CAPÍTULO 3. PARTE 1
Sueños de grácil amazona,
Perenne vencedora enfrentando.
Danzantes y agoreras sombras
Más hermosa de lo que había supuesto, estaba resultando Querétaro. Y disfrutaba de más libertad que en México pues su madre le soltaba la rienda largamente, pues mamá también llevaba una vida propia por la labor social y educativa que desarrollaba en La Casa del Agrarista. Brígida se sentía muy orgullosa de tener una madre tan movida a favor de los más desvalidos, la gente del campo, y porque tenía muy claro, a pesar de que seguía siendo una mujer devota y comprometida también en actos de la iglesia, que su misión consistía en apoyar a las mujeres y a los niños que se acercaban a aprender con ella a leer y escribir, hacer cuentas, y sobre todo a montarse un negocio a futuro, pues todas las mañanas las dedicaba a enseñar la esterilización de frascos para embotellar compotas, salmueras, envinagrados confitados, por cierto una rareza invento de la abuela Amelia que estaba siendo un éxito de ventas, y otros dulces de leche, de coco, y con todo y ese orgullo ella se sentía un tanto indigna, porque mucho de lo que le regalaban a mamá las estudiantes y que les atiborraba la despensa al tope semanalmente, Brígida lo estaba robando, un robo hormiga, para re venderlo a las puertas del mercado.
Cotita era la más entusiasta, se vestía, junto con Isabel y Anamaría como auténticas inditas. Aunque probablemente nadie les creyera del todo este disfraz, pero pasaban por gente pobre porque entre los queretanos había mucho mestizo, lo mismo veías uno muy catrín de rasgos de pura raza mexica, que un humilde cargador, sudoroso y bronceado pero de tamaños ojos claros y rasposa barba mal recortada. Y es que no era cosa de desperdiciar, como luego lo comentaba con Nico a manera de exculparse. Además, por el puesto de su padre, y siempre tan afable y cordialmente desempeñado por éste, llegaban obsequios constantes, casi todos consistían en sacos de azúcar, de garbanzo, harina y otros granos y de verdura, total una despensa que ni la misma Divina Providencia podría obsequiarles más fresca, variada y abundante, así, resultaba un tener en casa un arsenal de alimentos ¡como para alimentar a tres familias más diariamente, aparte de ellos!
“Está güeno chamaca, que lo que tira la olla, tú lo recojas con la cuchara, nomás fíjate que Ángela no se entere, porque ora verás huarache de qué lado te aprieta la correa”. La verdad, a ella ya le estaba cansando el jueguito, si por eso, porque ya estaba cansada de hacer montoncitos de chiles, de calabacitas, de cargar a escondidas tanto trique como mantas, cuartillos, botes de mermeladas, salmueras ¡y cuidar que nada se rompiera! Luego estar pendiente que no hicieran guaje a Cotita con los pagos ni que se amensara a la hora de dar los vueltos… Pero ¿cómo decirles que se acababa el juego de vender, si la pasaban la mar de bien, escondidas bajo el rebozo y usando simples blusitas y descansar de las calcetas de hilaza del uniforme escolar que tanto les acaloraban los piececitos…? Si verlas ahí sentadas en los escalones de una puerta lateral del mercado viejo, tarde a tarde, gritando sus mercaderías ¡era una pasada de gozo, y un orgullo, qué carajos! Y estaba muy pendiente, eso sí, de que nadie fuera a hacerles daño, al menor mal presentimiento se acercaba y preguntaba “¿qué tal, buena mercadería de las güeritas, se ofrece a comprar…?”
Santo remedio, el que sólo iba por malorear, ¡se marchaba de inmediato! Y es que siempre que hacía esto, lo de presentarse de improviso, llevaba a las espaldas a Filo, ¡el hijo del guardia municipal! “No pos sí, si pa bailar jarabe, con quien lo sabe” le aprobaba la nana, y le agradecían sus hermanas. Además, contaba con que las horas que se iban de vendimia, despuesito de comer, más bien era gente pobre la que merodeaba por el mercado en tratando de encontrar más bajo precio, ¡y para nada les importaba comprarles a ellas, fueran de apariencia extraña, si todo lo que ofrecían era fresco y a inmejorable costo!, desde luego era negocio redondo, más porque tenía pocas probabilidades de ser descubierta.
ESTÁS LEYENDO
La chacha Nicolasa
ChickLitEl universo femenino de la chacha Nicolasa cobija no solo a las protagonistas de esta saga del siglo XX, sino también a los hombres que las acompañan ante la muerte del proyecto revolucionario. Amelia, Cota, Brígida, Natalia y la sabiduría ancestral...