Siento un gran vacío en mi estómago, mis manos sudán sin control y la risa no deja de salir de mi boca. Cuándo apenas subí al martillo sólo pensé "hey de seguro no es tan extremo, tú puedes mamona" pero estaba muy equivocada. Mi risa es debida a la máxima adrenalina que mi cuerpo experimenta, no, no estoy llorando cómo lo hace Leila en estos momentos ni tampoco estoy gritando cómo lo hacen las otras cuatro personas que estan cercas de nosotras pero que claramente no los podemos ver por la gran velocidad que recorré el juego.
El juego cumple su objetivo, moverse de adelante hacia atrás continuamente, sacudiendo nuestros cuerpos y quizás nuestras almas en el proceso.
—¡Voy a morir!—Leila grita tan fuerte que la logro escuchar a pesar de nuestra distancia y los diversos gritos que nos rodean.
—¡No vas a morir!
—¡Sí, si lo voy hacer! — comienza a sollozar.— Adiós mundo cruel.
—¡Qué no!
—¡Está verga va a salir volando! ¡Nos va a matar!— Leila me hace asustar y entro en pánico.
—¡Vamos a morir!— Grito— ¡La sangre de Cristo tiene poder, me arrepiento de todos los pecados que cometí! — hago una breve y rara oración.
—¡Vamos a morir aplastadas! No quiero morir aplanada— ella sigue sollozando haciendo que mi cuerpo se estremeciera por la simple idea de morir aplastadas por un juego mecánico.
Entonces el juego comienza a detenerse lentamente, dejándonos volver a recuperar nuestro aliento y sobre todo nuestra dignidad que perdimos al creer que íbamos a morir. Nos bajamos una vez que el juego se detuvo por completo y aterrizara en la superficie. Salimos de esa sección en silencio aún por el susto y ridículo incidente.
—¿Que loco no? Pff no fue la gran cosa— Leila intenta hacer cómo si ella no hubiese dicho nada.
—Es cierto no fue la gran cosa.
Quizás actuar cómo si nada hubiese pasado es lo mejor para las dos. Aunque siento que aquél susto va a quedar grabado en mi mente por el resto de mi vida. Tal y cuál cómo un suceso de hace un par de años atrás, lo recuerdo muy bien.
Era mi cumpleaño número dieciséis, mi padre tuvo la maravillosa idea de realizarme una fiesta sorpresa, invitando a todos mis compañeros de aula. Lo que él no sabía era que había un grupito de chicas que se creían la gran cosa y siempre querían hacerme sentir como menos, algo que a pesar de todas sus maldades no lo lograron.
Mi padre se había gastado unos ahorros que tenía guardado para remodelar su panadería, compró diversas decoraciones para adornar nuestro patio, alquiló hasta un trampolín. Todo fue perfecto las primeras horas, nos divertíamos, comíamos la comida chatarra que había, pero todo cambió cuándo llegó la hora de cantar el cumpleaños y partir el pastel rosa pálido. Una de las chicas de aquél grupito se colocó atrás de mí mientras me cantaban el cumpleaños y cuándo llegó el momento de soplar la vela, ella agarra mi nuca y la impacta contra el pastel. Si, la vela seguía encendida, gracias a su atrevimiento me quemé parte de mi mejilla derecha, ella se disculpó y se excusó diciendo que pensó que yo ya había apagado las velas.
Jamás olvidaré ese día, el dolor y ardor que sentí quedó impregnado en mi mejilla.
Aunque ahora sólo queda una pequeña marca que apenas es visible, seguirá un suceso algo traumático, debido a los gritos escandalosos de mis compañeros y familia.
—Hey— Leila posa una de sus manos en mi hombro— ¿Deberíamos irnos verdad? Esto ya se puso aburrido
—¿Por qué no nos subimos a otro juego?— Pregunto, miró hacia mis costados en busca de otro juego que llame mi atención.
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SAM
Mystery / ThrillerAnniel Watson una jovén inglesa intenta rehacer su vida en un pequeño pueblo con esperanza de olvidar su pasado y cumplir sus metas. Pero el pueblo Meit no es como cualquier pueblo y menos las personas que habitan en el. Ella se enfrentará a muchos...