Capítulo 3, Parte 6.

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            Capítulo 3, Parte 6.

Contra todo pronóstico, la que se casó fue tía Brígida. ¡Asentó su amor por Gerard por lo civil y por la iglesia!Y compraron un local y una casa para establecer una sucursal de antigüedades en Xalapa, misma que echarían a andar a la vuelta de un año, que era el tiempo, más que menos Gerard calculaba le llevaría el finiquito de sus negocios en su país.

    — ¡Vaya con las sorpresas que da la vida —doña Lucha comentaba jocosa— sí que tu tía Brígida ha dejado con un palmo de narices a tus otras parientas! Y tú, Natalia, tranquila y a seguir estudiando, que tienes toda la vida por delante y te da para más de una boda, que como dice la canción, si ya te lo propusieron una vez, lo que es pa ti, ¡ni Dios lo quita!

  A Natalia no le molestaba que su casera tratara de consolarla. Era natural, pensaba, más que la gente en provincia sigue rigiéndose con muchos tabúes, como el nefasto de aceptar, y hasta dado el caso castigar a una mujer joven por un desliz con la marginación social, y no así al muchacho machista e irresponsable que la dejara abandonada a su suerte.  O que los cánones para mujeres como tía Brígida, maduras y autosuficientes de toda la vida, fueran mal vistas socialmente si no se avenían a las reglas sobadas de asentar sus amoríos, como mínimo, en registros civiles. Lo que no le quedaba claro era por qué, la independiente de tía Brígida, para sorpresa de todos se casara ¡con todas las de la ley!

     ¿Acaso lo había hecho por ella…? Lo más seguro.

    Porque no se la acababa de creer que tía Brígida se había propuesto llevar un matrimonio en toda la regla, y para más Ripley en el que Gerard fungiría como el único proveedor. Pero si se remitía a los hechos, ¡así lo parecía, tía Brígida había sentado cabeza a la más atávica de las usanzas, el matrimonio debidamente formalizado! Ya no tenía más contacto con la cooperativa que no fuese como asesora. Y ni mencionarle que iba a encargarse a su vuelta del local en Xalapa, ¡de ninguna manera! Gerard tendría que buscarse un socio, y quería la casa sólo por no pasar ni un día en un hotel local, así fuera el más lujoso de la ciudad. Su vida transcurriría más en ciudad de México y en la casa de Cuernavaca, que no en Xalapa.

      Y así fue.

Las vacaciones entre el octavo y noveno semestre Franco y Natalia las pasaron en ciudad de México, y, aunque hospedados en la casa de tía Chica en Churubusco, prácticamente todos los días disfrutaban mucho las tertulias de sobremesa con el flamante “tío” Gerard, entre semana en el negocio que éste adquirió en el centro de la capital, muy cerca del Casino Español en la señorial calle de Isabel la Católica, o departiendo directamente en casa con el abuelo Carlos, Nico y tía Chica desde el medio día a la madrugada en los fines de semana. Mientras, Brígida advertía, complacida, como el esposo introducía a los jóvenes en ese mundo raro, mezcla de sociología, esoterismo, y cultura general que ella tanto apreciaba en el flamante marido. Verdaderamente una estupenda compensación para Natalia por abandonar al hippie y toda esa parafernalia de la nueva onda sin base ni fundamento que no la llevaría ni a una plenitud personal ni a nada realmente gratificante, ni mucho menos a poner en paz y jerarquizar sus principios y valores más íntimos por falta de elementos reales para juzgar tanto la naturaleza humana en términos generales, como para asentarlos y asociarlos como propios. Oportunidad que ella jamás tuvo por falta de estudios y porque la familia no la tomara en cuenta, al fin la conseguía para su amada Natalia.

   Paso a paso, las conversaciones resultaban más y más interesantes y estimulantes por abordar todo tipo de temas, filosóficos, religiosos, políticos y esotéricos. Estos últimos sobre los que Gerard tenía información en abundancia empezando por los europeos como Fulcanelli y el literato francés Julio Verne quien había pertenecido a una asociación ocultista conocida como “Swan”, a otros de menos fama en México como el armenio Gurdjieff y su mecánica del universo y el hombre, notable en su parecido a lo que el abuelo Gustavo había largamente comentado a Natalia antes de morir. Pero igualmente misterioso y fantástico como otros autores sobre vudú, magia blanca, santería cubana, o de insospechadas teorías sobre la función de las pirámides tanto en Egipto como en América según el francés Antoine Bovis, así como la funcionalidad universal de la cábala hebrea en cualquier idioma para pronosticar asertivamente tanto el rumbo de los acontecimientos en la vida de un grupo, como en la vida personal, de lo cual resultaba el debate más imperativo y desconcertante ¡el concepto de que los números son sujetos o entidades por sí mismos, y su influencia o fatalidad anulaba otro concepto, el del libre albedrío!

La chacha NicolasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora