Capítulo 3, Parte 7
Natalia y Rodrigo partieron al viaje de novios en su propio y recién estrenado auto. Acalorados por el trajín desde temprano, la carretera y la excitación, apenas atinaron a comer algo de la cena que les esperaba en el hotel de Guanajuato. Cuando esperaban el postre y café, Natalia recordó la dichosa pastilla. Rodrigo, solícito, le preguntó si sentía mal al verla tomar una píldora, a lo que Natalia contestó con un dejo de pudor, que no, que padecía irregularidades de toda la vida durante al inicio del ciclo menstrual y Marisol le había recomendado un tratamiento de anticonceptivos para regularizarla. Rodrigo no dijo más, se quedó callado. Para Natalia era como si toda la locuacidad que traía en el viaje, de pronto se le hubiera agotado por cansancio. Nomás pensarlo, Rodrigo le sugirió que ella se adelantara a la suite para deshacer las maletas mientras él iba a ordenar que les subieran cigarros y una botella de champaña.
"Era eso, no es que esté cansado como me figuraba, está tan preocupado y ansioso como yo, lo mismo desea estar a solas ¡que salir corriendo! Si ya me lo advirtió tía Andrea que la primera vez genera el mismo pudor y mortificación en ambas partes". Natalia, entonces le besó agradecida antes de retirarse por la gentileza con que él le daba un respiro a solas antes del primer encuentro íntimo. Cuando Rodrigo la alcanzó en la habitación, ella ya lucía el vaporoso, albo y sensual negligé que le había regalado tía Brígida para la ocasión. Rodrigo, apenas contenido, se la acercó para comenzar a besarla en el cuello, suavemente. Natalia le iba correspondiendo y al mismo tiempo que le ayudaba a desabrocharse la camisa. A medida que se le descubría el velludo torso masculino, más se excitaba y trataba de imitar las caricias ansiosas que él le prodigaba en el inter que sus manos rodaban botón a botón, él le originaba suspiros en sus hombros, en sus senos casi al aire, nuevamente en el cuello. Ya en la cama, ambos desnudos, se miraron complacidos de pies a cabeza.
El momento en que la poseyó quedó, en la conciencia emocional y mental de Natalia como una efímera sensación de gozo sensual, pues ella no había sentido placer sexual alguno ¡ni tan siquiera un mínimo de lo que proporciona una masturbación!, sólo los muslos algo entumidos y un ligero escozor entre sus piernas, y hasta pensaba el mismo escozor estaba por invadirle hasta el tuétano en los pliegues del alma. Rodrigo se separó de ella echándose como un fardo al lado suyo. De su boca no salió ni tan siquiera un suspiro de satisfacción. Natalia no atinaba qué hacer, tampoco se le acercó. Era una espera, una pausa tormentosa e inútil, que al fin trató de eludir con un tímido ademán como de querer acurrucársele. Lo que logró con este intento de acercamiento fue exactamente lo contrario de lo que pretendía, ternura. Porque Rodrigo dio entonces un salto de impredecible acrobacia a sus pantalones, como si el movimiento de ella le hubiera hecho las veces de un petardo que lo disparó fulminante fuera del lecho.
¡Y cómo bufaba al ponérselos!
Nomás subirse el cierre de la bragueta comenzó a gritonearle:
— Si, cómo no, ¡con que eras virgen! ¡Virgen...!
Natalia observaba asustadísima como las facciones de Rodrigo se tensaban más y más. Por instinto, jaló la sábana para cubrirse la propia cara, como buscando refugio a esa ira sorda que el rostro del hombre amado le manifestaba. Pero su gesto desató la violencia del hombre, quien destapándola de un manotazo, volvió a estallar:
— ¡Mira, no puedes negarlo! ¡Ni una gota de sangre! Por eso resultó tan fácil y rápido penetrarte, y tus caricias, ¡vaya que expertas para encenderme y que no me diera cuenta! Y las pastillitas y el noviecito hippie ¿y cuánto más Natalia, eh? ¡¿qué más no me has dicho, que más has escondido o me tratas de esconder?!
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La chacha Nicolasa
ChickLitEl universo femenino de la chacha Nicolasa cobija no solo a las protagonistas de esta saga del siglo XX, sino también a los hombres que las acompañan ante la muerte del proyecto revolucionario. Amelia, Cota, Brígida, Natalia y la sabiduría ancestral...