Comencé a caminar para atrás ni bien dijeron eso. Todas esas doce Valquirias más las docenas que había dentro, no dudarían ni un segundo en lanzarse encima de mí para entregarme a esas bestias que se hacían llamar científicos. Los guardias siguieron hablando con Harry y yo me eché a correr hacia el bosque que rodeaba las instalaciones. No sé si fue suerte o que estaban demasiado concentrados en lo que se estaba hablando, pero ninguna de las Valquirias me descubrió ni me siguió. No me detuve a ver qué pasaba y me interné en medio de los árboles, recordando una entrada secreta que había cerca de allí. Por esa entrada solíamos ingresar cuando estábamos apurados y tenía una bifurcación que llevaba a las oficinas del jefe y a las salas de tortura. Nos ahorrábamos mucho tiempo ingresando por allí y evitando el riguroso escaneo de las puertas principales.
Caminé por el mismo camino que había recorrido infinidad de veces en los últimos años, siguiendo el símbolo Valquiria que lo señalaba, hasta que di con la puerta de metal que estaba oculta debajo de las ramas de un árbol caído.
«Que esté abierta, que esté abierta, que esté abierta», rogaba en mi fuero interno mientras empujaba la puerta hacia dentro. Milagrosamente, cedió bajo mi peso e ingresé. Las luces del pasillo se encendieron de manera automática al detectar presencia de calor y movimiento. Corrí hasta llegar a la bifurcación y no dudé ni un segundo en ir hacia la derecha, hacia las salas de tortura. Si lo habían torturado lo más probable es que lo dejasen en esas salas. Ninguna Valquiria se molestaría en llevarlo a las habitaciones de la planta superior.
Llegué a otra puerta de metal y la abrí con mucho cuidado, dejando un espacio muy pequeño para poder pasar. Miré en todas las direcciones posibles para confirmar que no había nadie custodiando mientras chequeaba cada una de las habitaciones, en busca de Demian. Me extrañó no encontrar nadie allí, ni presos ni guardias. Este sector de las instalaciones solía ser el más concurrido, pero ahora ni un alma transitaba esa parte. Solté un grito de frustración al no encontrar a Demian en ninguna de esas habitaciones.
El edifico tenía en total cinco plantas: dos subterráneas y las otras tres a la vista. En las subterráneas estaban las instalaciones para los nuevos reclutas que debían ser modificados y las salas de tortura; y en las superiores se hallaban las oficinas y los laboratorios, los departamentos individuales para los soldados y la sala de entrenamiento. Estaba segura que lo había llevado a la tercera planta y sería más complicado para mí acceder allí sin ser atrapada. Pero nada que un par de disparos no solucionara.
Tomé la ametralladora con ambas manos y apunté hacia el frente mientras subía las escaleras. Di paso tras paso de manera sigilosa, agudizando el oído para escuchar si alguien se me acercaba. Llegué a la tercera planta y abrí apenas la puerta, mirando si había soldados custodiándola. Efectivamente, así era. Posicioné la punta de la ametralladora por la rendija y apunté a uno de los guardias. Cayó como una bolsa de papas ni bien disparé a su cabeza. Empujé la puerta en su totalidad y, sin darle tiempo al otro, le disparé en el pecho tantas veces que la sangre que emanaba de él formó una alfombra en el blanco suelo de mármol. No me dio tiempo a descansar cuando sentí un cuerpo agarrándome de atrás. Me incliné hacia delante y la tiré a mis pies, identificando su rostro una milésima de segundo después.
―¿Christie? ―pregunté, apartando un momento mi arma y mirándola confundida.
Gran error.
Ella se recuperó rápidamente. Con una mano tomó mi cabello y con la otra sujetó el cañón del arma, sacudiéndome para que la soltara, pero no disminuí mi agarré en ella ni un momento.
―Lo siento, Danáe, pero debo cumplir órdenes ―dijo, tirando de mi pelo hasta que me dolió el cuero cabelludo―. No debiste haber escapado. Fue estúpido de tu parte creer que la organización no se enteraría.
Ella había sido. Ella había alertado a los de Valquiria que nosotros nos íbamos a escapar esa noche.
La traición y furia se entremezclaron en mi cuerpo. Mi pie se clavó en su tobillo con tal enojo que este se fracturó, haciéndola caer y aproveché la oportunidad para darle un puñetazo en la mandíbula que la envió hacia el otro extremo del pasillo. Me acerqué a ella y la tomé del cuello, presionándolo.
―¿Dónde está Demian?
Su respiración se volvió tan errática que empezó a boquear para que algo de oxigeno llegara a sus pulmones.
―Él... N... No... s...sé...
Ejercí más presión.
―¡Dímelo!
Estiró un brazo tembloroso y señaló el final del pasillo. En el pasillo siguiente, las que llevaban a las oficinas, se oían pasos de un grupo de personas y supuse que eran los de Josh buscándome.
La solté y, antes de que pudiese levantarse, golpeé su nuca con el cañón de mi ametralladora. Quedó inconsciente al instante.
Avancé a paso firme hacia la puerta donde, según la que decía ser mi mejor amiga, estaba Demian. Al acercarme, confirmé que él estaba allí por el cosquilleo. Mis oídos captaron el sonido de hombres interrogando y no tardé en captar mi nombre en la conversación, pronunciado por Dem. Decidí no interferir por el momento y me oculté en la habitación de al lado, pegada al marco de la puerta por si necesitaba eliminar de manera rápida a alguien que quisiese ingresar en la habitación. El ruido de una pelea no tardó en extenderse por el ambiente y me vi tentada a entrar, pero sabía que mi novio era capaz de librarse de todos los que estaban con él.
Un disparo seguido de un profundo ardor en mi brazo me hizo saber que le habían disparado a Demian y me pregunté cómo sería si mataban a uno de nosotros. ¿El otro perdería la vida al instante? ¿Sufriría un tiempo antes de desvanecerse? ¿O el vínculo se rompería y podría seguir con su vida como si nada hubiese pasado?
Me asomé por el marco para ver a quien pertenecían los pasos que se acercaban velozmente. No me sorprendió ver a Lion con un arma igual a la mía en su mano. No lo pensé dos veces y, cuando le apuntó a Demian, yo le apunté a su vez; lista para acabar con la vida del que había sido mi mejor amigo.
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Clandestina ©
RomanceDanáe Slide tenía una misión en la cual no podía fallar bajo ningún pretexto: matar al director de la universidad de Princestown antes de que este cometiera la mayor masacre contra estudiantes jamás vista antes. Pero sus planes no salen como ella es...