𝗘𝘀 𝗻𝗼𝗿𝗺𝗮𝗹 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗺𝗶𝗲𝗱𝗼...
En algún punto puedes entender que el miedo solo puede hacer dos cosas esenciales contigo.
→ Puede paralizarte hasta el punto de que ya no reconozcas tu alrededor.
→ O puede hacerte saber en tu interior que...
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La bicolor soltó dos golpes contra aquel saco de arena. Miraba fijamente este con un semblante serio, estaba concentrada en aquel entrenamiento físico que ya llevaba un buen tiempo realizando.
Ella miraba sus manos confusa. Su piel repentinamente se volvió negra sin dejar siquiera distinguir sus uñas, mientras estas sobresalían con las puntas afiladas cuales garras. ¿Cómo no se había dado cuenta? ¿Cómo no se percataba de sus alrededores?
Tres golpes más. Las gotas de sudor caían por sus cienes, su cuello, hasta resbalar por su clavícula. Sus escleróticas se fueron cubriendo de aquel manto negro, mientras sus ojos cambiaban sus colores oscuros por ese tono amarillento brillante que cautivaría a cualquiera, si no fuera tan escalofriante de ver.
El olor a quemado invadía sus fosas nasales, mientras el sonido del fuego se escuchaba en todo el lugar, esparciéndose por todo el edificio en el que se encontraba.
Frunció el ceño, ¿Que pasa? ¿Por qué... ¿Por qué no sentía nada?
Cuatro más, cada vez el saco se movía con más brusquedad debido a la fuerza que ella empleaba. Tensó su mandíbula apretando sus dientes.
Una extraña sombra se asomó por su hombro, apoyando su 'mano' en el cuello de la fémina.
Cierto... ella-
De un golpe, Ali mandó el saco de arena unos tres metros lejos de ella, mientras que del lugar donde había impactado su puño tenía un hueco donde salía la arena con abundancia hasta llegar al suelo.
Tenía su respiración agitada, y lo demostraba gracias a el movimiento brusco de su pecho al subir y bajar. Instintivamente, la chica volteó su cabeza a sus espaldas. No había nada pero, sintió escalofríos hace unos momentos.
"Tal vez... solo fue el viento." se dijo a ella misma tratando de desviar cualquier pensamiento irracional.
Cuando comenzó a quitarse los guantes, su teléfono empezó a vibrar seguidamente entrando una llamada. Kātaki se encaminó a este divisando el nombre de Jin en la pantalla. Contestó.
Con un suspiro, se encaminó a su cocina, bajo la atenta mirada de la sombra... que siempre estaba con ella.
— Hola Jin. —.
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗗𝗼𝘀: 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗻𝗼
La chica de hebras bicolores se encontraba jugando en su teléfono un juego descargado de aventura. Estaba recostada en su sofá mientras esperaba a que Jin terminara de hacer los Hot Dogs para poder ver su maratón de películas de dinosaurios.
