Había pasado todo un mes sin la compañía de Jared. Por fin estábamos cara a cara. Y no podía atreverme a decirle nada.
Sophie fue la primera que pudo cortar el profundo silencio. Tenía las manos detrás, apoyándose sobre la puerta, saltando la vista entre mi amigo y yo. En voz baja dijo recordó que necesitaba buscar a alguien. No dijo quién, solamente abrió la puerta y nos dejó a los dos solos, otra vez en silencio.
Empecé a jugar con la orilla de las sábanas, aún sin estar muy seguro de qué decir. Sin poder verlo a la cara. ¿Debería reclamarle? ¿Soltar todas mis emociones de golpe? ¿O dejar que él hablara primero? Tenía mucha curiosidad por saber lo que fuera a decir.
—Ese cabello se te ve bien. —Fue lo primero que llegó a decir, con una voz un tanto temblorosa. Volteé los ojos, como si pudiera ver mi propio cabello. Sabía que estaba creciendo más largo de lo normal, empezaba a tapar las puntas de mis orejas, pero seguramente ahora estaba completamente desarreglado. Siempre buscaba una manera de aligerar la tensión.
—Escuché que Ingrid dijo que ya habías despertado así que corrí hasta acá. —Jared se apartó por fin de la pared y caminó hacia la cama—. ¿Puedo sentarme?
No esperó una respuesta. Frente a mí apareció su silueta, sin embargo, yo seguía fijando la vista hacia la cama, ahora a sus manos. Apretó la colcha con ella, quizá esperando a que yo hablara.
—Vamos —habló con un tono algo burlón, incluso escuché una sonrisa en su voz—, yo sé que tienes muchas preguntas. Es imposible que te quedes sin dudas.
—¿Por qué lo hiciste? —Levanté la cabeza. Jared se seguía viendo igual, con una media sonrisa. Le había dicho a Sophie que no me dejaría llevar por mis emociones, pero me dolía un poco verlo así calmado, cosa que se me hacía algo tonto.
—Había olvidado que tus preguntas suelen ser muy tontas. —Jared se rio al decir eso a lo que yo le propiné un golpe en el hombro. No parecía tomárselo tan en serio—. Perdón. Estaba intentando relajar el ambiente.
—Sólo quiero la verdad. La verdad completa. Nada de secretos. —Entrecerré los ojos instintivamente. Ya estaba harto de que quisieran sacarle la vuelta a todo lo que preguntaba. Sólo hablaban a medias y jamás se explicaban por completo. Yo también merecía saber.
—Está bien. Te diré todo lo que yo sé —Jared levantó las manos al mismo tiempo que asentía con la cabeza—. Pero con la condición de que no me vas a interrumpir hasta que termine, ¿estás de acuerdo? —Tenía el ceño arrugado con la boca fruncida. Mantuvimos la mirada por un tiempo, hasta que por fin moví la cabeza después de rodar los ojos por su condición. Pero con una ligera sonrisa.
Jared procedió a contar su versión de la historia. Parecía ser cierto que él se enteró de los Elegidos aquella tarde en casa de mi familia, cuando por poco se ahogaba. En ese mismo estado en el que yo había entrado, le contaron lo mismo. Sin embargo, a él le dijeron que yo también lo era y le hicieron prometer que no me diría nada hasta que llegara el momento.
Empezó a tener apariciones de cada uno de los integrantes para poder activar sus poderes, ninguno de ellos tan intenso como el de Sophie, aclaró. Y cuando llegó el momento del líder, Jared se sentó a hablar con él, más o menos como lo que nosotros quisimos hacer. Preguntó acerca de mí y de él, si había alguien más que ya lo sabía. Arthur le contestó que nuestros padres estaban enterados.
Ahí fue cuando Jared se sentó a hablar con su mamá, junto con Arthur. Para poder aclararlo todo.
—Parece ser que Arthur conocía a papá —dijo con una voz un tanto temblorosa—. Un año después de que nos abandonara, Arthur llegó a nuestra casa. Sin embargo, él nunca supo que se había esfumado. Ahí fue cuando mamá se enteró de los Elegidos.
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La Espada de Oro (Elegidos #1) (EDITADA)
Fantasia"La Tierra. Siete mil millones de personas en ella, o algo por ahí. Siete mil millones de historias que contar. Y una de ellas involucra mi vida, la de mi amigo, mis padres y un montón de gente loca que dice contar habilidades mágicas que no todas l...