Terapia Parte I: La Azotea y el Dani

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Finalmente es sábado y me desperté a las once de la mañana, usualmente despertaría con toda la pereza posible, pero he dormido mejor que en meses, ha sido un sueño profundo y tranquilo, no lo recuerdo por completo, pero sé con certeza que en ningún momento sentí que me ahogaba, y con eso me vale para contarlo como una buena noche. Suspiro y muerdo mi labio intentando contener una sonrisa, mi mente ha vuelto a la conversación de anoche con Joana y esa reacción ha sido inevitable, es que joer me hacía mazo falta, de hecho, cojo mi móvil y lo desbloqueo, sonriendo aún más porque lo primero que aparece es justamente su conversación, su nombre en mi pantalla y su fotografía, la escribiría, pero no aparece en línea y no quiero agobiarla.

“¡Cristina! ¡Que salgas a desayunar, ya!”

“Joder, ¡Que pesada!”

Lo digo para mí misma poniendo los ojos en blanco y gruñendo fastidiada mientras me incorporo en la cama, en realidad ni hambre tengo, pero sé que, si no salgo pronto después de eso, mi madre no tardará nada en entrar a mi habitación y prefiero ahorrarme el pleito seguro que eso causaría, además que las cosas siguen tensas entre nosotras y prefiero no liarla, además de que hoy quiero intentar mantener el buen humor.

“¡Ya va!”

Eso sí que lo he dicho fuerte esperando que lo haya escuchado y así haber conseguido unos cinco minutos más para prepárame mentalmente para verla, me pongo de pie, una sudadera para salir de la habitación y respiro profundamente antes de abrir mi puerta para ir a la cocina, pero al final decido pasar, veo que están todos sentados y no me apetece desayunar con esa puta tensión así que le digo a mi madre que me dolía un poco la barriga y que intentaría comer más tarde, evité su mirada y voltee a ver únicamente a Dani quien me dirigió una mirada algo preocupada y yo simplemente niego, sonriendo un poco para intentar calmarle. Salgo de la cocina y me debato entre las opciones frente a mí: volver a mi habitación, ir al salón o salir, aunque sea a la azotea; claramente me decido por la última opción, voy rápido a mi habitación por mi móvil y subo a la azotea.

Subo las escaleras hasta la puerta para salir a la azotea, una vez fuera cierro los ojos, respiro profundamente y me olvido un momento de lo que hay abajo, de mi familia y de todos, hay algo sobre este lugar que me despeja por completo, en especial los últimos meses, es como si el conjunto de todos los recuerdos de Joana estuviese aquí y yo puedo respirar mejor. Abro los ojos y camino hasta uno de los bordes, enciendo un piti y saco mi móvil que sigue en la pantalla del chat con ella, después de un par de caladas finalmente me decido y le escribo.

-Hola, Joana, ¿Si vas a ir al rato?

Lo mando y frunzo el ceño a la pantalla, esperando unos segundos antes de enviar un segundo mensaje.

-Qué raro, no te llegan los whats, espero no me hayas bloqueado después de haberte soltado la bomba anoche.

Bloqueo el móvil y le doy un par más de caladas intentando calmarme, joder, es que se habrá rayado fijo, vamos fijo, si es que soy imbécil diciéndole todo eso a mitad de la noche a la semana de su regreso.

“Si es que soy la hostia.”

“Pues sí, lo eres. Pero oye, solo yo puedo llamarte así.”

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