Stoki

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Asgard es un reino muy lejano y uno de los más importantes en el mundo entero.
Algo que lo hace especial y único, es su manera de juzgar a los prisioneros. Siendo los primeros en tomar la iniciativa de dar sentencias en menos de 30 días, 30 días que sirven para encontrar inocente al prisionero, de no ser así, será ejecutado en la gran plaza, a la vista de todos.

Jotunheim es el reino vecino, enemigo por mucho tiempo de Asgard.
Hasta que el príncipe heredero, Loki, decide mandar una carta para hacer las pases y unir fuerzas, debido a que ciertos suministros -como el agua-, se están acabando. Y abrir las fronteras, resultará beneficioso para ambos reinos.

Tras recibir una carta de invitación, por parte del Rey Odin, su emoción incrementa.
Preparando comidas típicas de su hogar, llevando uno de sus mejores caballos como obsequio, entre otras cosas.

Una vez que llegó, recuerda muy poco lo que pasó.
Simplemente despertó y tenía las manos llenas de sangre, una daga en ellas y frente a él, el Rey Odin se hallaba muerto, con más de 20 puñaladas.

Sin que le diera tiempo de pensarlo, los guardias reales entraron para llevárselo y encarcelarlo. No le dieron tiempo de réplica, ni siquiera de pensar. 

—¡Yo no maté al Rey! —gritó en su defensa mientras lo llevan a su próxima jaula.

—¡Yo no maté a tu padre! —gritó más fuerte cuando vio pasar al príncipe Thor, esperando que este le crea. Él sólo volteó el rostro, ignorando por completo sus súplicas.

Loki, sabe lo que le espera, al ser el reino más grande y con más poder.
Su padre no podrá apelar por su bienestar, aun siendo inocente. Debido a que el asesinato tuvo lugar en Asgard.

Los primeros cinco días fueron una tortura inminente para él, todos los guardias lo tratan mal, le escupen, orinan cerca de su celda, le entregan comida en mal estado. Uno casi intenta violarlo y a otro tuvo que masturbarlo por un poco de agua.
Si eso le pasó en cinco días, no sabe que le pueda ocurrir en los treinta días que faltan para su ejecución.

Porque sí, el nuevo Rey —Thor—, no quiso escuchar su defensa, simplemente lo sentenció al mismo destino que tuvo el Rey fallecido. Ser apuñalado frente al pueblo hasta su deceso.

—Yo no lo hice —repitió al ver al custodio.
Ha sido el más bueno con él, sin contar lo de la masturbación.

—Ya me lo dijiste un millón de veces, ya callate —se quejó Fandral—. ¿Vas a querer comer hoy? —insinuó moviendo ligeramente la cremallera de su pantalón.

—No —hizo una mueca de asco.
Podía vivir un día sin comida, si sigue haciendo lo que este custodio le dice solo por comida, probablemente la próxima vez lo obligue hacer cosas peores.

—Como quieras, hoy traerán un nuevo guardia para ti —dijo despreocupado—. Tal vez él no te dé de comer ni porque le hagas un mamada —se burló.

El joven príncipe estuvo a nada de acceder, llevaba dos días sin comer, pero su orgullo fue más grande.

[•••]

Estaba muerto de hambre para eso de las dos de la mañana y no había luces de su supuesto custodio nuevo.

—¡Tengo hambre! —exclamó a penas con fuerzas.

Entonces lo vio, una sombra en la oscuridad, muy poco perceptible.

—Haré lo que sea por un poco de comida, señor —se acercó hasta la orilla de su jaula. Esperando una noble acción de aquella sombra—. Se lo suplico —su voz sonaba más débil.

Y se sentía sucio por suplicar, él siendo un príncipe, suplicando por comida.

—Pensé que estaba dormido, lo siento —habló finalmente, saliendo de la oscuridad.

Un hombre de barba espesa, musculatura trabajada, cabellera rubia y grandes ojos azules.

—Lo único que quiero a cambio es que me cuente porque está aquí —dijo abriendo aquella barrera color dorado que los separaba.
Dejando sobre la pequeña mesa la comida.

—¿Por qué quieres saber eso? —preguntó desconfiando, acercándose de poco a poco a la mesa.

—Soy un liberador, me intriga su historia —sonrió—. Escuché de lo que sucedió, a penas me enteré  vine a verlo —explicó con calma.

—Yo no maté al Rey, lo juro —habló de pronto, sabe que es un tonto por confiar en este extraño.
Pero es la persona más amigable que ha conocido.

—¿Qué sucedió? —cuestionó por segunda ocasión.

—Yo vine por la invitación del Rey Odin, desperté con las manos llenas de sangre y él ya estaba muerto —ligeras lágrimas se escaparon de sus ojos color esmeralda.

Él no mató a nadie, nunca ha matado alguien a lo largo de su vida. Tal vez por eso es la decepción de su Reino. El futuro Rey Jotunheim que no cree en las guerras.

—Te creo —comentó recorriendo la celda.

Loki sintió su alma descansar, por fin alguien confía en su palabra.

—Ahora, come eso rápido —señaló su bandeja—. Nos iremos antes del amanecer —dijo antes de salir de la celda dejándolo solo y con muchas dudas.

[•••]

Una hora después volvió, traía una ropa diferente y dos morrales en su mano derecha.

—Vístete —aventó varias prendas de cuero a sus pies.

No entiende que pasa, tiene tantas preguntas, pero al mismo tiempo, sabe que esta es su salvación de una muerte trágica o puede ser el destino de una muerte peor.

Pero aquí está, haciendo lo que un extraño con barba le dice.

—¿Qué? —preguntó el rubio al ver que el pálido hombre no se terminaba de cambiar.

—¿Puede darse la vuelta? —pidió.
Podrá ser un prisionero ahora, pero sigue teniendo pudor.

—Ambos tenemos pene, no sé cuál es el problema —gruñó dándole la espalda al azabache.

Loki lo agradeció y terminó de ponerse los pantalones con más seguridad.

—Lis... —no dejó que terminara su frase cuando ya lo estaba sacando de aquellas cuatro paredes.

—No te muevas —pidió el extraño al príncipe. Quien asintió.

Loki vio al hombre cargar un cuerpo, para meterlo a su celda y después cerrar la barrera.

Estando ahí parado, se dio cuenta que el hombre traía el emblema del reino en su ropa, lo que significa que ése en realidad era su nuevo custodio. No éste hombre rubio.
¿Quién rayos es él?

—Andando, tenemos dos horas antes de que se den cuenta  —habló sin mirarlo.

Le entregó un morral y una daga.

Aún con la cabeza hecha un lío, el príncipe de Jotunheim, se empeñaba en seguirle el paso al extraño. Su instinto de supervivencia lo obliga.

—Por aquí —el rubio movió una de las antorchas del enorme castillo haciendo que la pared se abra.

Un pasadizo secreto.

—¿Quién eres? ¿A dónde vamos? ¿Por qué me ayudas? —escupió una de las muchas dudas que tiene.

—Mi nombre es Steve Rogers, ahora guarda silencio sino quieres que nos maten —frunció el ceño.

Prendiendo fuego a una de las antorchas de ese pasadizo.

—Yo soy Loki —musitó bajito.

Siendo ese el inicio de una aventura llena de desafíos, peligro, magia, donde su vida estaría en peligro más de una vez.

Steve  RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora