𝐈𝐗. 𝐏𝐚𝐫𝐥𝐨𝐭𝐞𝐨 ⚠️

396 30 223
                                    


El fin de semana llego más rápido de lo esperado, incluso antes que las lluvias de abril.

Las calles tenían ese aroma tan característico a asfalto húmedo, uniéndose a las migas de aceite de automóvil desgastado, suelas de zapatos nuevos dejando parte de su historia en ellos y una brisa risueña por los habitantes neoyorquinos. Era una noche importante, pero eso no deja de lado que terminó siendo una semana detestable para él.

Trata de ignorar el dolor de cabeza causado por una pelea que tuvo hace unos momentos con el conductor del taxi donde se dirigía a Crown Heights. El muy idiota quería cobrarle más de lo que la tarifa normalmente abarca sobre el área, así que las disputas comenzaron y casi terminaron con la necesidad de la ayuda policiaca. Supo que tenia que pagarle la cantidad que aquel mediocre exigía, porque no necesita la presencia de la ley cerca.

Camina despacio mientras sus pulmones de llenan de aquella bruma de nicotina y amoniaco, el humo entra sobre su piel dándole fuerzas para lo que está por hacer; es muy probable que esta sea una de las visitas más difíciles que hará en su planeación, pero que más da, tampoco es que haga una diferencia seguir dejándola de lado. Las casas en el vecindario son las más acogedoras que se logran ver en todo el estado.

Puede ver a mujeres preparando la cena en espera de que sus esposos lleguen a casa, mientras los niños ven algún programa estúpido en la televisión. Realmente extraña mucho esos tiempo, donde solamente tenía que preocuparse de sus tareas o arreglar sus rizos desordenados; jamás pensó que su concentración se tornaría en buscar justicia a mano propia. Es solamente en estas horas, donde la oscuridad reina, cuando queremos volver atrás y evitar muchas cosas por las cuales hoy en día nos sentimos infelices, pero jamás hay una manera de retroceder el tiempo.

Ajusta sus lentes y sujeta con mayor rendimiento su nueva maleta de gimnasio. En una de sus últimas visitas donde sentía que su corazón saldría corriendo de su pecho por exigirse de más en la caminadora, notó que aún quedaban rastros de sangre de su primera víctima. Cosa que aparte de repúgnate, podría llamar la atención de las personas. Se deshizo de ella en automático, y está tratando de acostumbrase a esta nueva adquisición. (No es bonita, pero es de tono anaranjado... que podría decirse combina con los ladrillos de la calle, ¿entienden? ¿color ladrillo?... es un buen chiste).

En cuanto llega a su destino puede notar que las cortinas cuentan con más polvo que la ultima vez. El edificio cuenta con una estructura muy elegante, las paredes blancas se encuentran un tanto desgastadas pero estas no limitan la belleza del hogar. Como se acostumbra en los barios ricos, el hombre cuenta con una pequeña sección de jardín que deslumbra con una cantidad absurda de jazmines. Toma con cuidado algunas, que sin poder evitarlo, se deslizan sobre sus dedos aguantados por el látex de color negro.

Puede imaginar su textura, hasta que logra marearse con el aroma que desprenden. Le trae recuerdos a un perfume el cual ya es muy familiar para él. Sonreír se ha hecho uno de sus mejores pasatiempos.

El día de hoy, visita a Archer Scott.

El hombre ya casi alcanza los sesenta años, y es una pena que nada de lo que fue algún día queda en estos tiempos. Desde la ventana puede admirar la imagen del hombre, las canas atenúan su edad de una manera esplendida a doc a aquel suéter bermellón que le ciñe el cuerpo. Archer se veía cansado, en sus años más brillantes y prósperos, el varón era uno mismo con su familia. Recuerda bien las pláticas que tenían después de los momentos tristes, Scott adoraba hablar sobre como su esposa lograba llegar a final de mes con lo poco que había en la despensa. Nunca logró conseguir un trabajo para la joven dama, que abandonó su hogar por seguir al amor de su vida y comenzar una vida desde cero.

𝐅𝐞𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬𝐬 𝐥.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora