La regla de los 0.5 segundos.

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k.th

Aquella noche, mientras la manta me cubría la mitad del torso en el sofá, no pude dejar de mirar la argolla en la caja. Tenía grabadas las iniciales de Yoongi tras el diamante y el acabado de oro blanco al frente realmente lo hacía lucir como si fuera la argolla perfecta, pero, principalmente... Lo obvio era que si ella no la llevaba en el dedo anular, lo había rechazado. O era simplemente que ambos se habían dado cuenta de que no eran el uno para el otro. Nunca lo sabría, por que jamás se lo preguntaría. Había cosas que debían mantenerse en secreto por el bien de la salud mental, eso lo había aprendido a cuenta gotas de dolor innecesario en el pasado. 

Y como una forma poco convencional de darme cuenta de mis sentimientos, comprendí que estaba enamorado de Yeon desde que la conocí. Parecía ridículo desarrollar emociones reales por alguien que sólo había estado mirando durante meses al otro lado de una enorme habitación, pero era así. Estaba enamorado del misterio inaudito que representaba su existencia, la forma en la que sonreía al pasar las páginas de esos enormes tomos de libros, como espabilaba cuando comenzaba a encorvarse en su asiento al perderse en la lectura y lo amable que solía ser con las personas que le pedían sentarse junto a ella en la misma mesa. Todas esas veces en las que sentí que mi corazón se hizo pequeño al verle con los ojos tan hinchados durante días seguidos y la decepción de su ausencia. 
Por eso había ido tras ella en la estación de tren aquel día, aunque estaba implícitamente obvio que me flechó desde el inicio, caí rendido ante su personalidad.  Continué esperando a que apareciera cada día durante un año entero, y esa era la prueba fundamental para comprobarlo. 

Para Yeon no era necesario hacerlo todo perfecto, apreciaba los detalles incluso aunque no salieran del todo bien. Era la misma razón por la que mi confesión no fue en ese restaurante acompañado de vino tinto, sino en una jaula para batear mientras la lluvia arruinaba nuestros atuendos. Y que malditamente bien se había sentido.

—Yeon...—Balbucee al no sentir su calor junto a mí. 

Me levanté de la cama en medio de la insatisfacción de no haber visto su rostro al despertar. Por una milésima de instante estuve tan decepcionado con la posibilidad de que se hubiera marchado. Por que estaba acostumbrado a despertar solo aunque dormía acompañado. Ese vacío que no dejaba de inundar mi alrededor solía hacerme llorar de vez en cuando. Lo más importante, perdí algo de tacto entre las caricias antes de irnos a dormir.

Pero mi corazón explotó de felicidad cuando la vi en la cocina. Terminaba de poner los panqueques en la mesa mientras bailaba al ritmo de esa vieja canción de amor en la radio. Y me di cuenta de que nunca antes había querido tanto algo como eso en mi vida. Existía un segundo término de prioridades, y nada tenía que ver con mi puesto dentro de la sociedad. Lo que me apetecía era la compañía de Yeon, incluso aunque las cosas no estuvieran yendo del todo bien.

—Hola—enredé mi brazo en su cintura.

—Lo siento ¿El ruido te despertó?—sujetó mi brazo para mirarme de lado.

—Desperté por que no estabas junto a mí—besé su cabello—, creo que al final fui un poco rudo ayer—levanté con cuidado la tela de mi playera para ver las marcas de mis dedos en sus muslos.

—Mi piel es demasiado sensible—carraspeó la garganta pero guardó total silencio cuando la tomé de la cintura para sentarla sobre la encimera.

—Déjame verte, me perdí de esta linda expresión cuando abrí los ojos.

—Pensé que tendrías hambre cuando despertaras, pero no tenías mucho para cocinar. Así que por eso hice los panqueques, tú realmente necesitas hacer compras—besé la punta de su nariz esperando que volviera a sonrojarse, pero a cambio recibí un firme beso en los labios. 

—Haremos las compras después de desayunar, no es tanto como una cita. Pero... En vista de que ambos somos seres humanos con necesidades fisiológicas, ya qué.

—Creo que cualquier cosa en la que tu presencia esté implícita, se siente como una cita—sonrió orgullosa—. Sobre todo cuando eres tú quien pone esa expresión tímida—acarició mi mejilla—. Anoche quise decir que también me gustas, pero ambos estábamos muy apresurados. Así que lo diré ahora—tragué duro. Esa era la primera vez que escuchaba algo como eso—. También estoy enamorada de ti, es decir, la vida siempre se había sentido como una pérdida de tiempo. A veces parece que no soy buena en nada, pero cuando pienso en ti dentro de todo ello, siento que soy capaz de ser tan libre como una hoja al viento. Contigo es tan sencillo aplicar la regla de los 0.5 segundos—sonreí—. Es fantástico pensar que nos hemos visto otras veces en el pasado. No quiero tener miedo contigo, así que quiero saber exactamente, si nosotros podemos salir oficialmente. Por que no me apetece desperdiciar lo que siento por ti.

La regla de los 0.5 segundos había sido escrita en un mural de notitas adhesivas en la biblioteca, de vez en cuando los lectores colocaban sus deseos, inquietudes o formas de vida en el. Yeon había escrito aquella cita de sí misma ahí. Y decía que le pertenecía a sabiendas de que yo había buscado el autor por doquier: "Antes de actuar, asumir, sentir, o pensar, toma 0.5 segundos de tu tiempo". Yo robé esa nota y la puse en mi billetera. Nada más que decir. 

—Sí, nosotros podemos salir oficialmente, Yeon. Eres en donde quiero estar. 

También me sentí así alguna vez, como si la vida no tuviera sentido. Siguiendo una pauta que parecía no tener coherencia en el transcurso. Como si estuviera tan incompleto que tenía que conformarme con todo eso por que sí. Pensándolo bien, dejé de obligarme a levantarme de la cama sólo por que sabía que le vería. La razón había estado ahí desde el principio. 
Yeon no lo volvía todo rosa para mí, cada situación era compleja desde su forma, pero incluso aunque yo estuviera cayendo de 40 metros y me golpeara en el rostro, todavía me sentía capaz de enfrentarlo todo. Todavía parecía confuso. Podía meter su mano debajo de mis pantalones y eso me volvía loco. Pero por lo que realmente perdía la cabeza, era cuando me sujetaba de la mano y acariciaba mi cabello, no me hacía sentir débil e indefenso, simplemente como yo mismo, Taehyung. 

—¿Sólo tienes una taza para café?—giré el rostro avergonzado cuando lo recordé.

—En esta casa sólo vivo yo, nadie más en mi familia bebe café. Tengo platos por que Jimin trajo algunos de casa y me dijo que podía conservarlos. 

—¿Cómo has estado viviendo todo este tiempo?

—¿Sin ti?—suspiré—, ha sido difícil, sinceramente.

—En serio ¿Por qué siempre tengo que ser yo quien lleve en mis hombros a todos los Kim?—la puerta se abrió con el azabache sujetando a mi hermana—. No se queden ahí mirando nada más—farfulló. 

—¿Qué diablos están haciendo?—cubrí a la castaña con mi torso—, ¿Realmente ustedes no conocen la función del maldito timbre?

—Está ebria—Yeon me habló de cerca—. Creo que tu hermana va a cancelar su compromiso... 

En ese momento, tuve que aplicar la regla de los 0.5 segundos. Eso bastaba para analizar la situación a detalle, Jieun estaba ebria al medio día, no llevaba maquillaje y de todas las personas que pudo ir a buscar para llorar, fue hacia Jimin. Su primer amor de preparatoria. 

Holaaaa, espero que se encuentren muy bien. He creado un playlist en spotify para esta historia, todas las canciones que vienen ahí las he escuchado mientras escribo. Creo que eso nos hará sentir un poco más cerquita la pueden buscar como Bridesmaid♡ y en caso de que no la encuentren también pueden pedirme el link por privado!

Espero que todo fluya mejor, mi buena vibra para ustedes.

Les amo, gracias por tanto apoyo. ♡

bridesmaid|k.th♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora