XLIX

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Me llamaba la atención la forma en la que mirabas. A veces podría jurar que me miraste con amor, pero eso sería mentir. Por eso decidí que cada vez que te veía mi misión sería averiguar qué era lo que tanto me decían. Porque sí, tus ojos me hablaban. Me decían cosas que no lograba identificar. Debido a eso me tomé la tarea de estudiarlos y así poder en algún momento saber como estás a través del lenguaje de tus ojos.

Y lo hice, aprendí que cuando se tornaban cafés cuando solo le hechas una pizca de leche, es porque ese era un día singular donde los monstruos no acechaban, pero que igualmente te encontrabas mal.

Cuando eran tan oscuros como el café puro, era porque los monstruos estaban molestándote en ese momento. Y cuando estaban en el punto medio perfecto dónde eran tan cafés, era porque ese día finalmente tenías paz.

Pero mi momento favorito siempre eran cuando me mirabas, estaban  tan claros como la miel. Me invitaban a perderme en ellos para siempre, tenían un brillo peculiar el cual nunca pude descifrar y por eso me encantaban. Ese brillo que tenías para mí era cómo el amanecer. Nunca me cansaba de verlo. Sin embargo, sigo preguntándome que me decían, que querían. O que querías tú. Pero nunca lo supe y luego no pude seguir jugando a conocerte a través de tus ojos. 



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Soltando mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora