¿Qué será de mi cuando la luz se apague?
¿Cuándo no sea suficiente con la lámpara de mesa?
... Cuando la ventana esté tan sucia que no entre un rayo de sol.
¿Dónde acabo yo y empieza la soledad? ¿Será que somos una, ahora? ¿Será que lo que me atormenta hoy es lo que me acompañará por el resto de mi vida?
Tengo miedo.
Miedo de no ser quien creo ser y de que lo que veo hoy sea lo único que llegue a conocer.
Todo el mundo dice que tarde o temprano siempre toda mejora, que llegarás a conocerte al punto de no permitir que lo negativo se acerque lo suficiente a ti como para afectarte...
¿Pero, y si llega muy tarde para mí?
Le he dado tantas vueltas al mundo que no creo que ese camino que he recorriendo tantas veces (y que ya sé de memoria) cambie de un día para otro.
Me siento un letargo eterno, en un bucle en el espacio, una crónica devastadora del fin del mundo y que sólo yo no veo venir.
Todo cambia, las flores... florecen, a los niños se le caen los dientes, a las ancianas le salen canas, los amantes se casan y la gente muere.
Todo esta en constante movimiento y cambio. Todo menos yo.
Siento que permanezco, que perduro y duro mucho. Encerrada en el centro de una esfera de gelatina, que por más que nade y haga fuerza para romper la viscosidad y salir, no lo logro.
Permanezco.