Jimin
Había tomado una decisión: si iba a monopolizar el tiempo de Kook e insistir en entrenar con él, tendría que..., bueno..., entrenar para algo.
Había optado por ponerme serio, dejar de verlo como un juego y comenzar realmente a tratarlo como un experimento. Empecé a acostarme a una hora decente para poder levantarme y salir a correr con él, y aun así llegar al laboratorio lo bastante temprano para cumplir con una jornada entera de trabajo. Amplié mi vestuario de running con varios chándales de calidad y otro par de zapatillas.
Dejé de pensar en Starbucks como una cadena de cafeterías y decidí quejarme menos. Y con mucha inquietud por mi parte y muchas garantías por la suya, nos inscribimos en una media maratón que tenía lugar a mediados de abril. Estaba aterrado.
Sin embargo, resultó que Jungkook estaba en lo cierto: se volvió más fácil. En solo unas semanas mis pulmones habían dejado de arder, mis espinillas habían dejado de parecerme palos quebradizos y ya no tenía ganas de vomitar cuando llegábamos al final del circuito. De hecho, habíamos incrementado la distancia y adoptado el recorrido normal de Kook, el circuito exterior del lago. Él me dijo que, si yo podía aguantar los nueve kilómetros y aumentar a trece kilómetros dos veces por semana, él no necesitaría entrenar de forma adicional sin mí.
No solo empezaba a gustarme, sino que además había comenzado a ver una diferencia. Gracias a la genética, siempre había sido relativamente delgado, pero nunca había estado lo que se dice «en forma». Mi estómago estaba un poquitín blando, mis brazos ejecutaban ese bailecillo extraño cuando saludaba, y siempre había un maldito bulto sobre la cintura de mis vaqueros si no metía la barriga.
Pero ahora... las cosas estaban cambiando, y yo no era el único en darse cuenta.
—Bueno, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Jin, observándome desde el interior del vestidor.
Me apuntó con el dedo y dibujó un círculo—. Te encuentro... distinto.
—¿Cómo que distinto? —pregunté.
En realidad, lo importante del "Proyecto Mimi" no era pasar el mayor tiempo posible con Kook, aunque se estaba convirtiendo rápidamente en mi persona favorita, sino ayudarme a encontrar el equilibrio, a tener vida fuera del laboratorio. En las dos últimas semanas, Taehyung y Seokjin habían pasado a ser una parte importante del proyecto al arrastrarme a la calle para ir a cenar o venir a mi apartamento a pasar unas horas conmigo.
Ese jueves en particular habían traído la cena y por algún motivo nos habíamos trasladado a mi habitación, donde Taehyung se había impuesto la tarea de repasar mi vestidor y decidir lo que podía quedarse y lo que por fuerza tenía que desaparecer.
—Distinto en el buen sentido —aclaró, y acto seguido se volvió hacia Tae, que estaba tumbado en mi cama, hojeando una especie de dossier financiero de su trabajo—. ¿No te parece?
Taehyung alzó la mirada y entornó los ojos mientras me observaba.
—En el buen sentido, desde luego. ¿Se siente feliz, quizá?
Jin asentía con la cabeza.
—Iba a decir eso mismo. Desde luego, tienes las mejillas resplandecientes. Y esos pantalones te hacen ver un culo increíble.
Miré mi reflejo y me giré un poco para verme la parte trasera. En efecto, mi culo parecía muy feliz, y todo mi torso tampoco estaba nada mal, cada vez estaba en mejor forma.
—Los pantalones me quedan un poco flojos —observé, comprobando la talla—. Y mira, ¡nada de gorditos!
—Bueno, eso siempre es una ventaja —dijo Tae con una carcajada, sacudió la cabeza y luego volvió a sus documentos.
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Seductor Irresistible - Kookmin
RomansaJimin es una rata de laboratorio. Vive por y para su trabajo. Su hermano Jihyun, preocupado porque todos los días se la pasa metido en el laboratorio lo convence para que le pida a su amigo Jeon Jungkook que le enseñe a conseguir amistades. El probl...