Las primeras semanas pasaron mazo lentas, como si el tiempo se hubiese detenido y tuviese que recordar como andar de nuevo, me jodió muchísimo. Muchísimo. Lo único que yo quería era que los días durasen lo menos posible y sentía que el universo lo hacia aposta, para castigarme, como si se hubiera creado una nube negra y estuviese lloviendo sobre mi todo rato, así me sentía, que me ahogaba todo rato, como si el oxigeno no fuera suficiente, por suerte desde el día en casa de Nora me era menos difícil abrirme con las chicas y decirles como me iba sintiendo. A ratos pensaba que me sentiría así para siempre, y a ratos me permitía creer que no, pero al final siempre terminaba en mi cuarto, sin poder hablarle y llorando hasta que me quedo dormida.
Para el segundo mes puedo decir que me acostumbre a sentir que nunca tenía suficiente oxígeno en los pulmones, como si tuviera siempre solo una poca reserva de aire y con eso tuviese para todo el día, al final la opresión en el pecho se vuelve tolerable y, a ratos, fácil de ignorar. Los días se vuelven menos lentos y la rutina mas llevadera, Amira ya lleva durmiendo todas las noches en su casa un par de semanas y Dani solo espera a que me duerma para irse a su habitación; me siento un poco mas como una persona real durante el día, pero al final siempre terminaba en mi cuarto sola, sin poder escribirle y llorando mientras miro sus fotos en mi galería.
Han pasado tres meses desde la última vez que supe algo de Joana, tres meses desde que su mamá nos informó a Amira y a mi que no la volveríamos a ver, tres meses desde que borraron o bloquearon, no lo sé, todo contenido de ella en redes, tres meses desde la última vez que pude entrar a su Instagram y ver nuestras fotos, desde que pude entrar a Spotify y buscar sus playlists; han pasado tres meses desde que Joana desapareció de mi vida para siempre, o mejor dicho, que yo desaparecí de la suya. Tres meses y aún, como la gilipollas que soy, despierto pensando que tal vez, solo tal vez, habrá sido todo un sueño y me decepciono cuando no es así… por lo menos las pesadillas han terminado y ya no me despierto a mitad de la noche en medio de un ataque de ansiedad, Dani ha podido volver a dormir en su habitación y Amira ha podido regresar a vivir a su casa, aunque si alguien me pregunta esos dos son se han decepcionado por eso al grado que creo que ya era el pretexto para pasar todo el rato juntos, bueno por lo menos algo bueno saldrá de todo esto.
Me siento en mi cama y exhalo lentamente poniendo una mano sobre mi pecho, una costumbre que había tomado como para revisar que, en efecto, mis pulmones se llenasen de aire al respirar. Cojo mi móvil para confirmar la fecha y la hora y me levanto de la cama para ir al baño, hoy es sábado y he quedado con éstas para vernos e ir al cine y luego a por algo de comer; desde el accidente que no bebo mas de un par de cerves por noche y no voy de bote ni por error. Una vez que me salgo de la ducha, me pongo lo primero que encuentro, me decido a hacerme las trenzas que antes llevaba casi diario, no se que me motiva a hacerlo, pero lo hago sin pensármelo demasiado.
Me despido de Dani y le pido que le recuerde a mi madre que he salido, no hemos hablado en realidad ni del tema ni sobre nada que no fuera obligatorio desde mi cumple y yo no tengo ni ánimos ni intención de iniciar la conversación. Mientras bajo las escaleras al portal, me pongo los cascos, elijo al azar una de las listas de música que alcance a copiar antes de que borrasen la cuenta de Joana y camino hacia el metro, oyendo la música sin poner atención en realidad, solo pendiente de las estaciones para no pasarme. Una vez que salgo del metro mando WhatsApp al grupo para avisarles que llegaré en unos diez minutos y camino hacia la calle, la zona me da una sensación de deja vú y no es hasta que paso cierto edificio que caigo en cuenta de que esta es la zona de la casa de Joana, joder, como no lo pensé antes que imbécil. Sigo caminando intentando no poner atención a ninguno de los detalles, viendo al frente o al suelo dependiendo por donde estuviera caminando y saco mi móvil de nuevo para contarle a Amira.
“Que putada, tío.”
Lo digo para mi misma mientras sacudo la cabeza, guardo el móvil de nuevo mientras inicia una nueva canción y por no fijarme choco con alguien.