𝘍𝘳𝘰𝘻𝘦𝘯 𝘒𝘪𝘯𝘨

15.

Caminaba por los pasillos a paso lento, los ojos me pesaban a muerte.

El día que llegué a un acuerdo con Hyunjin fue hace más de un mes. Todas las tardes nos encontrábamos en su casa o algún hotel alejado de la ciudad, así él aliviaba sus necesidades y yo obtenía respuestas y placer.

Actualmente las paredes del instituto estaban rodeadas por carteles para que voten a los reyes del baile, también estaban por todos lados las encuestas de quienes deberían desfilar en el festival. Como siempre me mantenía alejado de todo eso, nunca le encontré interés, había sido nominado en muchas ocasiones y ganado ser el rey de los bailes, pero para serles sinceros, nunca le vi sentido.

También vale contar que todas las chicas están con las ganas en la garganta, de saber quién era la "maldita bastarda" que se acostaba con Hyunjin. Se corrían los rumores de que este cada día estaba feliz y ya no aceptaba acostarse con ninguna otra chica más. Además, que una vez lo encontraron en un sex shop comprando lubricantes y condones de diferentes sabores, y según todos dicen, una vez también fue para ver distintos tamaños de vibradores y hacer preguntas de cómo podría hacer crecer su miembro. Es gracioso, el hecho de que los condones y lubricantes usamos juntos, pero nunca probó un vibrador o algo así.

Mi celular vibró en mi bolsillo izquierdo, lo saqué mirando al grupo de chicas que gritaban de acá para allá y corría. La pantalla de bloqueo mostraba un mensaje de Hyunjin, rodando los ojos y volviendo a dejar el celular dónde estaba anteriormente. Seguí caminando por los pasillos, que, para mi sorpresa, cada vez se volvían más vacíos.

Palmeé un poco mi rostro con mis manos y troné mi cuello. Justo cuando pasaba por la puerta del conserje, esta se abrió y unas manos taparon mi boca. Lo próximo que vi era pura oscuridad y una respiración pesada. Pegué golpes al aire, para que segundos después se prenda la luz y la mano me suelte, me di la vuelta y ahí estaba Hyunjin

— ¿Asustado, bebé? — su tan hermosa sonrisa estaba al exterior, sus cabellos un poco parados y apoyado con su hombro contra la pared.

— ¿Qué quieres? — dije, tratando de no mirarlo y acomodar mi ropa.

— Y ahora te pones distante. — rio. — ¿Por qué no ves mis mensajes?

— No me importaba lo que decía, estoy agotado. ¿Qué quieres? — alcé la vista y sus ojos estaban divertidos mientras mordía su labio inferior.

— Me levanté de la cama con una erección más grande que la torre Eiffel.

— ¿Y a mi qué? — pregunté, con los pelos a flor de punta.

— No te hagas el que no sabes, amor. — se recargo en la pared y se acercó a mí. Con una sonrisa de labios, pasó una de sus manos por mis cabellos mientras la otra la reposaba en mi mejilla, dio un suave beso a mi frente y siguió hablando. — Tienes que encargarte del no tan mini Hyunjin. — mordí mis labios para contener las risas.

Suspiré profundo y volví a hablar: — ¿Ahora? — asintió — ¿En la escuela? — abrí los ojos al ver como su cabeza volvía a asentir — Nunca lo hice en la escuela, y menos en la habitación del conserje.

— Oh, ¿en serio? — miró divertido mi anatomía. — Entonces apuremos las cosas antes de que toque el timbre. — jaló una de mis manos, este se pegó con brutalidad contra las estanterías, besando mis labios con euforia mientras los baldes y esponjas caían con fuerza.

Pegué mis manos a su camisa escolar mientras introducía mi lengua en su boca, dejando que él tomase el control de la situación. Mordió mi labio inferior y me separó sólo un poco de sus labios, tomé una gran bocada de aire y prosiguió a quitar - arrancar - los botones de mi camisa.