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Se despertó, sin saber cuánto tiempo había pasado, estaba sintiendo los efectos de dormir en una posición para nada favorecedora, sentía este peso en el pecho y esta tensión en la nuca, así desparramado como se había quedado sobre su sofá.

Cuando vio lo que tenía encima y le aplastaba, como por un pase de magia sus dolores se fueron, todo se fue. Allí estaba Paulina durmiendo sobre su pecho, envolviéndolo con brazos y piernas. No pudo sino sonreír, Recordó los eventos de hacía algunas horas y aunque todo estaba confuso causa del sopor y de la presión que había sentido los días pasados, revuelto en tristeza y malos sueños, le era difícil negar que tener su calor tan junto a su corazón era lo mejor que sintió en muchísimo tiempo.

Alcanzó a divisar un reloj cerca de la puerta: las 5.20 de la mañana. Pronto empezaría a despuntar el día.Decidió que llevarla a dormir a un mejor lugar era lo procedente y así lo hizo.
Con mucha suavidad la cargo tratando de no despertarla, aunque presumía ella no despertaría fácil con el alcohol que había ingerido. Volvió a sonreír. Ella lo hacía sonreír. De pronto era una mujer resuelta aun siendo tan joven, y de pronto era una niña montada en su berrinche. Su dulce Paulina.
La llevó hasta la cama y la vio dormir un momento, mientras ella se acurrucaba. Simplemente se sentó a un lado suyo y delineaba sus facciones con una suave caricia a la luz de la lámpara de la mesita de noche.
Por su mente surcaban preguntas acerca de qué pasaría cuando despertara, si se acordaría de lo que hizo, o si esto fue a causa de la bebida...Y él? que haría?
A un lado vio sus maletas a medio hacer, que lo interpelan más duro justo al lado de la puerta del armario que mantenía con llave... por un instante entro en shock. QUÉ LE DIRÍA?
Un gemido de Paulina lo sacó de su ensimismamiento. No quería despertarla, al levantarse de donde se había sentado, todos sus músculos le reclamaron el esfuerzo. Hola de nuevo a sus dolores y a la tensión.
Buscó lo necesario de entre el tiradero que era ese apartamento en plena mudanza, miró de nuevo a su bella durmiente, apago la luz y se adentro en el cuarto de baño para darse una ducha de agua caliente que le ayudará a relajarse, a riesgo de estar a solas con sus pensamientos una vez más

Un ruido comenzó a colarse en su sueño. al ir despertando, lo encontraba mas y mas estridente, le partía la cabeza obligándole a abrir los ojos. La claridad que tenía de frente se lo impedía, pues le hizo sentir la punzada de cientos de alfileres en sienes y ojos. Se sentía fatal.
A lo lejos escucho una voz familiar susurrar pero nada tenía sentido, ni siquiera sabía dónde se encontraba, así sin poder despertar del todo.
En un momento, Chema estaba bajando un poco la persiana del cuarto que había quedado abierta desde el día anterior y que era lo que estaba enceguecido a una Paulina que tenia los ojos apretados y un mano frente a su cara, sentada en la cama donde hasta hace nada dormía plácidamente. Ese ruido tampoco le sentó muy bien a su resaca y se quejó.Ya frente a ella y tomándole las manos con dulzura, saludo con una enorme sonrisa a la chica que se esforzaba fuertemente por abrir los ojos.
J: Buenos días, Chavela
P: Que? Don.. ¿Dónde estoy? ¿Qué haces aquí?
J: Pero bueno que eres mala tomando, Paulina de la Mora. Me asaltas en mi propia casa y no sabes que hago en ella?
P: Ay, que? no te entiendo?
J: Ay, cuánto diera yo
Por verte una vez más
Amor de mi cariño (empezó a cantar abrazándola, colocándola contra su pecho suavemente)

Paulina abrió los ojos muy de repente como platos originando más dolor de cabeza
P: Ay.
La noche anterior se devolvió vivamente a su memoria
P: Hola José María. (le dijo, viéndole a la cara, luciendo como una criatura a la que acaban de regañar)
J: Hola, ahí estás. Buen día Chavela. Voy a prender la luz tantito, si? tu me dices si la resistes.
P: está bien
José que ya la había liberado de entre sus brazos, solo le sonreía en silencio como embobado. Ella se destapo los ojos y vio que estaba en la cama de él, su cara era un poema. Pudiendo adivinar el desconcierto, la sorpresa y que todo le daba vueltas, poniendo una mano sobre su rodilla la tranquilizo.
J: tranquila, estás a salvo
P: pero...
J: estamos bien
P: (se tocó el pelo y lo sintió enmarañado) debo lucir fatal
J: de susto diría yo (y echó a reír mientras le acercaba un espejito)
P: Ay, por favor, que horror!!!
La imagen que le devolvía el cristal era deplorable. Despeinada, con el maquillaje vuelto nada y corrido donde habían pasado las lágrimas. Le escocia detrás de los párpados, el estómago revuelto y esa jaqueca espantosa.
Hizo por salir disparada al baño a adecentarse, pero un dolor sordo se lo impidió.
P: ay
J: sh sh quieta Paulina, no te vayas hacer daño. ven vuelve a recostarte. Tienes una resaca de la hostia. Déjame ir por una aspirina y a ver que encuentro.

Veinte minutos después Jose volvió con clamato, una aspirina y un caldito para el soldado caído. Cuando entro, Paulina roncaba. Otra vez se sonrió envuelto en una ternura que no podía explicar. El cuadro de ella toda desparpajada atravesando una cruda de las buenas, se le antojaba de lo mas lindo. Sin duda estaba en problemas.
J: Pau, Pau. Soy yo, no te asustes, ven, toma. Vamos a ponerte en condiciones.
P: Chema... yo estoy..
J: borracha todavía? si, probablemente
P:... vestida
Ahora si tuvo que echarse a reír.
J. QUE?! bueno, veo que estás recobrando la memoria, mi bella durmiente....
P:... pero tú estás recién bañado...
J: que sepas que no te saliste con la tuya De la mora. Mi virtud está intacta jajajajaja
P: es que...
J: tomate esto cariño, tómatelo y cuando estés mejor hablaremos.

Joaquín y ChavelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora