Capítulo 28: Drs. Hernández.

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Annie.

Me siento nerviosa y es que luego de mi ataque de pánico no he tenido tiempo de pensar en que voy hacer con mi embarazo, bueno si he pensado en lo que voy hacer y es que luego de la conversación que tuve con la Dra. Hernández las cosas en mi cabeza empeoraron, ahora tengo que volver a verla y esta vez estoy más decidida que nunca a interrumpir el embarazo. Por suerte Sammy me ayudo a salir de casa sin que nadie se diera cuenta, mis padres no saben que estoy en el hospital y mucho menos que he venido a interrumpir el embarazo, lo mejor fue que no les dijera nada y es que han pasado los últimos cinco días hablándome de la importancia de la familia.

Estoy cansada de que todos a mi alrededor intenten hacerme cambiar de parecer, sobre todo Ross. Al parecer ahora le salió la paternidad del alma, cuando se pasó la vida diciendo que ser padre era lo peor que le podía pasar, no entiendo de donde le salió ese amor repentino.

Ross quiere tener al bebé, pero ¿para qué? Ni siquiera sabe que es lo que siente por las personas a su alrededor, no sabe que quiere de su vida y ahora ¿quiere disponer de la mia como si nada? Si piensa que lo puede hacer esta muy equivocado.

–Señorita Smith.

Levanto la cabeza y veo a una enfermera entrada en años, me levanto de mi asiento y comienzo a caminar hasta ella, antes de llegar a ella me detengo abruptamente porque un pequeño se cruza en mi camino y él parece no darse cuenta porque continua corriendo como si nada. Busco con la mirada a sus padres y a lo lejos veo como un hombre lo llama a modo de regaño, pero el pequeño no obedece y continua con su correteo, niego con la cabeza y voy hasta donde se encuentra la enfermera.

Ella me pide que la siga y lo hago, ambas caminamos hasta el consultorio de la Dra. Hernández y me deja en la puerta, pero antes de irse me indica que toque la puerta y que espere a que me deje pasar porque se encuentra con otro médico y no sabe si ya se retiró o aún sigue allí. Asiento con la cabeza y ella se retira dejándome allí parada, levanto la mano y golpeo la puerta, espero a oír el permiso para pasar y no tarda mucho en llegar, así que entro en el consultorio.

Al entrar veo a la doctora sentada detrás de su escritorio y al verme me sonríe como seguro lo hace con cada paciente que entra por esta puerta, que seguro es una persona enferma, como es mi caso. Me siento frente a ella y la saludo con cordialidad, todo esto es un tanto incomodo ya que nunca he venido a una consulta médica para hacer lo que tengo pensado hacer, bueno sé que este procedimiento no le corresponde a la doctora, pero siento que debo decírselo y más luego de la conversación que tuvimos cuando salí de mi ataque de pánico.

–Creo que esta consulta no es para decirme que arrancaremos con el proceso ¿no es así? –pregunta la doctora y yo asiento con la cabeza –Entonces tendré que llamar a mi esposo para que prepare todo.

–Vine agradecerle por la charla de la otra vez –digo cuando ella toma el teléfono, vuelve a dejarlo y me mira –, sé que su intención era que luego de esa conversación mi idea cambie, pero...

–¡Abuela!

La conversación es interrumpida cuando un pequeño niño entra gritando al consultorio y se abalanza sobre la doctora, ella lo toma en brazos y lo abraza para luego darle un sonoro beso. Unos segundos después entra un hombre alto y parece cansado, seguro por estar persiguiendo al pequeño.

–Theo no puedes entrar aquí sin tocar la puerta –regaña el hombre al niño –, tu abuela está trabajando.

–No pasa nada Chris –habla la voz de la doctora –, la señorita Smith vino agradecerme algo y a decirme que decidió interrumpir su embarazo, así que ahora estoy por transferirla con tu padre.

–¡Oh! Siento escuchar eso –dice el tal Chris –, perdí un probable paciente.

Miro al hombre un tanto confundida y la doctora interviene para sacarme de mi confusión.

Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora