VIII. d

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Una vez dentro, conversaron comiendo pastel y dentro del micro cosmos que armaban. Jose María había encontrado finalmente el kimono y se lo había puesto. Paulina sentada en perpendicular a él, posaba sus piernas extendidas en las rodillas del chico. Casual.

La rubia trabajaba en el despacho de Servicios Educativos en la facultad. Chema sabía quién era, claro. Y la mujer, gracias a los comentarios que oía ir y venir, tenía muy de presente el desempeño académico que constaba del alumno Riquelme Torres. Como también lo conocían varios miembros de la comunidad académica y autoridades que se habían interesado en él; y aunque era algo pronto, se rumoraba que ya habían considerado ofrecerle adelantar el servicio que se requería a los alumnos para titularse en el Bufete de la facultad, aunque él sólo estuviera de intercambio.

P: Pero eso es bueno, no?

J: pues por lo pronto es halagador, y tal...además me lo acaban de decir sin ser oficial y yo ya estoy de salida Pau. Me voy en pocos días.

Fueron interrumpidos por Ruth

R: oigan ustedes? No les da cosa contar monedas delante de los pobres?

J: pero que dices?

R:acá acaramelados, con la ropa del otro, enredados, murmurandose... ya chavos!no sean descarados! Al menos admitan que se traen algo

P: sabes que lo que dices no es así María Ruth Portillo Bittar.

R: aja... y qué dices tú entonces? -levantandole las cejas- En fin, oigan, solo quería saber si nos van a acompañar a la disco si o si?

Se miraron buscando como zafarse del asunto. Ninguno tenía demasiadas ganas de ir, pero su amiga pidió por favor por ser su cumpleaños y nada más tuvieron que acceder, aunque más no fuera por un hacer presencia un rato.

Ahora sería el desmadre de ver de a como les tocaba alistarse entre todos los presentes.

P: ay no. Una disculpa pero yo así no puedo. De pronto voy a mi casa  me cambio y los veo allá.

R: que vas a ir hasta las Lomas Paulina?!?! No te hagas, tu te me vas a rajar!

P:ay ya! Que no. No seas pesada,pero piénsalo, hay solo dos duchas, y así no vamos a terminar de salir nunca. No seas exagerada. Ya te dije que voy y voy.

J: yo propongo una cosa. Mi departamento está más cerca. Si te sirve, Pau, puedes cambiarte allá y luego para donde los demás.

R: no bueno, pues ya estuvo que ahora no vuelve ninguno de los dos! Jajajaja. Que onda? Se van a bañar juntitos?

P: Basta Ruth, estas poniéndote insoportable. No me des razones para no ir de verdad.

R: no te pongas así. Solo bromeaba, amiga. Y pues si. Deberías aprovechar acá esta oferta, y los veo allá... Ah. Y ahora en serio.(apoyándose en el hombro de José) podrían dejar de hacerse tontos..¿o no lo ven?... baeeee.

Luego de otra breve mirada, fueron por sus cosas.

Paulina entró directo a la ducha. Él decidió cerrar la puerta de la habitación ya que se conectaba con el baño, para darle más privacidad; mientras, fue a la cocina a lavar trastes que había dejado por la mañana, para mantenerse ocupado.

Cuando escucho la voz de Paulina avisandole que ya podía pasar, la vio con el cabello aún envuelto en una toalla, sentada en la sala, sacando de su bolsa sus cremas y cosméticos. Chema entró a su habitación y revisó que iba a ponerse.

P: José María  tendrás una secadora de cabello para prestarme?... Cómo? No llevabas tus cosas?

J: Para nada. No pensaba ir.

P: Andale

J: te rendiste muy fácil jajajaja. 

Le alcanzó el aparato y entró a ducharse.

Con ayuda del espejo de la sala, Pau se colocó un poco de rímel, y gloss en los labios. Se secó el pelo, y antes de debatir como arreglarlo, se puso a ordenar un poco el lugar y los platos que escurrian en la cocina.

Al poco, la llamaba José.

J: Pau, tienes crema que me prestes? Me arde un poco el sol de hoy.

P: si, ya te la alcanzo.

Finalmente salieron un poco apurados y recién bajo la luz del elevador pudieron verse más detenidamente.

Paulina llevaba un vestido bien pegado al cuerpo, de tirantes finos y largo hasta debajo de las rodillas. Era dulce y bohemio, pero en algún punto se antojaba sexy, pues parecía una prenda de lencería. Podía verse el fondo claro debajo del tul negro bordado de pequeñas florecillas de colores que lo cubria. Llevaba un chocker trenzado negro y aunque sus sandalias eran altas, los tacones era de plataformas así que le resultaban más cómodas. Su piel apenas bronceada le favorecía, sin duda.

Él  iba con pantalones y zapatos negros. Y había escogido una camisa y corbatas estampadas que de pronto eran llamativas, pero enmarcando la cara del español, era un combo bastante interesante. De alguna manera combinaban con su piel y sus ojos.

Pau seguía molesta con su pelo y él intervino.

J: a ver, presta.

Parado detrás de ella, levantó ligeramente una parte del cabello,recogiendolo con unos pasadores brillantes que ella le dio.

J: listo... te puedo decir algo? Estás muy linda..

Mientras la puerta del elevador se abría, ella sonreía.

P: y tu? No vas a tener calor con tanta ropa?

J: olé! 

P: jajaja no! Digo que como que es muy cerrado.

J: pues será subir las mangas y aflojar la corbata. Vamos, vamos, estilo, aunque más no sea para llegar. -Le guiño un ojo-

Ya en el auto, Paulina se sumió un momento en sus pensamientos. Se había dado cuenta, si, de que se aislaban del resto estando juntos, como en la tarde... la sensación le revolvía el interior, le gustaba y le molestaba a la vez.

J: que? Que pasa ahora? Que piensa Chavela?

P: pues ya piensan que andamos, ahora llegamos juntos...

J: tu oliendo a mi shampoo y yo oliendo a tu crema jajaja...

P: si, ay por favor 

J: y eso a ti en que te afecta? Digo, con tanto reproche que le hiciste a Ruth, me quedó bien claro que no te gusta ni medio la idea...

P: ay no es eso... ya. No me hagas caso.

Se evadió por la tangente como siempre porque en realidad, lo que si le daba eran nervios. Nervios de sentirse así, a gusto con la idea, pero que no podría ser

Joaquín y ChavelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora