Spidershield || Único.

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Sabía que estaba políticamente mal, pero a juzgar por sus actos, no le importaba mucho.

—Mgh, Steve~ —lloriqueó Peter con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

Steve lleva minutos rodeando su entrada sin introducir absolutamente nada. Algo que estaba frustrando al menor.

En un intento de hacerlo ceder, el chico empujó su pene con fuerza ala boca del rubio, quien estaba haciéndole una felación.
Pero Steve ni siquiera se imputó por tal acto, no como él, que a veces tienen que parar por su inexperta garganta.

—Hazlo ya —exigió en un hilo de voz.

El rubio sacó lentamente el pene de su boca, al llegar al glande, succionó con fuerza haciendo que Peter arquera la espalda.  

—Steve~ —gimió enredando sus dedos en las hebras dorados de su hermanastro.

El mencionado dejó de succionar, para sacar por completo el falo de su boca, haciendo un ruido morboso por la acción.

Una sonrisa perversa se posó sobre los labios de Rogers. Peter ama esa sonrisa.

—¿Vamos a jugar rudo? —inquirió el castaño emocionado.

—Aún mejor, no vamos a jugar —pasó sus dedos lentamente por el pene del chico, el cual estaba erecto.

—Pero ¿por qué? —Peter se cruzó de brazos en claro enojo—. Primero me abandonas por el trabajo y ahora me dejas así —señaló su propio pene.

—Eso mismo digo yo —rodeó el miembro del menor con sus dedos—. Me voy dos meses... y me entero que ya tienes novia, Parker —dijo comenzando a subir y bajar su mano, estimulando de nuevo al castaño.

—Puedo explicarlo —jadeó, presa de la excitación.

—No tienes que explicarme nada —contestó liberando el falo de su agarre—. De ahora en adelante, ve a pedirle sexo a tu novia —rio, antes de irse, besó de manera demandante y brusca al menor, quien ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.

Steve se levantó, se dirigió a la puerta; echó un último vistazo.
Lucía tan apetecible con esa cara de frustración y su pene al aire.

Pero no, ya era hora de terminar con esto, no podía seguir privando al muchacho de tantas experiencias.

Él tiene que viajar constantemente por trabajo y cuando vuelve, Peter está ahí, esperándolo con todas las ansias del mundo.

Cuando comenzó con esto, no creyó que duraría tanto.
Peter tenía 19 años y un acné severo, decía que nadie se fijaría en él. Steve dijo que eso era mentira, porque Peter tiene otras cosas más interesantes que la belleza, fue entonces cuando el menor lo besó, se sintió extrañamente bien. Ambos eran conscientes de que no son hermanos, pero habían crecido como unos.

Ese día fue el comienzo de algo, algo que no pasó de los besos hasta que Parker cumplió 21 años, porque los siete años de diferencia le pesan mucho al mayor.

Ahora que Peter tiene 23 años y no queda rastro de su acné, Steve sabe que llama la atención por su enorme belleza. Sabe que es hora de dejarlo ir, porque es joven y merece divertirse, salir con un montón de personas.

No estar esperándolo, no hablar hasta altas horas de la noche porque tienen horarios diferentes.
No, Peter merece una relación sana. Merece más.

—Hijo, me hubieras dicho que regresabas —habló su madre sacándole de sus pensamientos—. Habría preparado tu comida favorita —fue envuelto entre los delgados brazos de su mamá.

—Peter debió ponerse muy feliz —comentó una voz masculina mirando las escaleras detrás de él.

—Sí, sí se puso muy feliz —suspiró.

—¿Te quedaras a cenar? —preguntó su madre con una mirada llena de ilusión.

—No, no tengo mucho tiempo —sonrió, un aire de tristeza se asentó en su mirada.

—¿Por qué no tienes tiempo, Steve? —esa era la voz de Peter—. Contesta —reclamó.

—Me voy por un año a Hong Kong —soltó con pesar.

Sarah suspiró afligida, su esposo la abrazó por la espalda.

Y el silencio se hizo presente, cuando Peter estampó su mano contra la mejilla de Steve.

—Maldito mentiroso —otra cachetada—. Pensabas dejarme —lo empujó con todas sus fuerzas, pero el hombre apenas y se movió.

—Hijo, por favor, calmate —Richard dejó a su esposa para tomar al castaño por lo hombros.

—¿Acaso soy un juego para ti? —escupió—. Ya vete, se te está haciendo tarde —bramó.

Sarah y Richard se miraron entre si sin entender la reacción de Peter.
Sabían de su relación estrecha, pero no creen que sea para tanto.

—No lo eres, pero debes vivir —dijo Steve viéndolo a los ojos—. Mereces más de lo que te doy —explicó.

—Pues llevame contigo, llevame —sugirió nervioso Parker.

—¿Qué carajos está pasando aquí? —preguntaron al unísono sus padres.

Steve  RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora