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Había arte en sus pedazos rotos.

Que para entenderla, tenías que estar roto también. 

La única manera en la que comprenderías la delicadeza de sus brechas.

Ella era una pieza de musica clásica, de esas que escuchas y sientes en el cuerpo cada uno de sus filos. 

Vaya que me encantaba esa pieza. 

Porque entre más huecos me abría, más la comprendía.

Ella era un poema,

 mi poema. 

Una obra maestra, mi obra predilecta.

Soltando mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora