━𝗔𝗥𝗠𝗜𝗡 𝗔𝗥𝗟𝗘𝗥𝗧 ፧ ❝𝗬𝗢𝗨𝗥 𝗕𝗢𝗬𝗙𝗥𝗜𝗘𝗡𝗗❞.

―𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒕: 𝑳𝒐𝒗𝒆.

Creo que es imposible encontrar la razón del porqué una mujer tan linda como ella, me observa como si fuese alguien perfecto. Sólo soy alguien simple, un humano más dentro del mundo mismo, un mundo en donde aún es incógnito para seres tan mediocres como yo. Pero ella es que la destaca entre tanto paisaje, entre cada maravilla del mundo, entre cada atardecer que reluce aquellos mares salados y esa arena tan suave como una brisa mañanera. Me observa como lo más preciado del universo, aún sabiendo que en tantos espacios temporales pueden haber maravillas nunca antes vistas, puede asegurar seguir viéndome como el ser más preciado del universo. Promete verme como ese jóven que lleva consigo la perfección en la mirada, ella promete amarme a pesar de todo, pero lo que ella no sabe, es que mi amor por ella es aún más grande de lo que siente por mí. Esa manera en la que la observo, es aún mejor, es más que la mismísima perfección. Si me preguntaran lo que más amo de ella, supongo que respondería su mirada. Aquella mirada en la cual siempre pierdo la compostura, esa mirada que me desconcierta con tan sólo observar a detalle ese color que deslumbra junto a su piel. Esos labios que con tan sólo verlos siento mi rostro arder, esos labios que se vuelven mi locura, esos labios que quisiera tocarlos nuevamente aún sabiendo que podría contenerme ante tanta vergüenza. Esa piel tal suave, esa piel que siempre me ha gustado rozar con mis dedos, esa piel que ha simple tacto me lleva a otro mundo. Ese cabello que huele como si fuese un jardín lleno de rosas, ese cabello que siempre ha sido el centro de mi atención, ese cabello que irradia con tan sólo esos rayos solares del atardecer. Supongo que en lugar de escoger sólo una, escogería todo. No soy merecedor de tanta belleza, pero sí prometo protegerla apesar de todo, apesar de una distancia o apesar de las cosas imposibles que vengan. Amo observala aunque no lo sepa, amo observarla cuando está tan distraída en clase, amo observar cada mueca, cada expresión de su rostro. Amo verla sonreír cuando yo soy el causante de ello mismo, realmente amo cada cosa de ella, amo completamente lo que es. Simplemente es perfecta.

Ante los pensamientos de Armin, el sonido de aquella campana avisando la hora de salida había hecho de las suyas. Su mirada dejó de caer en ella a tan sólo unos asientos alejados de él. Rápidamente salió de aquel trance para guardar cada cosa en su determinado lugar, para así, llegar hacia ella con el valor reunido para dejarla hasta casa. Atravesando cada pasillo del instituto, rozaba aquella mano junto a la suya para hacerle frente a la vergüenza. En sus manos medio entrelazadas, sentía recorrer a partir de su frente gotas de sudor causado ante nervios surgidos. En segundos tan escasos, su mirada se incorporaba en el perfil de ella. En cada paso a dar, su cabello brincaba en un mismo sentido, mientras que al conectar ambas miradas, sus ojos evitaban seguir observándola. Evitaba observar aquellos labios tentadores con un sabor a miel, evitaba observar su rostro suave y deslumbrante para no caer en tentaciones. Su mirada nuevamente estaba frente a aquel camino que lo llevaría hasta la puerta de salida del Instituto. Cada estudiante pasaba rodeándolos, unos corriendo despavoridos para retirarse de una sola vez, mientras que otros, lentamente se dirigían sintiendo una carga en sus hombros por el estrés a causa de los estudios. Aquel rostro que permanecía a un lado, aquella persona que permanecía a su lado, era el único interés o tentación para observar nuevamente la belleza misma. De una manera lenta recorría las paredes hasta llegar a su posición. Su mirada se centró en su pómulo que tornaba un color rosa que se observaba aún más fuerte al encontrarse frente a él. Ocurrió un impulso en Armin para encontrarse a tan sólo unos centímetros de su mejilla, para así, ser presionado ligeramente por sus labios delgados y fríos en una piel suave y cálida. Inmediatamente fue apartado al notar tal acción hecha, mientras su rostro fue colorado a un tono rojizo fuerte al observar tu expresión de sorpresa.

–¡Lo lamento mucho! No me dí cuenta de lo que hacía...—Decía bajando su voz a medida se excusaba de la acción hecha. Su nerviosismo llegó a tal nivel que prefirió pedirte permiso para besarte.—¿Puedo... Puedo besarte?

Su mirada fue clavada en el suelo encontrando un punto fijo del cual mirar, sus manos pasaban a estar más frías mientras que su rostro parecía explotar.

–¿Puedo besarte de nuevo?—Preguntaba sin chocar sus palabras al reunir la fuerza de observarte nuevamente.