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Tres días han pasado desde que fuí a la casa de Berta, tres días han pasado de la última vez que hablé con ella y tres días han pasado desde que me relacioné con otra persona externa con la que vivo.

Estuve hasta tarde ayudándola a mover algunas cajas y a limpiar, aunque tenía muchas preguntas y dudas por aclarar sobre el pueblo, me quedé callada.

Lo poco que sé de este pueblo es que mi abuela vivió su niñez y adolescencia aquí, según ella no le gustaba vivir en este lugar, siempre fue una aficionada por la literatura, y el mundo que este le mostraba era más interesante que el que ella vivía, por eso después de esperar tanto tiempo por un hermoso caballero que la sacará de Meit. Ella misma armó sus maletas y empezando su juventud decidió vivir su propia historia. Así fue cómo llegó a Inglaterra. Para ella Meit siempre ha sido un pueblo aburrido.

Aunque yo no lo veo así, pienso que este pueblo debe de tener una historia muy profunda, además de cada una de las personas que habitan en el. A pesar que la mayoría de sus habitantes son un tanto alejados.

La lámpara de mi pequeña habitación titilaba una y otra vez, sin detenerse. Afuera una pequeña llovizna decorando con pequeñas gotas mi ventana.

Me senté en mi cama dispuesta a buscar algo para distraerme en mi laptop, cuándo la puerta fue tocada con suavidad.

—Entra—la puerta fue entreabierta, visualicé una melena rubia y unos ojos verdes asomandose poco a poco hasta que la puerta fue abierta por completo, su cuerpo quedó a la vista.

—Mi abuela pregunta si quieres ir conmigo junto a mis amigos a la feria del pueblo vecino- susurro mientras jugaba con sus dedos.

—Tengo algo más por hacer—Mentí

No pienso aceptar una invitación que fue hecha por lástima, se que no le agrado a Lucía y que su abuela hace lo posible para que ella hable conmigo. Lo que no entiendo es la razón, primera vez que la conozco y ya me odia. No soy paranoica y no me lo estoy imaginando, lo sé por las actitudes que me ha mostrado desde que he llegado, compartimos un baño juntas y ella lo cierra con seguro después de asearse. ¿Y yo qué? Ni siquiera tengo una copia de llave.

Sin embargo simplemente no quiero forzar aún más sus intentos, si ella no quiere relacionarse conmigo no la obligaré.

—Agh, bueno de todas maneras la oferta sigue abierta-cerró la puerta con brusquedad.

No he visitado aún los pueblos vecinos, aunque si me gustaría ir a la feria, cuándo era muy pequeña fuí con mi tía y abuela a una feria, fue muy divertido aunque yo quería subirme a los juegos extremo pero no podía por mi edad y mi estatura.

Decidida de ir, pero claramente sola. Me levanté de la cama y me acerqué a mi reducido armario para buscar ropa cómoda. Me coloqué un suéter color plomo grande y un jeans oscuro, busque mis tenis blancos por todas partes, bajo de la cama no estaban ni menos junto al armario. Llegué cerca del cesto de ropa y ¡bingo! Los encontré.

(***)

Las calles húmedas por la resiente garúa, el cielo gris y sumándole mis ganas de vivir no dan el aspecto muy lindo. Me repetía una y otra vez el plan en mente, llegaría a la feria sola y haría amigos ¿Fácil no? Bueno no creo que sea tan sencillo. Tal vez debería pensarlo mejor, habrá muchas personas, además podría fingir tener miedo a los juegos extremos para que un lindo chico se suba a uno conmigo mientras me toma de la mano y dice "Tú puedes", Okey mucha imaginación por ahora.

Escuche unos murmullos y gritos de dolor proveniente de un callejón cerca de las afueras de una cafetería de la cuál me encontraba cerca. Los gritos se hicieron cada vez más fuerte, me asomé al interior de la cafetería para pedir ayuda pero tanto como los clientes y meseros tenían una expresión de horror y miedo plasmado en sus rostros.

Con las piernas temblando y las manos sudando decidí que lo mejor era ir a ver y si la situación era muy grave, hago como si no hubiese visto nada y sigo con mi camino, salí de la pequeña cafetería y me dirigí hacia el callejón. Cada paso que daba mi corazón latía con fuerza, cada paso que daba escuchaba los gritos más fuertes, por inercia miré hacia atrás y vi a una pequeña niña en una bicicleta, sus ojos azules transmite mucho temor, me miró fijamente y negó varias veces.

Estaba tan cerca que escuchaba los murmullos con definición pude darme cuenta que murmuraban en otro idioma, uno muy desconocido para mí. Me faltaba tres pasos para llegar, cuándo pasó...

Un chico fue arrojado bruscamente a las afueras del callejón. Su rostro bañado en sangre, su ropa sucia y rota. Tosió muchas veces, la sangre que expulsaba por su boca siendo arrojada desde sus comisuras hasta su barbilla. Sin pensarlo dos veces corrí hacia donde se encuentra, me arrodille junto a él, con suma delicadeza cogí sus hombros y lo ayude a sentarse sobre la húmeda calle. Su rostro hinchado por tantos golpes, su labio superior partido y la espesa sangre que brotaba de su boca, no me dio buena espina.

Giré mi rostro hacia el callejón en busca de los culpables de dicho agresión pero no había nadie, el callejón estaba solo.

—Tengo que llevarte a un hospital, estás muy herido—exclamé con mucho temor y con mi voz temblorosa.

—No, no puedo ir a un hos-pital— Articuló con cierta dificultad

—¡Estás loco! Hay que llevarte a un hospital urgente—cogió mi brazo con mucha fuerza.

—¡NO VOY A IR A UN HOSPITAL!—A pues vete a la verga estúpido, uno que intenta ayudar y le salen con estos desprecios.

— ESTÁ BIEN, QUEDATE AQUÍ Y MUÉRETE DESANGRADO—intenté levantarme pero el sujeto me lo impidió.

—¿Puedes acompañarme a mi casa?—susurra, lo miré estupefactada ¿Acaso cree que voy a acceder así de fácil?

—¿Cuánto me vas a pagar?

—¿Qué? Sólo te pido que me acompañes hasta mi casa, no que te acuestes conmigo.

—Lo sé, pero estamos en tiempos difíciles y yo me ofrecí a llevarte a un hospital no a tu casa, así que eso ya vale dinero.

—Ya, ya está bien, te voy a pagar lo que tú quieras—con una sonrisa me levanté de la calle y le extiendo mis manos para ayudarlo a levantarse, con un poco de dificultad logré mi objetivo, el chico pasa uno de sus brazos por mis hombros para tenerme de soporte y evitar su caída—vivo a seis cuadras de aquí, así que no puedes cobrarme mucho, andando.

SAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora