10 (continuación)

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Esbozó una sonrisa de alivio cuando miró que puse un poco de lubricante en mis dedos, se reclinó hacia atrás y yo lo seguí, deslizando mis dígitos despacio por la superficie en llamas de su abertura, torturándolo, torturándome a mí mismo y..., mierda..., ¡cuánto lo deseaba, joder! Tenía las caderas en tensión, listas para arquearse y empezar las embestidas salvajes, con la columna vertebral ardiendo de la necesidad de explotar en el interior de aquel chico.

No estaba preparado para la sensación del roce de mi pecho desnudo contra el suyo, de sus muslos enroscándose alrededor de mis caderas mientras lo preparaba adecuadamente.

Era demasiado. Jimin era demasiado.

—Méteme dentro de ti. —le susurré en el oído justo en el instante en que retiré mis dedos de su interior.

Él dio un grito ahogado y con desesperación hundió la mano entre ambos. No le había dejado demasiado espacio. Estaba tendido completamente encima de él, piel ardiente contra piel ardiente, pero me encontró y me guió hasta que supe encontrar el hueco de su abertura, así que con mi polla me abrí camino lentamente, deslizándola entre los pliegues sedosos y llameantes de su estrecha entrada.

—Puede que me ponga un poco bruto.

Exhaló una bocanada de aire y exclamó, sin resuello: —Bien. Muy bien...

Me incorporé sobre las manos y lo observé mientras me frotaba sobre su piel. Cerró los ojos y sus labios dejaron escapar un leve gemido.

—Es solo que... hace mucho tiempo de la última vez —susurró.

Lo miré a la cara y lo vi humedecerse los labios con la lengua, al tiempo que abría los ojos para poder mirar al espacio entre ambos, verse a sí mismo jugar conmigo.

—¿Cuánto tiempo? —le pregunté.

Volvió a mirarme a los ojos, pestañeando, y su mano se quedó inmóvil entre los dos.

—Unos tres años. —Arrugó la frente ligeramente cuando añadió—: Me he acostado con un par hombres, pero es probable que solo haya practicado el sexo propiamente dicho unas tres veces. De verdad que no sé lo que hago, Kook.

Tragué saliva y me agaché para besarle la mandíbula.

—En ese caso, a lo mejor no seré tan bruto —susurré, pero él se echó a reír y negó con la cabeza.

—Tampoco quiero que seas muy delicado.

Le miré el pecho, el vientre, el punto por donde me sujetaba entre sus piernas. Quería sentir su piel desnuda sobre mi polla. Nunca en mi vida lo había hecho al natural y tenía tantas ganas de sentirlo piel contra piel que el simple hecho de imaginarlo me ponía más duro aún de lo que ya estaba.

—Te lo haré muy bien —le dije, hablándole al recoveco de piel de su cuello—. Pero deja que te sienta tal como eres.

Jimin dio una sacudida bajo el peso de mi cuerpo, apretándome contra su entrada, cerrando los ojos mientras yo lo penetraba.

Una llamarada de rubor se apoderó de su cuello y separó los labios con un dulce suspiro. Para mí era abrumador ver cómo él iba asimilando lo que estábamos a punto de hacer, y vi el momento en que sucedió, cuando realmente comprendió en toda su magnitud que estábamos a punto de follar de verdad. Volvió a abrir los ojos y al desplazar la mirada a mis labios, se dulcificó, se calmó momentáneamente del frenesí. Me recorrió el pecho con las manos, me acarició el cuello y murmuró:

—Hola.

Esa mirada, esa ternura en sus ojos, hicieron que comprendiera por primera vez qué era lo que me estaba pasando: me estaba enamorando.

Seductor Irresistible - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora