5

309 51 15
                                    

Al despertar un aroma agradable inunda mis fosas nasales. Me muevo un poco y puedo sentir lo suave del colchón e incluso de las enorme manta que cubre mi cuerpo. Mi mente está en blanco algo muy común en mí cuando recién despierto.

Abro mis ojos lentamente adaptándolos a la luz, tardo un poco en enfocar mi vista. Me es inevitable no fijarme en las paredes grises llenas de póster de bandas, caigo en cuenta que esta no es mi habitación.

No recuerdo mucho sobre lo que pasó anoche, sólo siento una pequeña punzada en la parte izquierda de mi cabeza. Aunque no es algo muy típico de mí irme a dormir a casas ajenas.

Me siento en la espaciosa cama, en la habitación no hay nadie más que solo yo, trato de recordar si en algún momento acepté una invitación u otra cosa parecida pero mi mente sigue en blanco.

Conozco el riesgo de dormir en casas ajenas y no es algo que claramente yo haría, siempre he sido cuidadosa en aceptar este tipos de invitaciones y si alguien lo hizo ¿Dónde está ahora? ¿Por qué no está aquí? Es claramente la habitación de un chico, lo delata los póster de bandas de Rock, los aburridos colores y lo desordenada que está, aunque debo de admitir que está impregnada de un olor muy agradable como a menta. Quiero levantarme pero la razón que me detiene es que solo llevo una playera color negro que apenas llega a mis muslos.

Mantengo la calma y con sutileza apoyo mis pies desnudos en la fria porcelana, intento hallar mi ropa con mis ojos por la desordenada habitación algo que me parece una perdida de tiempo.

Me siento un tanto incómoda por la falta de ropa en mi escuálido cuerpo, en muy pocas ocasiones he estado vestida de tal forma, cómo la vez que estuve vacaciones de verano en una pequeña casa de playa en California, no estaba acostumbrada al caluroso clima y por ende dormía con muy pocas prendas pero esta vez es diferente. Diferente en la forma de que no recordaba que yo misma hiciera tal acción.

La puerta fue lentamente abierta, por inercia volteo rápidamente mi rostro para admirar la figura que entra cuidadosamente en la habitación, cómo sospeché es un chico lo que si me ha dejado estupefactada es quién es el chico.

-¿Pero que mierda?-Mis ojos están clavados en él, su melena pelirroja está tan desordenada y unas evidente ojeras que ni con maquillaje creo que se puedan cubrir del todo, hace evidente el cansancio que él posee.

-Oh, ya despertaste-Susurra.

Sí, él chico de los arbustos el cuál me llamó desnalgada el día anterior es por lo visto el responsable de mi presencia en la habitación aunque me es inevitable no darme cuenta que no luce cómo lo vi por primera vez, su posición inclinada hacia adelante más los gestos faciales de su rostro me da la impresión de que quizás no descanso correctamente.

-¿Qué hago aquí?-Pregunto, guardando la calma.

-¿Acaso no te acuerdas?

-Para ser sincera no recuerdo casi nada.

En cierta parte es verdad. No recuerdo cómo llegué aquí ni mucho menos que fue de mí o de Leila después de ingerir aquellas pastillas blancas, además los recuerdos que tengo en la discotecas son un tanto borrosos y confusos, no sé en qué orden va cada uno y en qué momento sucedió exactamente.

-Te traje aquí, luego de encontrarte desmayada en el baño de hombres junto a un cadáver recién asesinado.

No voy a mentir, cuándo él dijo cadáver un recuerdo vino a mi mente. Estaba yo junto a Leila en un baño mientras observaba por la orilla de una puerta cómo un chico apuñalaba repentinas veces el cuerpo de alguien. De ahí todo lo siento como lejos ¿Saben no? Cómo si lo próximo que pasó sólo fue una alucinación o un sueño, no está claro en mi mente y es tan confuso porque trato de recordar y solo recibo recuerdos borrosos. Recuerdos irreales.

SAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora