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No dudé ni un segundo en colarme a las filas que irían a buscar a los espías

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No dudé ni un segundo en colarme a las filas que irían a buscar a los espías. Podría haber llevado a cabo mi plan ahí mismo, pero no sería capaz de hacerlo si Demian no estaba a mi lado y de acuerdo con lo que pensaba hacer.

―Te matarán, Danáe.

Flypper me observaba con desesperación mientras yo terminaba de ajustar uno de los cinturones en torno a su muñeca y la amordazaba para que nadie pudiese oírla si trataba de gritar. Una vez que estuvo bien amarrada a la cama, me alejé y miré fijamente a esos ojos celestes que ella tenía.

―Ya estoy muerta, Flypper. Solo que aun necesito estar viva un par de horas más.

Se sacudió, tratando de escupir el pañuelo que tenía en la boca sin éxito alguno.

Tomé el arma que había en su campera y la coloqué en la parte trasera de mis jeans mientras salía de la habitación y cerraba la puerta a mis espaldas, mirando hacia ambos lados para asegurarme de que nadie me veía. Necesitaba llegar a las instalaciones de Valquiria como sea.

Bajé las escaleras a paso rápido y con cuidado. No había nadie ni en el pasillo ni en las escaleras y supuse que se debía a que todos estaban en la sala de planificación viendo cómo se llevaba a cabo la misión. Llegué a la planta baja y me dirigí derecho a la salida de la parte de atrás, ocultándome detrás de la puerta. Varias Valquirias estaban vestidas con el uniforme negro, ordenadas en dos filas, esperando su turno para subir al camión que las llevaría a las instalaciones.

Necesitaba uno de esos uniformes con urgencia.

Me separé de la puerta y giré para ir hacia la habitación donde estaban guardados todos los uniformes y armas. Volví a revisar el perímetro y me colé dentro. Era la única habitación de todo este lugar que estaba limpia y decente. Las paredes blancas estaban cubiertas de barras de acero donde colgaban perchas con los uniformes específicos para cada Valquiria. Busqué mi nombre con desesperación y me lo puse a toda prisa una vez que lo hallé; no tenía más de dos minutos antes de que terminaran de subir todos los soldados y se marcharan. Abrí los cajones donde estaban guardadas las armas y tomé varios cuchillos pequeños que guardé en la caña de mis botas y una ametralladora. También agarré varias granadas que me servirían para entrar y deshacerme de cualquier persona que pudiese llegar a surgir de la nada.

Una pistola pequeña en el fondo del cajón llamó mi atención y me la quedé mirando segundos que tendría que haber aprovechado. Pero me quedé congelada viendo mi final. Terminé por reaccionar y la guardé en el interior de la chaqueta de cuero.

Corrí de nuevo hacia donde estaban las filas, las cuales habían reducido considerablemente su número con el trascurso de los segundos, y me coloqué detrás de una mujer que parecía rondar los treinta años. Sabía que lo más probable era que me detuvieran, pero tenía la pequeña esperanza de que no me reconocieran y me dejaran pasar. Para mi sorpresa, no me preguntaron ni mi nombre y me dejaron subir a la camioneta con otras cinco Valquirias, las cuales me observaron sin ninguna expresión en el rostro.

Levanté la vista hacia el cielo. Millones de estrellas brillaban esa noche y se perdían en el horizonte, como si estuvieran presumiendo que ellas conocían un mundo que yo no conocería nunca. Hay un instante en la vida de toda persona donde te cuestionas toda tu existencia y ese fue mi momento. ¿Para qué existía yo? ¿Para pasar por toda esta mierda de vida? ¿Para sufrir las consecuencias de una decisión estúpida de una adolescente de dieciocho años que quería ser la dueña del mundo aun sin tener nada? ¿Para luchar por una causa totalmente pérdida y en una revolución de mentira donde nos usarían de todas formas? Todo era una ilusión. Y ya estaba harta de las cosas que no eran concretas y certeras. Solo había una cosa en toda mi vida que había sido real y todas estas personas me obligaban a renunciar a ello por no tener otra salida.

Apoyé una mano en mi vientre sin apartar la mirada de las estrellas.

«Lo siento, pero no tengo otra alternativa», pensé.

¿Querían a la Valquiria más poderosa de este mundo? Bien, la tendrían...

La tendrían que arrancar muerta de mi cadáver porque no pensaba dejar que nadie le pusiera una mano encima y jugara con mi familia.

Las estrellas empezaron a desaparecer a medida que nos acercábamos a los gigantes reflectores que iluminaban las instalaciones del proyecto y respiré hondo al ver aquel lugar que me había arruinado la vida a mí y a Demian. Las ganas de poner bombas alrededor y hacer explotar todo eran inmensas, pero no tenía tiempo para dejarme llevar por impulsos estúpidos.

―¡Bajen todos! ―gritó el capitán de la misión, un chico un poco más grande que yo que tenía entendido se llamaba Harry―. ¡Les daremos sus respectivos comunicadores antes de asignarlos a un grupo!

Bajé de la camioneta y me coloqué en la nueva fila. Estefanía abrió mucho los ojos cuando pasó al lado mío para entregarme el comunicador, sin darme tiempo a hacer nada más que quedarme allí parada, y miró a Harry señalándome con la cabeza. El chico negó y yo comencé a sospechar que allí pasaba algo de lo que yo no estaba enterada. Ignoré todas mis alarmas y seguí al grupo que me asignaron una vez que Estefanía pasó al siguiente en la fila. Nos dividieron en cuatro grupos de tres personas cada uno y Harry, con Estefanía y Laura a cada lado, nos encabezó hasta las rejas que rodeaban las instalaciones. Los guardias de la entrada Los guardias en la entrada alzaron sus armas, apuntando hacia nosotros. Los cientos de entrenamientos se vieron reflejados en ese momento cuando la gran mayoría los que estábamos allí presentes alzamos nuestras propias armas en contra de ellos. Los reflectores de la entrada nos apuntaron directamente, cegándonos momentáneamente. Pero pese a ello en ningún momento dejamos de apuntarlos.

―¡Venimos a buscar a los nuestros! ―anunció Harry con voz autoritaria―. Así que dejen pasar o los mataremos a todos.

―No será necesaria la violencia ―dijo uno de los guardias―. El jefe ya sabe que vienen, los estaba esperando hace tiempo. Josh ha avisado que ya venían en camino así que preparamos todo para ustedes.

Y entonces lo entendí. Bueno, entendí algo más de lo mucho que había notado estos días: Ellos habían tendido una trampa. Los utilizarían a todos sólo para traerme a mí.

Sólo para traernos a nosotros.

Clandestina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora