CAPÍTULO 3, PARTE 4
No se olvida, no, 2 de octubre no se olvida, olvidar, olvido, olvidemos, mientras vayas de blue jeans por la vida, menos se podrá olvidar.
Un trío inseparable, un trío que no olvida, y esas palabras tan precisas por sí mismas, cinco: 2 de octubre no se olvida, más su número fatal, son tan brumosas, tan arbitrarias para definir el significado que cada uno de los tres les da…
¿Pero no al menos dos, de los tres, debían coincidir en el significado, al fin y al cabo habían pasado juntos la experiencia del fatídico 2 de octubre? Ella, no, no olvida que el 2 de octubre murió el abuelo, el viejo, el suyo, tan tardíamente encontrado, el que por un instante creyó alma gemela, ¿encontraría otra alma como la de aquél? O fue simple fantasía, auto sugestión, que se entendieron, que hablaban de lo mismo, que el significado de aquellas conversaciones de tarde, y tardías, resonaban en ambos sin tergiversaciones, sin mal entendidos, tan simples, llanas y exactas en su decir, recibidas y emitidas, tal cual, tal para cual, nunca desatendidas por venir… de tal por cual. Como no veían de tales por cuales los relatos del 2 de octubre, aunque sí venían interpretados de dos maneras distintas. Cuando era Marisol la que daba cuenta de los hechos, a Natalia se le formaban imágenes nítidas, detalladas. Si lo hacía Franco, la sacudían sensaciones, sentimientos.
— Que no, que me fui contigo por ti que estabas amarillo, porque nada me hacía más ilusión que haber llegado al final —decía la amiga.
— Que te jalé porque en la marcha del silencio, el 13, estaba sobrentendido el pañuelo blanco cubriéndonos la boca, pero el dos, en Tlatelolco cuando por fin íbamos entrando a la plaza, me di cuenta de que algunos, que antes no estaban en Juárez, unos pocos llevaban un pañuelo o un guante blanco en la mano izquierda, qué quieres, esos son los detalles que me hicieron sospechar una encerrona —replicaba él.
Era tan extraño, hacer de árbitro ante dos posiciones tan distintas de un mismo hecho, y del que no había ni imaginado. ¿No que la intuición es femenina…? ¿Por qué entonces, quien intuyó el peligro que corrían de permanecer hasta el final, fue Franco y no Marisol…? ¿Qué se le escapaba contar a los dos amigos de todo esto? De todas formas algo de intuición compartía ésta con aquél, porque si no, no habría hecho caso, se hubiera quedado con lo impulsiva y pasional que siempre era Marisol para esto de debatir, de participar. Realmente se habían salvado de morir, por un pelo.
— Nadie se metió con nosotros cuando empezamos a alejarnos, y ninguno se acercó cuando hice la finta que estaba vomitando en medio de la acera —decía Franco—.
— Ay, eso fue un cuento, si apenas lograbas echar babas, quién iba a perderse los discursos conmigo al lado y de bata blanca, por favor.
Qué extraño, cuando no toca, aunque te pongas, ya no le cabía duda.
— Un cuento que me creíste, o que quisiste creer, el caso es que aquí estamos, muertos de miedo por lo que pasó después y que otros no pueden contar.
— ¡Cómo no iba a creerte! y aunque no lo creyera del todo, no te iba a dejar ir solo, tan pálido como te veías.
El miedo puede transformarnos el color, pues de súbito los rostros de sus amigos empalidecieron a un espantoso amarillo telegrama. El mismo color que tenía el abuelo cuando ella se le acercó y no le respondió. Y sin embargo la mecedora se mecía, suave y lenta, como si el abuelo se hubiera levantado hacía un momento. La que se había levantado fue su alma, ¿deja uno el cuerpo, amarillo macilento, para hacer notar que hemos partido…? ¡Qué ocurrencias! Lo que no se le ocurría es como alivianarles la culpa a sus amigos por estar, y al mismo tiempo no haber estado en el 2 de octubre.
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La chacha Nicolasa
ChickLitEl universo femenino de la chacha Nicolasa cobija no solo a las protagonistas de esta saga del siglo XX, sino también a los hombres que las acompañan ante la muerte del proyecto revolucionario. Amelia, Cota, Brígida, Natalia y la sabiduría ancestral...