Un montón de chillidos esa misma noche me despertaron de mi reparador sueño. De un salto me incorporé y bajé las escaleras a una velocidad que alarmaría a cualquiera de mis compañeras, que les revelaría que yo no era normal.
―¿Qué sucede? ―pregunté, empujando a un par de chicas en pijama para poder ver lo que las había escandalizado tanto.
Quedé de piedra al ver toda la planta baja teñida de pinturas color neón. Desde el piso hasta los cuadros más altos de la pared. Todo.
―Esto ―respondió Emily tendiéndome una nota donde se veía garabateado: «Un presente de parte de nuestro nuevo líder. KGB»
Arrugué la nota en mi mano derecha y, furiosa, di media vuelta y subí las escaleras hasta mi cuarto. Cerré la puerta con fuerza, provocando que un fuerte estruendo se oyera por toda la hermandad. Mi enojo se aplacó cuando visualicé una nota sobre mi cama.
Diles a tus chicas que nos devuelvan la broma. Los entretendremos lo suficiente como para que no se den cuenta de nuestra ausencia y ven a verme en media hora a donde nos vimos la otra noche.
P.D: Tu puntería mejoró mucho.
Ni siquiera necesitaba que firmara la nota. Sabía que era de Demian con solo ver la primera letra de la nota.
«¿Qué es lo que se pasa por la cabeza ahora, Dem?», pensé mientras abría la puerta de mi habitación y les gritaba a mis compañeras que se presentaran en ese mismo instante en mi cuarto. En menos de cinco minutos estaban todas frente a mí.
―Les devolveremos la broma esta misma noche y no quiero replicas ―ordené, en el típico tono militar que había oído desde los dieciocho años―. Empiecen a pensar. En media hora la llevaremos a cabo.
Una castaña, flaca y alta, que reconocí como Mary-Anne levantó la mano con timidez y le di la palabra.
―¿Hay caldo de pollo y mentas explosivas? Tengo una idea.
Veinte minutos más tarde estábamos todas camino a la fraternidad de Demian, ridículamente vestidas de negro y caminando a paso sigiloso.
Era una estupidez lo que estábamos haciendo, pero por un instante sentí que yo era una más de ellas. Que era normal; y que tenía un grupo de amigas con las cuales podía hacer locuras como estás para vengarme de los chicos.
Con suerte, dentro de poco, podría hacer mi vida normal sin que nadie me persiguiera. Sin que nadie me usara.
Melanie, quien era novia de uno de los chicos de esa fraternidad, nos esperaba en la puerta trasera. La habíamos enviado apenas Mary-Anne dio su idea para que se infiltrara y nos abriera la puerta desde adentro. Nos hizo una seña para que nos apuremos a entrar.
El plan era simple: poner las mentas explosivas en todas las bebidas que tuvieran y el caldo de pollo en sus duchas.
―Cayeron todos dormidos ni bien llegué ―dijo en susurros mientras subíamos las escaleras una detrás de otra―. No sé qué eran esas pastillas que me diste, Danáe, pero necesito un par para para cuando Dan se ponga hiperactivo.
Detrás suyo, Clarity la acalló.
Llegamos al pasillo que conectaba todas las habitaciones de los chicos y nos dividimos en grupos de a dos. Yo usé la típica excusa de querer vengarme del líder a solas para no tener problemas a la hora de escapar.
―Sean cuidadosas y procuren que no las descubran o estaremos en problemas ―dije con voz firme. Todas asintieron y se prepararon para ingresar a los respectivos cuartos.
Abrí la puerta del de Demian sin tanto sigilo como el que tenían mis compañeras ―sabía que él no estaba allí dentro― y la cerré con llave. Sonreí al ver la ventana abierta para mí y un papel con una flecha dibujada señalando por donde debía salir.
Podríamos haber pasado por miles de cosas que nadie debía pasar jamás en su vida, pero él seguiría siendo él para siempre.
Calculé la distancia desde allí arriba hasta el piso, unos dos metros, y me lancé. Caí limpiamente frente a la puerta trasera de la fraternidad y salí disparada hacia donde me había indicado Demian para vernos.
Cuando llegué al lugar, los focos de la calle no funcionaban y todo estaba tan oscuro que apenas se podía saber por dónde caminabas.
Lo sentí antes de verlo y, acto seguido, sus brazos rodearon mi cintura, pegándome a su pecho y chocando sus labios con los míos en un beso que trataba de decir todo lo que no habíamos podido en los últimos meses. Era una mezcla de pasión, desesperación, anhelo y «te extrañé» en un simple roce de labios.
Apoyó su frente en la mía cuando tuvimos que separarnos para tomar oxígeno. Arrugué su remera entre mis manos mientras nuestras respiraciones volvían a su ritmo normal.
―Danáe... ―susurró con esa voz ronca que me hacía enloquecer desde que lo conocí―. Dan... Es un martirio vivir sin ti tanto tiempo.
Subí mis manos hasta los costados de su cuello y lo acaricié. Entendía su desespero ―además de que lo sentía a través de nuestra conexión―, porque yo me sentía de la misma manera. Demian era parte de mí, y vivir sin esa parte me hacía sentir tan vacía y sola que no sabía cómo había podido soportarlo durante esos últimos cuatro meses.
―Ya estamos juntos ―murmuré. Su agarré en mi cintura se volvió más firme y me pegó aún más a su cuerpo―. Ya podremos ser libres.
No podía verlo como quería, pero podía percibir como su cabeza negaba en las sombras.
―Aún no. Todavía debemos deshacernos de Valquiria.
―Sabes que ellos no me dejarán ir.
―Busqué a Charles porque sabía que te asignarían la misión de matarlo. Enviarían a la mejor ―dijo con orgullo. Su aliento chocando con el mío y el silencio alrededor creaban un ambiente tan íntimo que me hacía querer quedarme allí por siempre―. Lo matarás y luego nosotros nos desharemos de los que no te dejan vivir. Seremos libres, Danáe.
Las ganas de llorar aparecieron. Hacia tanto tiempo que no me sentía así de segura, hacia tanto tiempo que no sentía que quizás las cosas podrían llegar a ser como yo quería que fuera.
Lo besé de vuelta con todo el amor que podía transmitir en un beso.
―Lo haremos. Nos liberaremos de todo esto, Dem. Y seremos felices.
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Clandestina ©
RomanceDanáe Slide tenía una misión en la cual no podía fallar bajo ningún pretexto: matar al director de la universidad de Princestown antes de que este cometiera la mayor masacre contra estudiantes jamás vista antes. Pero sus planes no salen como ella es...