, haciéndole notar la prueba tangible de su excitación—. Me han entrado ganas de sacar a ese tipo del coche y darle una paliza. Después, me he descubierto deseando sacarte de ese coche como un hombre de las cavernas para hacer el amor contigo y dejar en ti una huella tan profunda que jamás quisieras mirar a otro hombre.
—Naraku es mi cuñado —le recordó Kikyo.

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Invierno Calido
FanfictionCuando Sesshomaru Taisho volvió a encontrarse con Kikyo, decidió seguir su instinto y le pidió que se convirtiera en su esposa. En un primer momento, Kikyo rechazó la propuesta, pero no tardó en cambiar de opinión... por el bien de su hijo. Aunque S...