Magnetshield || Único

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Lo odiaba.
Lo odió desde que lo vio corriendo hacia su dirección, pidiendo que detuviera el ascensor. Su odio incrementó cuando trató de sacarle platica con ese tono tan feliz en su hablar y al darse cuenta que iban a trabajar en el mismo edifcio.

Lo detestó aun más cuando apareció en frente de su oficina, dando ordenes  provenientes de Howard Stark.
Ni siquiera entendía cómo fue posible que aceptara ese trabajo, ¿qué hombre en su sano juicio acepta ser asistente personal de otro hombre?

Si esa no eran suficientes razones para odiarlo, ese rubio siempre es tan amable y servicial con todos.
Nadie podía ser tan jodidamente alegre.

Odiaba a Steven Grant Rogers con todas sus fuerzas. Siempre con una sonrisa, siempre dispuesto a ayudar, siempre era tan fácil aprovecharse de él.

—Hola, Erik —saludó el rubio con su característica sonrisa, haciendo gruñir al otro hombre.

—¿Se te ofrece algo? —preguntó sin dejar de ver el computador.

—El señor Stark quiere los reportes financieros de esta semana, en una hora, por favor —le dio un vistazo a su libreta, hoy tendría un día muy ocupado.

—¿Una hora? —rodó los ojos, Howard a veces era insoportable.

—Puedo pedirle que te conceda más tiempo —sugirió amable.
Sabía de sobra que Erik iba a rechazar su propuesta, porque así de orgulloso es y porque nunca acepta su ayuda.

Siempre se pregunta si hizo algo para caerle mal.

—No, muchas gracias —estiró la mano señalando la puerta.

Rogers lo entendió de inmediato y sin decir nada, salió de aquella pequeña oficina.

Nunca comprendió que hizo para caerle mal, tal vez simplemente decidió odiarlo sin razón aparente.

Lehnsherr se dio cuenta más tarde de todo el trabajo que le costara tener esos datos en una hora, le faltan los costos de dos áreas.
Suspiró algo agotado y decidió tomarse un respiro.

Se dirigió a la cafetería de la empresa y enmedio de gente pasando de un lado a otro, se dio cuenta de porqué odiaba a Steve.
Lo odiaba por lo que no podía obtener, amor.

Resulta que la eduacación, juicios, valores, prejuicios y religión, influyen mucho en tu persona, así como te dan ciertas libertades, te dan limitaciones.

Él no podía amar, al menos no como su prima la "rara", su prima la "rara" que se enamoró de otra chica y fue expulsada de su casa, la misma prima "rara" que decidió acabar con su vida, antes de vivir en agonía.

Odia a Steve por poder besar a su novio cuando lo viene a dejar, por tomarlo de la mano sin tener miedo, por traerlo al trabajo sin importar qué dirán los demás, por tomarse fotos, por abrazarse.

Odiaba que Steve fue criado para ser libre, para amar.

También odia a Sam, por no ser él quién haga reír al rubio.

Así que sí, odia no ser capaz de amar con libertad. 

Steve  RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora