Prólogo: 𝐅𝐫𝐚𝐠𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 ⚠️

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El sabor a nicotina aún permanecía en sus labios.

La madrugada está empezando, pero Brooklyn es de esos lugares donde vale la pena vivir de noche. Había terminado su segunda caja de cigarrillos de la semana, y no se lo tomen a mal, ha esperado este día desde hace tiempo, pero odia tener que ser paciente.

Sentado, ajustando sus anteojos, está tratando de leer el periódico que no pudo conseguir por la mañana. Las hojas de papel han capturado el sereno, por lo que aun llevando unos guantes negros de látex, no consigue acoplar su temperatura corporal. Captando la luz de la entrada del restaurant, el encabezado de la nota principal dio su mayor resplandor:

"Demetrío Davis, el postulado a la candidatura para las elecciones a Alcalde del condado de Brooklyn".

Interesante. Relamió sus labios con delicadeza, tiene que deleitarse con el sonido de las palabras al leer la noticia.

—El político, después de estar tras la sombra de su descanso por casi 4 años, decidió que su experiencia como antecesor a una alcaldía del oeste de los Estados Unidos— una risa traidora intervino en su voz, —Sería su carta para ganarse a los habitantes de la ciudad de los árboles.

Un dejo ácido recorrió su conciencia. Pensar que la impunidad de un sujeto que solo tenía muchas monedas en la bolsa lograba comprar y borrar con sorna sus acciones, lo mantenía conmocionado. Pero sobre todo, el hecho de tener que manchar su nombre con la palabra "asesino", le removía aún más.

Por qué sí ser un asesino es no seguir agachando la cabeza cada que escucha sus nombres, sí serlo significa no callar las acciones grotescas de los líderes sociales, incluso sí darse el título es luchar por las personas que amó, entonces lo sería.

Es un asesino, que lucha por un mundo que le duele. Uno con sed por la justicia.

Parecía haberse distraído lo suficiente para no notar que su víctima ya salía de su cita. Kevin Davis iba tranquilamente con su acompañante, una chica rubia muy hermosa, con un par de ojos castaños que brillaban por las luces rojizas del local barato de comida china. Pero, sí la mirabas con detenimiento podrías ver que detrás de esas placas de maquillaje bien diseñado, se encontraba una chica no más allá de los veintiún años.

Vaya, parece que no ha cambiado nada. El sujeto, quién no solo trataba de meter sus manos dentro de la falda su pareja, había olvidado toda clase de juicios que debe seguir. Debería estar en casa con su esposa, que ahora tiene cuatro meses de gestación (spoiler: está esperando una niña, pero este patán aún no lo sabe), está seguro de que lo espera en su sillón estampado favorito. Sabiendo que no puede dormir, sin esperar a su amado.

El amor es patético, pero noble.

Kevin, dichoso, colocó sus manos en la cadera de la chica y comenzaron su caminata. Tendría que mantenerse a unos cuantos metros, si quería que el plan saliera a la perfección; sin más, ajustó la correa de su maleta a su hombro. No siente mucho el peso en ella, así que alcanza a los tortolos desleales a una distancia prudente.

Puede escuchar un poco de su conversación.

—¿Te gusto la cena, dulzura?, podemos continuar con el postre si lo deseas.

—Kevin, tus impaciencias me sorprenden— sacó de su bolso, un móvil —Llamaré a mi madre para decirle que llegaré más tarde, ya sabes, me esperaba un poco más temprano.

—Ni siquiera mi mujer me pone tantas reglas— la risa envolvió la conversación, el ambiente parecía demasiado familiar para ellos.

Tener que escuchar sus voces no es a lo que vino, por favor ya vayan a un sitio seguro. Ajustó nuevamente sus anteojos, y vislumbró su panorama. Las personas pasan a su lado sin prestarle mucha atención, podría ver a algunos locatarios sacando los platillos que regalarían al servicio comunitario, no son los mejores pero al menos nadie de la sección se quedará sin alimento que llevarse a la boca. Había gente recolectando basura para poder ganarse la vida, incluso había mujeres vendiendo su cuerpo para sostener a sus familias.

𝐅𝐞𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬𝐬 𝐥.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora