11.

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Y ahí me encontraba yo, con mí anatomía desnuda sobre el cálido colchón, el sudor a flor de pelo y la mente pérdida en el techo.

Toda mi dignidad de había ido al mismísimo traste.

Los brazos de Hyunjin rodeaban mí cintura, pegando su frente a mí hombro y su desnudez tapada con las sábanas. Había sido otro más, y yo que tanto odiaba a este tipo por hacerle daño a Jisu. ¿Ahora qué haría? Iría y le diría "¿Cómo va todo, Lia? mira, me acosté con Hyunjin, el chico que te gustaba y te hizo daño, vaya que lo hace bien." me sentía del asco, me daba asco.

La garganta la sentía ácida, los ojos a borde de las lágrimas y mis cuerdas vocales vibraban pidiendo que grité a pulmón abierto.

Con terror y delicadeza, retiré sus brazos de mí y me arrastré por el colchón, llegando al borde y dejando caer mis pies y tocar el frío suelo. 

De puntillas; buscaba la ropa que me había dejado Hyunjin. La camiseta pasó con facilidad por mí cabeza, colocándose con tranquilidad y armonía sobre los costados, los pantalones ajustados y abrazando con calidez mis frías piernas. Cada prenda que colocaba acariciaba con seguridad mí piel, tratando de darme el suficiente valor de seguir de pie.

Abrí la puerta con miedo, mirando atrás al príncipe de los tarados, y aquí su rey, el mayor de todos los estúpidos.

Caminaba de puntitas por el pasillo, mirando a ambos lados para prevenir una excusa, y asomándome a cada habitación con la puerta abierta. En más de una encontré gente desnuda, en otras algunos solitarios y botellas de cervezas tiradas por doquier.

La pregunta de cuán grande era la casa invadió mi mente, y seguía marcada la interrogación de Hyunjin y las fotos en la habitación. Poco sentido tenía el que Changbin tuviese fotos de su mejor amigo con otras personas, sería un poco extraño y en su efecto, acosador.

Gracias a Dios terminé en el living, con algunos vasos rojos de cartón y millones de botellas de alcoholes que pensaba que eran inexistentes.

— Uno menos que agregar a la lista. — dijo una voz grave, me di vuelta y podría jurar que aquel chico era Changbin, el cabello grisáceo y piel un poco tostada, las ojeras negras, los labios rojizos y los ojos inyectados en sangre. Uno más a la lista, querrás decir. Asentí y me di media vuelta, yendo hacia el lugar dónde horas antes entre.

Al cruzar el umbral, el sol pegó automáticamente contra mis ojos, dejándome ciego. Puse las manos en los bolsillos del pantalón y me encaminé a la parada de bus más cercana, Chenle se había ido ya que no veía su auto.

Mientras mis pies se desplazaban, jugaba con mi cabello y volvía a meter las manos en los bolsillos traseros, encontrando todo tipo de condones con diferentes sabores y colores de empaque. Es Hyunjin, recalcaba mi mente. Y yo, Felix, usando el pantalón de la persona que más aborrezco. Luego vería como le devolvería las ropas sin que nadie nos veas y piense cosas incorrectas, verdades, pero incorrectas.

 Luego vería como le devolvería las ropas sin que nadie nos veas y piense cosas incorrectas, verdades, pero incorrectas

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𝘍𝘳𝘰𝘻𝘦𝘯 𝘒𝘪𝘯𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora