𝐕. 𝐒𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐚

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Sus caricias eran tan cálidas, que sentía derretirse.

El ojiverde trataba de ocultar el temblor exhaustivo de sus piernas, pero su acompañante parecía divertido con dicha acción. Su espalda era sometida a fuertes rasguños, que dejarían marcas por un buen tiempo; Fabián besaba con pasión el cuello del policía, asegurándose de escuchar con atención los pequeños gemidos que salían de aquella voz gruesa y delicada.

—¿Qué pasa, amor?, ¿te gusta esto?— el moreno sujetaba los muslos del rizado, presionándolos hasta el limite del dolor placentero, su piel era tan suave que parecía irreal. Llevó al menor hacia un mejor movimiento, de forma que sus pelvis chocaran y la fricción fuera aun más exquisita, —Vamos, habla.

—Más, ve más rápido.

Harry estaba perdiendo el control. Pensó que una cita le vendría bien a su sábado aburrido, había sido un día lleno de papeleo y de ajustes dentro de su documentación. Pero quería pasar su fin de semana acompañado. Recordando que le debía una llamada a su conquista, no tuvo que mencionar dos veces la propuesta cuando la puerta de su departamento, anunciaba la presencia de su invitado.

Después de un buen trago de vodka con hielos y un par de discos de blues, las cosas subieron de tono con rapidez. Y bueno, ahora esta rogando por atención sin camisa, con el cuerpo lleno de sudor frio y sobre el regazo de un chico que lo hace ver estrellas, cada que lo sujeta con firmeza.

Fabián lo recostó en el piso con rudeza, asegurando  que sus manos estuvieran bien sujetas a sus dedos, con el fin de que no lograse moverse. Sus besos resonaban en las paredes de la habitación, podía sentirse la tensión sexual en el ambiente, el rizado sujetaba sus piernas a la cadera del de ojos almendra, para deleitarse con ese ritmo que lo hace estremecerse. La sensación de vacío en su vientre, lo lleva a la locura. Parecía que él que aún era un desconocido, se había grabado la forma exacta de como tocar su cuerpo.

Las embestidas cada vez eran más fuertes, pero no olvidaba pasar sus tersas manos por el cuerpo curveado debajo suyo sin pudor alguno. Harry siempre fue un chico tímido, pero muy aventurado en la cama. Le gustaba llegar a su limite, descubrir sensaciones nuevas y degustar de los clímax más inesperados.

—Siempre tan necesitado, ricitos— el moreno, llevó sus manos hasta las pantorrillas del su galán sensible, para colocarlos en sus hombros. Harry sentía que su visión de hacia más borrosa conforme la bruma lo consumida, y el desliz de los dedos ajenos colándose por su entrepierna, era la puerta al cielo.

 —Sigue, por favor— sus ojos se cerraron con fuerza. Su glande era acariciado con suavidad y el liquido preseminal podría nublarle la conciencia. Aquellos dedos lograban recorrer su hombría con profesión, asegurando que la base tuviera un choque de emociones.

Armándose de valor (la verdad es que, no quiere terminar tan pronto. Y quedar como un adolescente acalorado), logró tomar las riendas de la escena erótica que estaban recreando.

Se sentó con sensualidad sobre las piernas de su cita, besando su abdomen como si su vida dependiera de ello. Deteniéndose a observar los miles de lunares que le adornaban el cuerpo, lamía uno a uno, con el fin de proclamarlos a su nombre. El chico de ojos claros, se sentía jadear ante las acciones inesperadas del verdemar, llevando sus manos a sus rizos prolongados, para jalar de ellos.

Los besos fueron tomando temperatura hasta quedar en las líneas delimitantes del bóxer carmín, los pequeños bellos oscuros hacían acto de presencia. Pero antes de que el rizado lograse llevar una erección magna a sus labios, el sonido de su tono de llamada gobernó la habitación.

Ambos quedaron paralizados observándose con cariño, aun si sus pupilas dilatadas quisieran continuar ignorando la interrupción. Harry llevó su rostro hacia el hombro de Fabián, queriendo ocultar su sonrisa avergonzada y reteniendo la respiración para lograr tranquilizarse, pero unas manos ajenas acariciaron su espalda con dulzor, hasta hacerlo estremecer. 

𝐅𝐞𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬𝐬 𝐥.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora