Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔

Epílogo.

Isobel.

Tres años después...

–Isy...

–Ahora no Emett –respondo malhumorada –, estoy buscando los shorts de mi uniforme.

Mi querido hermano intenta hablar nuevamente conmigo y lo saco de mi habitación, hay veces en las que Emett es un grano en culo y tengo ganas de se vaya de casa, pero luego recuerdo el problema que tienen sus padres y me tranquilizo un poco. Hace poco menos de dos años él vino a vivir a casa, mis padres son sus tutores legales hasta que tío Logan soluciones los problemas legales que tiene con la putain de su ex.

Clarissa jamás me agrado y sé que jamás le agrade, por ello siempre que podría le tocaba los ovarios y me divertía hacerlo, pero lo que mejor se me daba era hablar delante de ella con Emett en francés y que ella no entendiera ni pio.

Emett no la paso muy bien sus primeros años de vida, su madre lo maltrataba siempre que podía y no se preocupaba de él, pero desde que vive en casa es un niño más alegre y mis padres adoran que sea así, solo que todo esto de los problemas legales de sus padres lo tienen muy apartado de ellos. Una jueza ordeno que el contacto de Emett con sus padres sea el menos posible, ve a su madre una vez al mes bajo la supervisión de su psicóloga y a tío Logan lo ve tres o cuatro veces al mes, aunque solo debería verlo una vez como a su madre. Pero hay ocasiones en las "accidentalmente" nos lo encontramos en el cine, o el parque, o en la empresa, o incluso en casa de mis abuelos.

Todos en la familia saben lo mal que lo está pasando tío Logan con esto y por ello lo ayudan, aunque a mi tío Ethan no le agrada mucho lo que hacemos pero mientras no le diga a nadie de los juzgados lo que pasa nadie sale lastimado. Se que mi madre intento hacer que Clarissa vea más veces a Emett también, pero la mujer no quiso y es que como ahora tiene un nuevo novio solo se preocupa por él y más nadie, maldita putain.

Por lo que he escuchado de mis padres, a escondidas, Clarissa solo quiere el dinero de tío Logan y como se casaron a ella le corresponde parte de sus bienes, solo que la mujer intenta pelear por la custodia de Emett y es más apariencia que verdadero amor. Aunque según mi padre, lo único que ella quiere es más dinero a cambio de desistir de la custodia. Si bien Emett no es mi hermano de sangre, es mi hermano porque así lo decidimos ambos, ninguno de nosotros tiene más hermanos y como mi hermano lo quiero cuidar de la putain que tiene por madre.

–¡Merde! –grito de frustración tras no encontrar mis shorts.

–¡ISOBEL! –Escucho que me regaña mi madres tras la puerta y acto seguido ella entra –¿Qué te he dicho de hablar de esa manera?

–Eso depende mamá –me defiendo y el ceño de mi madre se profundiza más –, tú me has dicho que no suelte palabrotas desagradables. Pero si lo piensas, decir palabrotas en francés es como decir algo agradable. El francés le da refinamiento a algunas palabras, ¿no lo crees?

El ceño de mi madre se profundiza más y su labio tiembla por el enojo, eso no augura nada bueno para mí y entonces cambio de tema para que no me caiga el sermón de siempre, hay veces en la que mis padres parecen disco rayado por repetir siempre lo mismo. Le pregunto a mi madre por los shorts de mi uniforma y ella me dice que si no están el desorden de mi habitación puede que estén en la secadora, asiento y salgo corriendo en busca de mis shorts, hoy tengo un juego muy importante y necesito mis shorts para jugar o mi entrenadora me matara, no puedo faltar a este juego o de lo contrario no podré jugar en la final de la temporada.

Llego al cuarto de lavado y busco mis shorts, pero tampoco están allí y suelto otra maldición que hace que ahora mi padre sea quien me regañe, hoy no tengo mucho humor para nadie y no lo tendré hasta que encuentre mis malditos shorts. Salgo a la cocina y allí esta Amalia, la mujer que ayuda en las cosas de la casa y mi quinta abuela, la quiero tanto como a mis abuelos y sé que ella también me quiere como a su nieta, así como también quiere a Emett.