Capítulo 27: Temor y culpa.

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Annie.

Unos golpes en la puerta de mi habitación hace que despierte, no sé bien qué hora es pero estoy segura que no es la hora de molestar a nadie y mucho menos a alguien que paso una terrible noche luego de salir de un hospital. Además, de haberse enterado que está embarazada y tiene una enfermedad a raíz de ese embarazo que no pidió.

Mi vida se convirtió en una verdadera mierda.

Dejo pasar a la persona del otro lado de la puerta y una chica joven se asoma por esta, frunzo el ceño al no reconocer a la joven y ella solo me sonríe como si nos conociéramos de toda la vida. ¿Será que el embarazo además de hacerte engordar, hace que pierdas la memoria? Tendré que investigar las consecuencias de un embarazo como él mio, debo saber a qué me atengo si...

Sacudo la cabeza y saco esos pensamientos de mi mente, no es bueno pensar en esas cosas ahora mismo y menos cuando tengo a una completa extraña frente a mí, la cual sonríe como una loca psicópata. Me incorporo en la cama y me debato entre pararme por si tengo que salir corriendo o me quedo en la comodidad de mi suave y preciosa cama.

La chica abre la boca para decir algo, pero en ese momento entra mamá y me siento más segura con ella aquí, ¡Dios! Me estoy volviendo paranoica, creo que toda esta situación me está volviendo loca. Necesito hablar con una psicóloga urgente, o puede que solo necesite dormir más.

–Cariño, ella es Layla –dice mamá y saludo a la chica –. Será tu enfermera, necesitas grandes cuidados y con mi vuelta a la empresa no podré estar todo el tiempo contigo, y no confió mucho en papá como para dejarlos solos.

¡Te he escuchado, Isabella! –grita papá desde alguna parte de la casa.

–No necesito que nadie me cuide –me apresuro a decir, porque mamá está dispuesta a comenzar una discusión con papá –. En dos días iré al hospital y todo esto se solucionara.

Mamá frunce el ceño y le pide a Layla que se retire y nos deje solas, la chica muy obedientemente hace lo que le piden y nos deja a mamá y a mí a solas. Ella se acerca a la cama y se sienta cerca mio, primero me mira por un buen rato y luego comienza a acariciar mi cabello y rostro, presiento que lo que está por salir de la boca de mamá no me gustara.

–Debo decirte que no estoy ni de acuerdo ni feliz por esa decisión que piensas tomar –comienza a decir mamá –, sé que eres grande y que puedes tomar tus propias decisiones, siempre he dejado que tomes tus decisiones, pero ahora tengo la necesidad de intervenir.

»Sabes todo lo que vivimos tu padre y yo, sabes que los primeros años de vida de tu hermano no estuve a su lado e incluso lo creí muerto y todo por el capricho de un hombre que estaba desquiciado. También sabes cómo reaccione ante la absurda idea que tuvo tu hermano respecto a los trillizos, sé que ahora la situación es diferente y que tú tienes el derecho a elegir, pero ¿es eso lo que realmente quieres?

–Lo que sé es que no quiero ser madre –reconozco –, es lo único que siempre supe en mi vida. No seré una buena madre y no sabre que hacer con un bebé, además, no tengo un empleo como para poder mantener a un bebé.

–El dinero es lo de menos para ti, en pocos meses recibirás la herencia de tu abuela Raquel y con ella podrás vivir una vida sin necesidades –sé que tiene razón, pero no me gustaría vivir de la herencia de mi abuela, no me sentiría cómoda –. Con respecto a lo de ser madre, nadie nace o cree querer ser madre y te lo digo yo que no soy una madre ejemplar. Siempre he intentado darles lo mejor de mí y además, enseñarles un poco de lo que mi madre me enseño.

Asiento con la cabeza y no digo nada, no sé qué decir. Mamá es la mejor de las madres, puede que no sea una madre que se encuentre dentro de la normalidad de las madres, pero ¿quién quiere a una madre normal? Con toda y su locura es la madre más perfecta que me pudo haber tocado.

Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora