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Una muchacha de pelo corto hasta los hombros estaba sentada en las últimas mesas, ella creía que la graduación de último año sería diferente pero se llevo la impresión que no, sus hermanos la habían dejado sola, ya que ellos tenían parejas.

A ella se le conoce por ser la más entusiasta de la familia Cullen, pero esa vez sentía algo diferente, como si algo fuera a cambiar esa noche.

Veía a todos bailar sus hermanos con sus parejas y no veía a Edward suponía que debe se estar afuera con su ahora novia Bella y no es que el desagrade la idea al contrario le entusiasmaba saber que por fin su hermano haya conseguido a su alma gemela y fuera feliz con la persona que ama.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una muchacha, más alta que ella estaba claro de unos 1.80 de alto, sus ojos verdes claros pero llenos de frialdad, pelo negro, con una chaqueta de cuero negra al igual que los pantalones y unos botines, pero veía uno que otro tatuaje se asomaba en sus manos y por algunas parte de su cuerpo.


- ¿Me permite esta pieza señorita? - preguntó con una voz tan ronca, que hizo que a la más pequeña de los Cullen se le erizara la piel - ¿me permite señorita? - volvió a preguntar esta vez más suave que la otra vez creyendo que la estaba asustando.


- Si - fue lo único que salió de la Cullen, no sabia como sentirse con aquella persona, como comportarse o como hablar, sentía que nunca pudo encontrar a una persona que la hiciera sentir así.

No sabía que le pasaba no se consideraba una persona que le gustaran las mujeres aunque la idea no le desagrababa viendo a aquella persona, cuando lo hizo pudo estar ya confundiéndose con su homosexualidad pero eso lo tenía que ver después.


La pequeña Cullen agarro con su mano derecha, la mano de la peli‐negra le estaba dando, al tocarla sintió una corriente eléctrica la recorría por todo el cuerpo, su mano era tan suave y cálida y al mismo tiempo un poco fría y eso a ella le gustaba, le gustaba tocarla no quería soltarla nunca.

Caminaron hasta el centro de la pista, la pequeña Cullen volteo para quedar al frente de ella todavía con la mirada baja, sintió que las manos de la peli‐negra la habían tomado de la parte baja de la cintura hay fue cuando ella subió la cabeza y pudo admirarla mejor de lo que esperaba.

Se le veían varios tatuajes por parte del cuello hasta el hombro, se notaba su mandíbula marcada, unos labios gruesos que ella deseaba besar, su nariz respingada pero lo que más que llamo la atención, fueron esos ojos verdes tan claros, tan profundos pero también tan hermosos, quería estar así en esa posición para su eternidad, no sabría como le había llamado la atención alguien tan diferente a ella.

Ella dulce, alegre siempre son una sonrisa que te alegraba el dia y la otra más fría, con ropas más oscuras y seria.


- ¿Eres nueva?... perdón es que nunca te había visto y pens... - se vio interrumpida por una risita ronca, que creyó que era lo más hermoso que haya escuchado y se moría de vergüenza por las cosas que estaba diciendo, si fuera humana su cara estuviera hecha un tomate.


- No se preocupe si lo soy, vine hace algunos días a visitar a mi familia y acompañe a mi mejor amiga a la fiesta, pero no la encuentro por ningún lado - dijo mientras se movían al compás de la musica que llenaba el gran salón - y entonces la vi y me dije "porque no invito a una hermosa mujer a bailar conmigo" y ahí fue cuando la vi y dije "esa es la indicada" y aquí estamos - dijo por último, ella no dejaba de verla desde que había llegado de la fiesta.

Eclipse ‐ (Alice Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora