Capítulo 25: Decisión.

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Isabella.

–¡Una camilla! ¡Necesito ayuda! ¡Mi hija está muy mal!

Veo como una enfermera me mira con el ceño fruncido y en sus manos tiene una silla de ruedas, me acerco hasta ella y no le digo nada, solo le quito la silla y corro hasta el estacionamiento. Escucho que esa mujer me dice algo, pero no me detengo y es que tengo un objetivo, y es ayudar a mi hija.

Antes de llegar al coche me encuentro con Caleb y en sus brazos tiene a mi pequeña niña, corro con más prisa y le indico a Caleb que coloque a Annie en la silla, para cuando dejamos a mi pequeña hija en la silla la enfermera aparece. Ella comienza a recriminarme por mi arrebato y antes de poder responderle Calen interviene, él le explica la situación y la enfermera al escuchar la situación de mi hija abre los ojos en demasía y asiente con la cabeza, toma la silla para comenzar a caminar con prisa y entrar al hospital.

En cuanto entramos la enfermera se dirige hacia un pasillo y junto con Caleb la seguimos muy de cerca, de un momento a otro aparece un médico y un enfermero, la enfermera pone al tanto a los recién llegados y el medico se gira para mirarnos, él se detiene y ambos enfermeros continúan con su camino. Caleb se detiene a hablar con el médico, pero yo no me detengo, continuo con mi camino pero el enfermero que se unió después me lo impide.

–Dejadme pasar –demando.

–No puede señora, primero los médicos tienen que revisar a la paciente.

–¡Es mi hija! –grito –Y tú no me dirás si puedo o no entrar con ella.

–Debe llenar unos formularios –espeta el hombre y su tono es tan calmo que me molesta.

–Lo puede hacer mi esposo –intento pasar, pero el hombre continua impidiéndolo –. Lo mejor que puede hacer es dejarme pasar, no sabe de lo que soy capaz.

El enfermero me lanza una sonrisa de superioridad y también se encoje de hombros, doy un paso adelante y sin importarme que él sea más corpulento y alto que yo me enfrento a él, pero el estúpido gira sobre sus talones y entra por la puerta a su espalda. Cuando intento entrar por esa misma puerta veo que se encuentra trabada, la empujo con más fuerza y esta no cede, el medico aparece de la nada y me pide que espere en la sala de espera, que en cuanto sepa que es lo que tiene Annie me dejara pasar.

Caleb aparece y me dice que lo mejor será esperar a que el medico vuelva y nos diga que es lo que sucede con Annie, también me dice que debemos informarle a la familia lo que está sucediendo.

–No –musito de forma tajante –, solo hay que informarle a su asistente para que cancele cualquier reunión.

–Preciosa, la familia tiene que saber que está pasando –dice Caleb y yo me alejo, pero él me sigue –. Podrías decirle a tu hermano o a Majo, ellos podrían venir a chequear a nuestra niña.

–Ya dije que no, Caleb –exclamo molesta –, no necesito que Zack o Majo vengan a decirme que es lo que tiene Annie. Soy madre y sé que es lo que tiene mi hija, ni siquiera necesito que un maldito medico me lo diga, lo único que necesito es que me dejen estar junto a ella.

Llego a la sala de espera y esta se encuentra llena, decido no quedarme aquí y es que tanta gente me molesta en este momento. Comienzo a caminar por los pasillos del hospital y en lo único que puedo pensar es que mi pequeña hija está pasando por un momento horrible y es que yo ya he pasado por un momento así, se el dolor que va a sentir si las noticias no son buenas. Me encantaría poder evitarle cualquier dolor, no quiero que sienta lo que yo sentí por mucho tiempo.

Sin darme cuenta mi caminata me lleva hasta el pabellón de natalidad, camino hasta alejarme de allí y es que no debo ni puedo estar aquí, apresuro mi caminata hasta llegar a fuera del hospital. Cuando siento el aire fresco no puedo evitar comenzar a llorar, siento una gran opresión en el pecho y es que no puedo ni quiero que mi pequeña bebe sufra de la manera que pude llegar a sufrir.

Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora